Ken Follett: «Si uno tiene un verdadero malvado no lo mata a la mitad del libro»

chris melzer NUEVA YORK / DPA

CULTURA

«El umbral de la eternidad», que se lanza hoy, cierra su trilogía sobre el siglo XX

16 sep 2014 . Actualizado a las 10:38 h.

En siete años Ken Follett (Cardiff, 1949) ha escrito tres libros sobre el siglo XX. El último tomo, El umbral de la eternidad, que llega hoy a las librerías, transcurre en medio de la Guerra Fría y hasta la caída del Muro de Berlín.

-Acaba de finalizar una trilogía de 3.300 páginas. ¿Perdió una familia o una carga?

-Simplemente estoy feliz de que haya funcionado tan bien. No estaba cien por cien seguro. Tenía de hecho un plan B de que si no funcionaba devolvía mi anticipo.

-En su libro uno de los protagonistas dice que Occidente no aportó nada a la caída del Muro de Berlín y al colapso del comunismo. ¿Cree eso de verdad?

-Sí. Ese diálogo es entre dos agentes de la CIA. Fracasaron en todo. No querían que Vietnam fuera comunista, y fracasaron. No querían que Cuba fuera comunista, y fracasaron. En Nicaragua también. Estados Unidos y la Unión Soviética calificaron muchas guerras como la lucha entre el comunismo y el capitalismo, pero ambos estaban muy cerca. Muchas veces eran simplemente guerras coloniales.

-¿Considera que los servicios secretos son innecesarios?

-No, para nada. La tarea actual de los servicios secretos en Reino Unido, Alemania y Estados Unidos es reconocer y hacer frente a los peligros extremistas, principalmente de los islamistas. Y es un trabajo extremadamente importante. Todos estamos amenazados, nuestras familias, nuestros niños pueden morir.

-¿Pero estos servicios no van demasiado lejos al espiar a cientos de millones de personas?

-Por eso es importante vigilar a estos servicios que vigilan. Y debe haber sanciones. El que abuse de su poder debe ser castigado, sin duda. Creo que eso ocurre muy pocas veces. Los policías odian que les establezcan límites, pero un gobierno debe encontrar el equilibrio entre la necesidad de mantener alejados los peligros y la de defender la libertad.

-En sus libros queda claro cuánto detesta al comunismo. A la vez, los líderes rusos parecen estar muy cerca de la gente, mientras que los gobiernos conservadores de Nixon y Reagan se muestran en cambio como parte de un bloque gris. ¿Usted es de izquierdas, no?

-[Se ríe]. Sin lugar a dudas. Pero debo admitir que mi idea sobre Nixon cambió. En los años 70 lo odiaba. Ahora debo reconocer que en algunas cosas fue muy bueno. Terminó la guerra de Vietnam, eliminó la separación racial en las escuelas y fundó la autoridad ambiental EPA. Pero no fue fácil darle rasgos humanos. ¡Era un gran mentiroso!

-Usted es muy bondadoso con sus personajes alemanes. ¿Tuvo que escuchar alguna crítica al respecto?

-¡Nunca! La gente que combatió en la Segunda Guerra Mundial ahora es muy mayor, la mayoría seguramente ya está muerta. Cuando yo era pequeño algunos decían que el único alemán bueno era un alemán muerto. Y por más terrible que eso suene, lo entiendo en cualquiera que haya combatido en la guerra. Pero yo nací en 1949. Hace mil años los daneses atacaron nuestro país, violaron a nuestras mujeres y robaron nuestras cosas y no por eso los odiamos hoy en día.

-En sus libros los personajes muchas veces son muy simplistas. Los buenos son muy buenos y los malos son malos, incluso no son atractivos físicamente. Creía que eso solo pasaba en las películas de Disney.

-Debería hacer un poco de memoria. ¿No tuve ningún malo bien parecido? Cameron Dewar, por ejemplo, ese era claramente uno de los malos...

-Y es alto y flaco y no tiene ninguna posibilidad con las mujeres...

-Sí, eso es verdad también. Sin duda tuve malos atractivos. Pero seamos honestos: nuestros enemigos, los que todos tenemos, ¿no se ven también horribles a nuestros ojos?

-¿Le gustan los malvados?

-¿Como autor? ¡Los adoro! En Los pilares de la tierra hay un malo llamado William Hamleigh. Es realmente desagradable en todo sentido. Y no hay otro personaje del que me hablen tanto como de él. La gente me pregunta por qué no lo maté antes. ¡Pero si uno tiene un verdadero malvado no lo mata en la mitad del libro! Se le necesita hasta el final.

-«El umbral de la eternidad» comienza en 1961. En Estados Unidos los negros son ciudadanos de tercera, en la Unión Soviética hay un gobierno comunista y en Berlín un muro. El libro termina en 1989 y aparentemente los tres problemas están resueltos. ¿Cree que 2014 es mejor que 1989?

-Lo creo. Los negros son actualmente más respetados, la situación de las mujeres es mejor y la de los homosexuales mejoró drásticamente. La gran decepción es Rusia. Pensamos que era un país que se iba a librar de la tiranía, pero fue un error.

-Usted vende millones de libros, pero los suplementos culturales no lo toman muy en serio. ¿Le molesta?

-No. Recibo maravillosas cartas de lectores a los que les gusta mi trabajo. Y gano bastante dinero, puedo viajar en primera clase y dormir en hoteles hermosos. Por otro lado también fui periodista y los entiendo, quieren a un escritor de 25 años que haga una novela totalmente nueva. Yo escribo de acuerdo con la tradición victoriana, como la mayoría de los que están en las listas de best sellers. Son libros con una historia, un comienzo, una medio y un final, y funcionan de maravilla. Nadie puede decir «Follet cambia toda la cara de la literatura», porque Follett escribe como se escribe desde hace 200 años.

-¿En qué trabaja actualmente?

-Estoy investigando material del siglo XVI. Hubo muchos planes de atentados contra la reina Isabel I, por eso se creó el primer servicio secreto de la historia moderna. La acción transcurre nuevamente en Kingsbridge, la ciudad de Los pilares de la tierra y Un mundo sin fin. Espero que pueda publicarse en el 2017.