La catedral de Santiago se deterioró más desde los 80 que en ocho siglos

Camilo Franco SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Mónica Ferreirós

Los informes atribuyen el desgaste a las visitas y a intervenciones erróneas

20 jul 2013 . Actualizado a las 20:35 h.

La Catedral de Santiago se ha deteriorado más en los últimos treinta años que en el resto de sus ochocientos de historia. Es lo que señalan los informes técnicos resultantes de los análisis de seguimiento realizados para conocer la salud del Pórtico de la Gloria y de los principales elementos del templo. Así lo explicó el director de la Fundación Catedral, Daniel Lorenzo, tras la presentación de la exposición Iacobus, que repasa la iconografía xacobea a lo largo de la historia.

Lorenzo aseguró que todos los estudios y las mediciones señalan que la catedral compostelana ha sufrido en los «últimos años un deterioro que se ha multiplicado exponencialmente» y que necesitará de «un esfuerzo inversor y organizativo extraordinario para poder hacerle frente».

Las razones de esta pérdida acelerada de salud del monumento se deben a varias causas. Una de las principales es el desgaste producido por los millones de visitantes del templo. Un deterioro que, según el director de la Fundación Catedral, «tiene que ser controlado porque somete a la catedral a una presión muy grande». Durante estos días, la fundación está haciendo pruebas para el control del acceso de turistas al Pórtico de la Gloria, en parte para evitar desgastes innecesarios y «algunas actuaciones por parte de visitantes que el edificio no puede soportar».

Otra de las circunstancias que afectan más seriamente a la salud del edificio son algunas de las intervenciones de conservación realizadas en el pasado. En este sentido, Daniel Lorenzo señala que el cemento «en las cubiertas y las ventanas estancas impidieron que la piedra se ventilase de modo natural, lo que aumentó la humedad en el interior en lugar de rebajarla». En el mismo sentido, apunta que durante algunos años se utilizó en conservación el método de encerar la piedra, «una técnica que resultó ser muy nociva».

Apunta también a que la catedral se ve afectada por cuestiones aparentemente inocuas: «Con la ola de calor, se abrieron las puertas de la catedral y esos cambios bruscos de temperatura afectaron a la piedra». El calor también afectó al órgano de la catedral. Daniel Lorenzo señala que desde los años 80 se puede comprobar la situación «comparando las fotos de los mismos elementos entonces y ahora». Pero advierte que si se compara con las imágenes de 1926 «el deterioro de los últimos cien años es inmenso».