Cuando la pluma pesa

Xesús Fraga
Xesús Fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Gunther Grass se suma a los autores que dejan de escribir narrativa por su edad y reabre el debate sobre la conveniencia de dejar o no la creación

15 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

A sus 86 años, el escritor alemán Gunther Grass no se encuentra con fuerzas para afrontar los cuatro o cinco que requiere la planificación de una de sus novelas, por lo que el premio Nobel de literatura en 1999 ha anunciado que da por concluida su obra narrativa. Aunque Grass seguirá escribiendo poesía, su retirada del género al que ha aportado obras tan importantes como El tambor de hojalata se suma a las de otros autores como Philip Roth (1933), Imre Kertész (1929) o José Manuel Caballero Bonald (1926), que en años recientes han comunicado su renuncia a seguir escribiendo, bien por edad, bien porque consideraban ya que lo habían dicho todo.

Otros literatos, en cambio, no optaron por el silencio y continuaron escribiendo -y publicando- hasta el final mismo de su carrera. En muchos casos, estas obras desmerecían los títulos que les ganaron lectores y un lugar en la historia de la literatura, una bajada de calidad que traía aparejada la pregunta de si no habría sido conveniente que estos escritores se hubiesen planteado la jubilación. ¿Es, por tanto, preferible que un artista renuncie a seguir creando a cambio de preservar el nivel de excelencia de una larga carrera?

El escritor y periodista Carlos G. Reigosa lo tiene muy claro: «É unha resposta totalmente persoal de cada autor». Reigosa pone como ejemplo a Borges, que partía de una concepción unitaria de su obra, en la que cada texto nuevo no podía entenderse desligado del conjunto. O Camilo José Cela, que no sintió nunca la necesidad de retirarse. Reigosa también introduce el necesario matiz de la percepción de un escritor de su propia obra: «Torrente era consciente de que os últimos libros que publicou estaban lonxe de, por exemplo, Los gozos y las sombras, pero iso non significa que foran indignos. Tomábaos como xogos e é unha opción perfectamente lexítima».

El profesor y crítico literario de La Voz Ramón Nicolás coincide con Reigosa en que la decisión de un escritor de cerrar su carrera le parece tan respetable como la de continuarla, y añade la perspectiva del lector: «Hai autores que polo seu nivel de esixencia poden pensar que xa entregaron o mellor que levan dentro e que xa non engaden nada novo ou de interese, pero é moi posible que haxa lectores que opinen que se trata dunha obra marabillosa».

En un sentido similar se pronuncia el escritor Ignacio Martínez de Pisón. «Uno de los mejores libros de toda la carrera de Delibes es El hereje, y lo publicó con 78 años. Ya tenía una edad muy avanzada, pero todavía estaba en posesión de todo su talento literario. A mí, de hecho, es el que más me gusta», sostiene, antes de insistir en su admiración por la último premio Nobel, Alice Munro, de 82 años. «Acabo de leer Mi vida querida [su último libro] y me ha parecido tan bueno como los anteriores».

Expectativas comerciales

También es posible que el poder comercial de un escritor se vuelva en su contra en sus últimos años al tratar de mantener un nivel de calidad acorde con las expectativas, de lectores y ventas, que pueda despertar su nombre. Reigosa es escéptico al respecto. «Creo que se un escritor decidiu pechar a súa carreira non haberá axente ou editor que o convenza, mentres que si continúa, porque seguramente escribir sexa o que máis o divirta, será moi fácil pedirlle que entregue outro libro», opina.

Después están los casos de autores que escribieron una o dos obras maestras y callaron para siempre. Reigosa recuerda la entrevista que le hizo a Juan Rulfo a finales de la década de los setenta, en la que le preguntaba que por qué no escribía otro libro y los motivos para ello. «Es muy difícil», le respondió.