Jesús López Cobos: «Un director de orquesta, cuanto menos hable, mejor»

Rodri garcía A CORUÑA / LA VOZ

CULTURA

El primer director invitado de la Sinfónica de Galicia desveló aspectos de su labor en la Facultad de Filología de la UDC

19 abr 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Empezó hablando de la comunicación del director con los músicos: «El nuestro es un lenguaje gestual; de todos modos, un director de orquesta, cuanto menos hable, mejor». Esto decía ayer Jesús López Cobos, primer director invitado de la Sinfónica de Galicia, en la Facultad de Filología de la Universidade da Coruña. Durante más de una hora desveló aspectos de su labor: «La mitad de nuestro trabajo es la sala; cuando vas por ahí de gira y diriges en otro sitio parece como si de pronto la orquesta hubiera cambiado». De todos modos, añadió, «la acústica ya no es un misterio» como parecía serlo en la construcción de las grandes salas de todo el mundo.

Cobos detalló la distribución de los músicos sobre el escenario. «El peor sitio es el del director, tiene las cuerdas muy cerca, la madera a media distancia... Por eso es muy importante el director asistente, yo empecé como asistente», recordó.

Autoritarismos

Bromeó asimismo con que «un director no puede practicar en su casa, como hacen los músicos» y entre risas de los asistentes detalló que la expresividad es una cuestión de técnica: «Los que son pequeños, como Von Karajan, tienen una gran ventaja porque suplen el posible complejo con autoritarismo, subiéndose al taburete y dirigiendo con todo el cuerpo, que no queda absurdo, como si lo hace uno que mida 1.80». Por ello defendió que es mejor dirigir con la muñeca que con el brazo. «Además te evitas problemas de espalda», apuntó.

Evocó su trabajo con María Callas en El trovador: «Era una trabajadora cien por cien; nada más llegar vino con la partitura, que había interpretado muchas veces, y me dijo ??Jesús, tú me dices todo lo que piensas??». Sobre la vinculación entre la corpulencia y la voz, afirmó que necesariamente no se corresponde de forma directa, si bien citó a Caballé como caso excepcional «porque tiene cinco litros de capacidad pulmonar».

Y terminó, como los grandes directores, aplaudido por un auditorio en el que se mezclaban alumnos y profesores, con estos felicitándolo a él «pola súa capacidade didáctica» y a Helena López Palma por el acto.