«¿Hollywood? ¡Qué pereza!, vivir en Los Ángeles no me apetece»

Borja de Miguel

CULTURA

Entrevistamos a Luis Tosar en Marsella, adonde acudió con su película Operación É, en la que además de interpretar al protagonista, José Crisanto, participa también como productor. El actor lucense aprovecha el éxito aislado de películas como Lo imposible para recordar las dificultades que atraviesa el cine español

18 nov 2012 . Actualizado a las 15:50 h.

Luis Tosar acaba de regresar del Festival de Cine Español de Marsella, donde ha recibido un homenaje a su carrera y ha estrenado Operación E, una película sobre el conflicto entre la guerrilla y el Gobierno de Colombia que llegará a las pantallas en diciembre.

Además de coproducirla, el actor gallego (Lugo, 1971) encarna a José Crisanto, un campesino al que las FARC encomiendan el cuidado de Emmanuel, el bebé hijo de un rebelde y la secuestrada Clara Rojas. La historia real de Crisanto le sirve a Tosar ara hablar de otras realidades.

mensaje concreto?

-¿La película intenta mandar algún mensaje concreto?

-Tiene varios, pero el más directo es que en cualquier conflicto, del tipo que sea, la sociedad civil es la que lleva la peor parte. Pero también hay un cierto mensaje de esperanza, ya que Crisanto, él solo, se pudo enfrentar a todo un sistema y llegó casi a poner en jaque a dos países, Colombia y Venezuela. La fuerza del ser humano es muchísimo más grande de lo que creemos.

-Sin embargo, ahora en España, a millones de personas parece que les cuesta cambiar asuntos básicos. ¿Sigue escéptico de la política, como afirmó hace unos meses?

-Creo que hay que recuperar a los políticos de raza que realmente crean que algo se puede cambiar y que no trabajen en un partido que es subsidiario de un grupo empresarial. Ahora nadie trabaja para el ciudadano.

-Además de actor usted es productor. ¿La crisis está presente en los proyectos que le llegan a las manos?

-En Galicia, este verano se han rodado dos películas sobre la crisis. En una de ellas, Los fenómenos, he participado como actor y productor y se estrenará en primavera. Y, aparte, he leído dos o tres proyectos más que tienen que ver con el mismo tema.

-¿Qué le mueve a producir un filme?

-El negocio desde luego que no: básicamente es una ruina. Producir es una cuestión de fe. Películas como Crebinsky o 18 comidas no se habrían podido hacer si no hubiéramos estado tres productoras pequeñas detrás. Se trata de apoyar proyectos interesantes que, por su falta de ambición comercial, sería muy difícil que se realizaran de otra manera.

-Estados Unidos no está tan en crisis y ya ha rodado allí. ¿Le tienta Hollywood?

-Nunca planeo demasiado. Intento hacer, si puedo, buenas películas, que me gusten y que aporten algo artística, social o incluso políticamente, y a veces los criterios van más hacia un lado o hacia otro. Pero creo que es mejor plantearte que todo cambia a toda velocidad y estar abierto a muchas posibilidades. Aunque sí es cierto que hay cosas que me dan pereza. ¿Hollywood? ¡Qué pereza!, a mí, ir a vivir a Los Ángeles no es algo que me apetezca especialmente.

«Nunca planeo demasiado, es mejor estar abierto a muchas posibilidades»

-También es posible hacer grandes taquillas desde España. Ahí están para demostrarlo los casos de Las aventuras de Tadeo Jones y de Lo imposible...

-Sí, es muy gratificante ver que dos películas españolas arrasan en taquilla, pero es un poco preocupante saber que precisamente esas dos producciones no responden el estándar del cine en España. Son dos ejemplos extraordinarios en cuanto a presupuesto y respaldo publicitario. El resto hace lo que puede: intentas que la cinta funcione con el boca a oreja, pero para eso hace falta un tiempo mínimo en las salas, y eso es lo que no tenemos y lo que nunca se acaba de resolver en España. Ningún Gobierno planta cara a las grandes multinacionales de Estados Unidos para defender el cine nacional.

-¿El público no tiene también cierta responsabilidad al no involucrarse con más conciencia en la cultura?

-El público, si no le pones las cosas mínimamente en bandeja, es difícil que te respalde. Su interés depende de que tenga los mecanismos suficientemente a mano como para poder demostrar su involucración. Y todo esto pasa por las Administraciones. Si las instituciones no tienen muy claras las maneras de producir y las van cambiando cada pocos años, es muy difícil también después llegar a los espectadores. Lo primero debería ser fijar unos mecanismos estables de producción para luego preocuparte de comunicarlo bien.

-Años de crisis del cine español y siempre parece necesario volver a hablar de ello porque, cuando va bien, la industria no termina de despegar y, cuando va mal, en un par de años se pierden los avances de décadas. Y mucha gente sigue sin saber qué pasa?

-Sucede como con Operación E. A toda la gente que la ha visto hasta ahora el conflicto de Colombia le parece extraño y novedoso, y es alucinante porque el problema tiene cincuenta años. Eso me hace pensar en las consecuencias del silencio y del no acabar de contar las cosas. Vivimos en un mundo en el que hay una cantidad de comunicación brutal, y sin embargo no nos enteramos de nada y la realidad de esta película nos parece algo marciano.

-Sin embargo, a menudo llegan a la prensa española titulares de Colombia desde hace décadas...

-El caso de Crisanto es un ejemplo entre los cuatro millones de desplazados de aquel país, y de muchos millones más si miramos los conflictos armados de todo el mundo. Es muy triste saber que las penurias que pasa este hombre en la película son comunes a muchísima gente y..., bueno, nos da un poco igual.

-Durante el rodaje ha podido conocer esta realidad desde dentro. ¿Cómo la afrontan ellos?

-Desde el silencio. Era muy difícil saber qué opinaba la gente sobre el conflicto y en qué posición estaban, si estaban en alguna. Allí, en general y sobre todo en los ámbitos rurales, todos son víctimas directas o indirectas, ya que la mayoría tienen algún familiar que ha sido asesinado por las FARC o por los paramilitares, pero casi nadie suelta prenda. Sin embargo, su silencio es diferente al nuestro: ellos lo hacen por supervivencia.

-El personaje de Crisanto tiene también sus claroscuros. Su obsesión por mantener a la familia unida arrastra a todos al desastre y en un momento dado incluso se vuelve contra él?

-Fue uno de los aspectos del papel que más problemas me dio, pero que al mismo tiempo le daba riqueza al personaje, y supone el tipo de retos que uno busca como actor. Su actitud es loable y a la vez irresponsable.

-Colombia ha iniciado ahora un nuevo proceso de paz?

-Su conflicto, por desgracia, es muy sabroso, ya que mueve mucho capital desde todos los frentes. Ojalá salga bien, pero no sé cómo va a reaccionar la gente que con la paz dejaría de ganar dinero.