Julio Iglesias: «Los chinos tienen saudade»

E. Calvo. CORRESPONSAL EN PEKÍN

CULTURA

Con su humor habitual, Julio Iglesias ha recogido en Pekín el Guinness por ser el latino que más discos ha vendido. Allí se ha mostrado como un amante de esa cultura: «los chinos son nostálgicos, les van los temas de amor»

07 abr 2013 . Actualizado a las 22:12 h.

«Teño morriña, teño saudade» escucharán los seguidores asiáticos de Julio Iglesias durante todo el mes de abril, nada más y nada menos que 41 años después de haber sido escrita. La versión actual, incluida en el recopilatorio Julio Iglesias, 1, está cantada en un correcto gallego, quizás con una extraña pronunciación en la ch del «quéroche tanto», pero mucho más lograda que la versión original, donde Julio le cantaba a Galicia, «terra do meu pae». Los arreglos musicales suenan a mar, un sonido tan nuestro y tan internacional a la vez, un yin y un yang galaicos que explican el misterio de cómo los habitantes de una región tan aislada han podido recorrer tanto mundo. De toda su prolífera discografía, no hay ninguna otra canción que explique mejor por qué Julio Iglesias es el artista latino que más discos ha vendido gracias, en gran medida, a la fama que miles de emigrantes gallegos desperdigados por todos los rincones del planeta le dieron con Un canto a Galicia en 1972.

Nada más salir la canción ocupó los primeros lugares en las listas de éxitos en América Latina, África y Oriente Medio, alcanzando el número 1 en Francia y Alemania. «Está presente en todos mis conciertos desde hace más de 40 años. Un canto a Galicia forma parte total de mí desde que la escribí, es un homenaje a mi padre y es imprescindible en mi repertorio. A él le encantaba venir a China, lo recuerdo intentado hablar con la gente en la calle: '¡Yo papá de Julio! ¡Mi hijo canta!', les decía. Era muy gracioso», recuerda Julio, que recibe a La Voz de Galicia en un exclusivísimo hotel de cinco estrellas de Pekín, tras presentar su gira asiática ante la prensa internacional.

Saluda sentado, iluminado por gigantescos focos que dan idea de la obsesión del cantante por cuidar su imagen. Va vestido con su habitual e impecable traje oscuro, corbata negra con minúsculos topos blancos y una cada vez menos abundante cabellera negra azabache. Julio Iglesias comparte ese gusto por el tinte con muchos dirigentes chinos que como él ya peinan canas aunque prefieren no mostrarlas.

«Con Isabel viví en Hong Kong»

Domina la situación y enseguida intenta seducir al periodista, caerle bien sea hombre o mujer. Sabe cómo ganarse a la gente y cómo salir airoso de cualquier pregunta, porque su humor no desvela que esté a punto de cumplir 70 años. Tampoco su vitalidad, porque arranca un mes en el que recorrerá Filipinas, Corea del Sur, Singapur, Taiwán y China, un país en el que Julio Iglesias no cantaba desde hace 20 años, pero que visita a menudo. «Mi primer viaje aquí lo hice en 1972, mi primera mujer es filipina y vivíamos largas temporadas en Hong Kong, así que mi relación con esta cultura viene de lejos. Oficialmente vuelvo después de 20 años, pero he venido en muchísimas ocasiones. De hecho quiero que mis hijos estudien mandarín», explica.

Su actual mujer, Miranda, y sus hijos lo acompañarán estos días. Los niños tienen una niñera que les habla en chino y Julio tiene muy claro que el futuro está en el gigante asiático. «El cambio de este país es impresionante. La primera vez que vine recuerdo andar en bicicleta con millones de chinos por las calles. Tengo una foto muy bonita, en Shanghái, yo de blanco rodeado de chinos en bicicleta vistiendo el traje Mao. Y mira hoy: los coches, las infraestructuras... Se ve el progreso a simple vista. Este país es imparable», asegura. En 1988, Julio Iglesias fue el primer artista occidental en cantar en la CCTV, la televisión nacional, en un solo programa que fue visto por 400 millones de personas. La última vez que Julio cantó en China fue en 1993, en la ceremonia de clausura de los Juegos Asiáticos en Shanghái, donde cantó La paloma junto a Weiwei, la cantante china que más discos ha vendido. «Aquel día pasé una de las situaciones más difíciles en un escenario. Habían pintado las escaleras para la ceremonia inaugural hacía tan solo unas horas y la pintura del escalón donde yo estaba apoyado estaba aún fresca. Cuando me fui a levantar no podía, me tuve que quitar los zapatos en directo», recuerda entre carcajadas.

«Solo hay sentimientos»

«¿Y por qué cree que sus canciones gustan en China?», preguntamos. «Los chinos son muy nostálgicos, tiene saudade y eso está muy cercano a las canciones de amor». Aunque insiste en la escasa diferencia existente entre el público de los distintos países que recorre. «Cantar en España es muy emocionante, pero cuando cierro los ojos antes de empezar, siento a la gente. Se encienden unas luces maravillosas y en ese momento no hay culturas, no hay razas, no hay nacionalidades. Solo hay sentimientos».

«¿Y para cuándo lo veremos en Galicia?», preguntamos, mientras un miembro del numerosísimo equipo que lo acompaña hace signos de que hay que concluir. «Aún no está cerrado, pero a Galicia quiero ir el 10 o el 11 de julio. Ojalá sea en el Obradoiro. Ya canté allí hace 20 años y me encantaría volver. En esa plaza maravillosa de la que conozco todas las esquinas, me lo sé todo y disfrutaría tanto?», responde emocionado. Parece que en cada respuesta estuviese cantando una canción.