Carmen Thyssen cede al Estado un año más su colección de forma gratuita

La Voz MILA TRENAS / EFE

CULTURA

«Yo no quiero irme de mi país», asegura la baronesa

30 ene 2013 . Actualizado a las 19:03 h.

La baronesa Carmen Thyssen-Bornemisza prorrogará un año la cesión gratuita al Estado de su colección privada, compuesta por 460 obras, de las cuales 240 se exhiben en el Museo Thyssen-Bornemisza. «Yo no quiero irme de mi país», ha asegurado hoy.

A pesar de que tiene «muchas ofertas de otros países» la baronesa ha manifestado su deseo de que su colección privada continúe exhibiéndose junto a la del barón Thyssen en el museo.

Carmen Thyssen insistió en que lo que más le preocupa es dejar «las cosas arregladas» a sus herederos, pero reconoció que con la situación económica actual no puede hacer otra cosa que prorrogar la cesión.

«Yo rezo para que las crisis se acaben y se me solucione a mí también. Otro año gratuito. ¡Qué se le va a hacer!» comentó la baronesa, quien prefiere no escuchar «las muchas propuestas internacionales espectaculares» que recibe.

Para evitarlo, explica: me pongo «debajo de la almohada, y no quiero saber nada. Yo no quiero irme de mi país».

En el museo «conocen muy bien las ofertas de otros países porque han asistido a ellas», explicó la baronesa, que recordó: «yo luché para que la colección de mi marido estuviese en España y creo que mi deber es seguir aquí», y así se lo ha comunicado al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

Con la decisión adoptada por la baronesa se inicia el tercer año consecutivo de una cesión gratuita que se une al periodo de once años desde que se firmó la primera concesión para que la colección privada de Carmen Thyssen se exhibiera en el museo madrileño.

La baronesa rechazó a finales del 2010 una oferta del anterior Ministerio de Cultura, dirigido por Ángeles González-Sinde, para alquilar su colección durante dos años por una cantidad fijada en base al cálculo que se estableció para el alquiler de la colección del barón Thyssen antes de que fuera comprada por el Estado en 1993.

En julio del pasado año, y ante su necesidad de «conseguir liquidez», Carmen Thyssen vendió en una subasta celebrada en Londres, por 27,89 millones de euros, el cuadro La esclusa (The lock) de John Constable, una de las joyas de su colección privada.

Según los términos del acuerdo de préstamo, la baronesa tiene derecho a vender un 10 por ciento del valor total de la colección, fijado en 800 millones de euros, y la venta del Constable supuso menos del 5 por ciento.

Las 240 obras de la colección Carmen Thyssen-Bornemisza que se exhiben en el museo, unidas a la colección del barón Thyssen que el Estado Español compró en 1993, permiten hacer un recorrido por la historia de la pintura europea desde sus inicios en el siglo XIII, hasta las postrimerías del siglo XX.

La Colección Carmen Thyssen-Bornemisza surgió como una continuación de la Colección Thyssen-Bornemisza iniciada por el padre del barón a comienzos del siglo XX.

Sin embargo, el origen de la Colección de la baronesa se sitúa a mediados de los años ochenta, cuando el barón Hans Heinrich formalizó un acuerdo con sus hijos para evitar la dispersión de la colección de su padre que él había ido aumentando.

El núcleo principal del conjunto de la baronesa en Madrid es la pintura holandesa del siglo XVII, el vedutismo del siglo XVIII, el paisajismo naturalista del XIX, tanto francés como norteamericano, el impresionismo, el postimpresionismo y las primeras vanguardias del siglo XX, con especial énfasis en el expresionismo alemán.

Ya en el 2004, cuando se inauguraron los nuevos espacios de la pinacoteca en Madrid, en los que se exponen las obras cedidas por la baronesa, se iniciaron los contactos entre el Ministerio de Cultura y los representantes de Carmen Thyssen para una posible compra o alquiler de la colección por parte del Estado.

En mayo del 2005 la Comisión Mixta para las relaciones con el Tribunal de Cuentas pidió por unanimidad al Gobierno el inicio de negociaciones para adquirir la colección de Carmen Cervera, en lugar de alquilarla, con el fin de asegurarse que el conjunto pictórico se quedara definitivamente en España.

Sin embargo, la baronesa no aceptó la oferta y dispuso que la colección siguiera en su poder y que fuesen sus herederos quienes decidieran sobre el futuro de la misma.