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La Voz

OPINIÓN

J. C. ORTIZ | O |

01 jul 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

DESDE aquellas conexiones con Galicia en las que la difunta Encarna Sánchez saludaba al locutor de turno para que le diera la última hora del último crimen rural con el sonido de una gaita como telón de fondo, la imagen que dan los medios de comunicación estatales continúa siendo inquietante. El otro día fue en el informativo nocturno de la televisión pública. El tema, los incendios forestales del verano. Primero salieron en pantalla los apuestos y modernos efectivos de la Unidad Militar de Emergencias de León, realizando para las cámaras una demostración de cómo se las gastan apagando los grandes incendios forestales con los más espectaculares medios técnicos. Ya saben, aparatos de visión nocturna, vehículos anfibios, autobombas, soldados con apariencia de extraterrestres, vamos, testosterona a raudales. Tras generarse en el espectador esa plácida sensación de que todo está perfectamente controlado y que esa noche podrá irse a la cama a dormir tranquilo, el minirreportaje llegó a tierras gallegas. Estamos en O Páramo, provincia de Lugo. Unos individuos vestidos con buzos de tela y armados con unas simples hoces irrumpen distraídos en la pequeña pantalla. Una voz en off pregunta si están combatiendo las llamas con la ropa adecuada. «¡Onde vai!», contesta uno de los apesadumbrados brigadistas. A continuación, aparece una señora aporreando las llamas con la rama de un árbol mientras brotan en el televisor bosques rezumando fuego. La voz en off nos recuerda que en Galicia se producen la mitad de los incendios forestales que se registran en España. Ahora, el presentador da paso a la información deportiva. Mientras tanto, el espectador de este lado del Padornelo duda si estamos ante la enésima provocación mediática de la tele centralista de rigor o de un mensaje cifrado que nos envía alguien desde no se sabe dónde augurándonos otro verano de lágrimas y ceniza.