Premio Cervantes para la solidez literaria y ética de Juan Goytisolo

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

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El jurado destaca su capacidad indagatoria y su apuesta por el diálogo

25 nov 2014 . Actualizado a las 08:24 h.

«Cuando me dan un premio, dudo de mí, no así cuando me declaran persona non grata». La frase, pronunciada por el propio Juan Goytisolo (Barcelona, 1931), resume los dos polos contrapuestos a los que parece resignado autor de una obra que tanto puede procurarle galardones como enemistades. Esa misma «voz crítica y heterodoxa» que ayer alabó el jurado que le concedió el premio Cervantes, también le ha valido el reproche de los partidos políticos de El Ejido cuando denunció las condiciones de esclavitud en las que trabajaban los inmigrantes en los invernaderos.

Desde los inicios de su carrera literaria, Juan Goytisolo, hermano de los también escritores Luis y José Agustín -fallecido en 1999-, se ha valido de una «capacidad indagatoria en el lenguaje y propuestas estilísticas complejas desarrolladas en diversos géneros literarios», como destacó el fallo del Cervantes, para crear una obra personalísima que también es indisociable de sus planteamientos éticos. Sus descarnadas descripciones y denuncias de la España de los años cincuenta y sesenta como las de Campos de Níjar o La chanca chocaron con el franquismo, pero tampoco desde la muerte del dictador ha sido una figura cómoda. Las carencias democráticas del país, guerras como la de los Balcanes o la doble invasión de Irak, han sido blanco de sus críticas, así como la falta de entendimiento con el mundo árabe.

También el Cervantes recoge esa faceta de Goytisolo, la de la «voluntad por integrar las dos orillas» y la apuesta por «el diálogo intercultural». Desde hace décadas vive en Marrakech, desde donde se ha esforzado por acercar la realidad del país a través de libros o de series documentales como Alquibla, pero donde también ha mantenido un contacto próximo con sus habitantes, especialmente con los más desfavorecidos. «A veces, el café donde voy se convierte en una oficina de reclamaciones y quejas. Mucha gente me espera con peticiones de todo tipo o denuncias de injusticias», le relataba hace diez años a María Jesús Fuente para La Voz.

Con todo, el planteamiento ético de Goytisolo no lo ha constreñido en los estrechos límites del llamado realismo social. La misma libertad la ha aplicado a la búsqueda de diferentes expresiones, algo a lo que tampoco han sido ajenas sus estancias en París, Estados Unidos y Marruecos, así como sus viajes. «Hay que mostrar la diversidad de todo, nada es homogéneo», es el espíritu que alienta su obra, repartida en narrativa, ensayo, memorias y libros de naturaleza inclasificable. Tanto, como las historias que gusta escuchar cada atardecer en la plaza de Xemaá-El-Fná, pura literatura que se desvanece en el aire.