El violinista construye paraísos

Sabela González

SANTIAGO CIUDAD

02 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Cuatro cuerdas. Setenta y siete centímetros de largo. Sesenta gramos. Una necesidad.

¿Cómo es posible que el instrumento más barato de su familia regale sensaciones a cualquier pasajero despistado? El brazo derecho siguiendo las agujas del reloj. El izquierdo al contrario. ¿Dónde quedó la simetría? Se la llevó el diablo, dicen. Presionaba las cuerdas como si fuese un escritor creando un relato, como si fuese un pintor tallando su creación. Do. Re. Mi. Sílabas insignificantes encarceladas en cinco líneas negras. La clave, el sol. Fa. Sol. La. Ya no recordaba el orden, pero sí los nexos. Es oído. Naces con ello. Arriba y abajo. Reproductor de corcheas. Mendigo de sonrisas.

Los paseantes deambulan por los tabiques. No sabes cuándo ha terminado este y comenzó aquella. Pero sigues ahí. Una moneda. Otra. Otra más. Se lo merece. ¡Qué bien lo hace!

Transporta sueños envueltos en necesidad. Todos ganan. Todos pierden. Sensaciones que nos hacen abandonar nuestra racionalidad. Los sentimientos luchan condicionados.

Es maravilloso.

Sabela González (Santiago de Compostela,19 años) es estudiante.