Los Planetas: «El flamenco y el rock tienen mucho que ver»

CULTURA

El grupo aterriza hoy en Santiago en las fiestas del Apóstol

25 jul 2014 . Actualizado a las 15:18 h.

Los círculos concéntricos de la portada del Super 8 (1994), el disco de debut de Los Planetas, emergen tras la silueta catedral de Santiago. Esa imagen genial luce en los carteles del concierto de esta noche en la plaza da Quintana y refleja una buena parte de lo que se podrá ver esta noche: mística, sombras, sonidos en expansión y, dentro, un mito del rock nacional. «Me mola mucho ese cartel», dice J.

-La última noticia suya que tenemos fue una intervención en el programa «Mapa Sonoro» discutiendo con el cantaor José Menese sobre renovar el flamenco. ¿Fue tenso, no?

-Bueno, no tanto. Tú sabes que los periodistas cogéis la parte más impactante y la mostráis. Y lo que salió fue lo que ocurrió al final del día, cuando estábamos más contentos de la cuenta [risas].

-¿Le siguen viendo ahí como un intruso?

-Yo creo que no tienen ni idea de lo que estoy haciendo, que no les interesa lo más mínimo. En ese ambiente purista del flamenco Los Planetas dan igual, de momento. Supongo que cuando se enteren no les va a parece nada bien.

-Este año se han cumplido 20 años de «Super 8», su debut. ¿Qué tal se lleva con esta nostalgia que reina en el mundo del pop actual?

-Es algo contradictorio. Por un lado, me parece interesante que la gente recuerde ese disco. No cabe duda de que lo ha escuchado más gente ahora que entonces y esa gente es consciente de los valores que tenía. Eso me alegra, pero tampoco soy un tipo muy nostálgico y no me interesa mucho mirar atrás. Ahora veo cosas que fallaban en ese disco. Éramos jovencitos, ingenuos... Aunque creo que está muy bien hecho.

-¿Lo ha vuelto a escuchar?

-Sí, claro. Siempre lo escucho. El tiempo cambia mucho la percepción que tienes de la música. Aquello es una instantánea de mis ideas y pensamientos cuando era joven. Creo que está muy bien reflejado. Yo cuando lo escucho descifro algunos códigos y veo un buen diario de todos aquellos días.

-Visto actualmente, llama la atención el contraste entre su ambición comercial y lo radical de muchos de sus planteamientos. ¿No cree?

-Sí, tío. Respecto a esa ambición es que nos vimos en un canal de distribución potente, como era RCA entonces. Era una oportunidad para meternos en la música popular. Quisimos usar esos canales masivos para introducir por ahí otra idea de la música, la que teníamos nosotros entonces. Creo que era más moderna, más ligada a su tiempo y que recogía ciertas enseñanzas e ideas anglosajonas que habían avanzado hacia ideas más complejas, como el papel del arte en la sociedad o cosas así.

-Sin embargo, su carácter como banda impedía que la cosa cuajase. ¿Los Planetas eran algo indomable?

-Nosotros pretendíamos cambiar esos canales de distribución. Para Los Planetas nos interesaban otros modos de promoción más alternativos: revistas especializadas, festivales y toda esa red independiente. Constantemente intentábamos convencer a los directivos de las compañías que enfocaran sus esfuerzos en esos medios. Pero a ellos no les interesaban. Era una lucha constante. Y a veces, a cambio de eso, pues te mandaban a una televisión y el resultado queda lejos de lo que esperaban. Entonces ya no te mandaban más [risas].

-Hay un vídeo bastante surrealista en el que los entrevista el humorista Bermúdez preguntándole cosas como «¿cuál es vuestro planeta preferido?». Mientras, unas chicas hacen hulahop de fondo.

-Sí, ese es un buen ejemplo de lo que digo. Esa promoción no la podíamos controlar. Pero una vez ahí, tenías la oportunidad de hacer algo diferente. Que provoque un shock y una reacción en quien está viendo la tele. Que diga: «Esto no es lo mismo que el resto. Aquí están pasando cosas distintas».

-Esas apariciones provocaban el mismo efecto que los Jesus & Mary Chain. Algunos dijeron viéndolo: «¡Tengo que hacerme fan de estos tíos!»

-Claro, un poco en la línea del situacionismo clásico [risas]. Se trata de provocar en esos medios una reacción diferente a lo que el observador pudiera esperar y que lo lleve a hacer otras cosas.

-En el 2014 revisaron «Una semana en el motor de un autobús» en el Primavera Sound de Oporto. Había malas referencias de su actuación en Barcelona, miedo a la jugada nostálgica y hasta rumores de separación. Al final fue un concierto memorable. ¿Cómo se sentía?

-Muchas gracias por el comentario, pero lo cierto es que a mí me resulta difícil cantar esas canciones. Están interpretadas de una manera distinta, con una forma muy gritada, en un tono muy alto. No tengo ahí la intención que yo tengo ahora. Lo cierto es que me cuesta mucho volver a una época que no es la actual.

-Ese día hicieron un bis con «Ya no me asomo a la reja». Daba a entender que, en el fondo, entre «Toxicosmos» y esa canción no hay diferencia.

-¿Sí? Pues qué guay que lo aprecies así, porque esa es la idea que tenemos: acercarnos a la música andaluza y demostrar que el flamenco tiene mucho en común con el rock n' roll. Lo que tratamos nosotros es poner sobre la mesa esas conexiones.

-¿Vive el rock español un momento de mirar las raíces?

-Es posible. Y es interesante que así sea, porque la tendencia globalizadora es la de aniquilar a las culturas. En Andalucía hay una cultura musical potentísima. Hay que introducir toda esa cultura en los medios de distribución y que no se pierda. Esas ideas musicales no se pueden perder y, además, hay que esparcir la semilla. Merece mucho la pena. El rock n' roll no tiene una trayectoria tan grande. El flamenco tiene 400 o 500 años, no se sabe cuántos. En el rock el acercamiento ha sido tibio. Hay cosas de Love y de la psicodelia que tienen referencias al flamenco. Pero hay que reivindicarlo más. Nacho Vegas, por ejemplo, también lo hace con Asturias y muchos otros lo hacen con su tierra.

-Con Nacho Vegas hablamos recientemente de otra tendencia actual: politizar el rock independiente. ¿No cree que uno de los antecedentes fue su disco «Contra la ley de la gravedad» (2004)?

-Bueno, gente como Nacho Vegas siempre tuvo una conciencia política muy fuerte muchos años antes de ese disco. Hay gente de mi generación, como David Rodríguez de Beef o Antonio Arias de Lagartija Nick, que también la tuvieron siempre. Creo que esa conciencia política siempre estuvo en la cultura independiente española de los noventa. Estaba muy clara en los grupos más chulos. Otros pasaron más tangencialmente, pero creo que esa escuela de música anticipaba lo que vendría después.

-Pues Nacho Vegas se refería en esa entrevista al indie como algo muy conservador y reaccionario.

-No estoy de acuerdo para nada [risas]. Nacho Vegas es un indie y no es nada conservador. Más bien es un kamikaze y estaba metido en esa escena de un modo súper activo Y como él, mucha otra gente.

-¿Cómo será el devenir del grupo ahora que están sin discográfica?

-Estamos intentando reorganizarnos. Son tiempos diferentes y hay que hacer cosas diferentes. Ahora tenemos libertad para hacer otro tipo de cosas y estamos mirando cómo hacerlas y conciliarlas con Grupo de Expertos Solynieve, Los Evangelistas, Los Pilotos y todo eso que hacemos al margen. Con Los Planetas las expectativas siempre son muy altas y resulta difícil cumplirlas. Siempre estamos grabando canciones. Tenemos cosas a medio terminar, otras cosas listas. Además, tenemos a las empresas de telecomunicaciones, que dentro de la creación artística se quedan con todo. De repente el dinero que paga la gente por escuchar discos y ver películas se ha multiplicado por cien. Y, sin embargo, lo que le llega a la gente se ha dividido por diez. Eso hay que revisarlo.

-¿Qué le parece que Sony venda a 30 euros la reedición en vinilo de «Super 8»?

-Esos discos son propiedad de Sony. A mí no me llegará ni un 2 % de los beneficios que produzcan. Tampoco soy especialmente amigo de hacer este tipo de cosas, pero si hay demanda del disco y se hacen unas cuantas copias a ese precio no me parece mal. Ellos me consultan para hacerlo, pero también me dicen que da igual lo que opine, en cierta manera. Creo que no se hace con mala intención, se reivindica el pasado del grupo y tampoco son tantas copias.