La ironía del ladrillo hecha arte

Daniel Roldán COLPISA

CULTURA

Kiko Huesca

Hans Haacke expone en el Reina Sofía fotografías sobre los nuevos barrios que se han quedado a medias por culpa de la crisis

14 feb 2012 . Actualizado a las 21:38 h.

A Hans Haacke (Colonia, 1936) le sorprendieron mucho los alrededores de la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas. El artista alemán llegaba a Madrid para preparar una exposición en el Reina Sofía. En el trayecto en taxi hasta el centro de la ciudad, no dejaba de mirar esa pseudociudad que veía a través de la ventanilla. Farolas, aceras, señales, rotondas. Las calles lo tenían todo para ser usadas. Pero faltaba lo más importante: edificios y gente. No había. No existían construcciones. «Pregunté y me dijeron que había más zonas así en las afueras. Pedí que me llevasen», indicó el artista alemán.

En estos viajes por los extrarradios azotados por la crisis, con parcelas sin construir, con esqueletos de edificios sin «carne», se topó con el Ensanche de Vallecas. Allí descubrió una gran ironía: todas las calles tienen nombre de corrientes artísticas. Arte Conceptual, Arte Expresionista, Arte Pop o Eduardo Chillida se suceden en este «lugar tan triste», metáfora de lo que ha sucedido en numerosas ciudades españolas que se sumaron a la locura constructora. «Me hacía gracia porque eran corrientes en las que yo he estado», apuntó.

Con estos mimbres, Haacke ha construido Castillos en el aire, una exposición que acoge el museo Reina Sofía y que ha sido comisionada por el propio director del centro artístico, Manuel Borja-Villel. «Es una exposición muy esperada porque se trata de una de las figuras más importantes de las últimas décadas», destacó el director del Reina. El artista alemán realizó más de dos mil fotografías del barrio vallecano y se recorrió varias veces la zona con una videocámara. Fruto de este trabajo, nace una proyección inmensa sobre una pared de más de 35 metros de largo.

En el extremo opuesto a la proyección y enganchadas a una cuerda con pinzas de la ropa, cuelgan numerosas fotografías. Las imágenes «puestas a secar» fueron realizadas por el artista y retratan la ampliación del populoso barrio del sureste de la capital. A continuación, el visitante puede ver la correspondencia entre esas calles artísticas y los creadores.

De esta manera, la calle Arte Conceptual se une a una pieza de Joseph Kosuth, One and Three Chairs (1965); la calle del Arte Pop se mide con la obra Knives (1982), de Andy Walhol; la del hiperrealismo, con Cabinas telefónicas (1967), de Richard Estes; o la calle Chillida, con la obra Topos I (1984) del autor donostiarra.

Haacke completa su visión de los Castillos en el aire con un conjunto de documentos suspendidos de hilos invisibles, que se mueven a ritmo de un ventilador. Son notas simples del Registro de la Propiedad sobre apartamentos de un edificio que jamás se ha construido.

Retrospectiva

Además de esta nueva creación, la pinacoteca madrileña acoge alguna de las obras más conocidas del artista alemán, siempre indagando en los efectos de la globalización y las relaciones entre el arte y el poder. Haacke ha valorado el espacio físico, el lugar, la época y el marco social para decidir que obras expone. Así se puede contemplar la famosa serie sobre el creador del museo Ludwig de Colonia, (El maestro chocolatero, 1981), que analiza el modo en que el coleccionista de arte y fabricante de chocolate alemán Peter Ludwig empleó el capital cultural acumulado gracias a sus prácticas artísticas filantrópicas, para acceder a nuevos mercados y evadir impuestos. El fabricante, a través de las donaciones de obras de arte y de la promesa de préstamos y cesiones, intentó determinar las programaciones y los nombramientos profesionales de los museos públicos.

Haacke dedica toda una sala a denunciar las actividades llevadas a cabo por Sol Goldman y Alex DiLorenzo, quienes controlaban la mayor parte de las propiedades inmobiliarias de Manhattan. En un momento determinado, la Policía de Nueva York investigó posibles vínculos de los promotores con el hampa. En 1971 esta instalación fue censurada por el Guggenheim de Nueva York y el comisario de la muestra fue obligado a dimitir. A consecuencia de este hecho, más de un centenar de artistas se comprometieron a no exponer su obra en este museo hasta que no se sustituyera a los responsables del mismo.

También destacan la pieza Poll (Encuesta, 1970-2012), que consiste en cuatro ordenadores instalados en una sala y que invita al visitante a contestar a 20 preguntas. El cuestionario interroga acerca de cuestiones personales y de carácter social y político relacionadas con la situación española actual. Los datos estadísticos se van actualizando y aparecen recogidos en una proyección sobre la pared. El germano también ha reconstruido la obra News (Noticias, 1969-70), compuesta por una impresora que va escupiendo en papel continuo informaciones relacionadas con la crisis económica y la situación política.