Vigo reivindica la huella de Julio Verne

b. r. sotelino bruselas / efe VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

La ciudad olívica cuenta por fin con una Sociedad Verniana, cuyo objetivo es convertir al escritor en un signo de identidad de la urbe

11 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Ya era hora. Vigo tiene por fin una Sociedad Verniana y la intención de vincularse a su mundo fantástico a través de los numerosos colectivos que existen en otros países dedicados a recordar la vida, obra y legado de Julio Verne. Si otra ciudad con unos empresarios o unos responsables institucionales más avispados tuviera un capítulo entero de un clásico de la literatura dedicado a ella, ya tendría, por lo menos, un parque temático y un batallón de trabajadores viviendo del legado del escritor. Julio Verne no solo situó varias páginas de la trama de 20.000 leguas de viaje submarino en la ría de Vigo, sino que visitó la ciudad en 1878 a bordo de su yate Saint Michel III, donde fue recibido como un héroe, y trabó amistad con el industrial Sanjurjo Badía. Otras personalidades con menos enjundia tienen dedicadas calles, plazas y monumentos. En Vigo, hasta el 2005 Verne no tuvo su propia estatua, y cuando la tuvo, el escultor José Molares lo colocó deshonrosamente sentado en la boca de un pulpo. Pero es lo que hay. Por eso, ayer, la recién creada Sociedad Verniana de Vigo, que ya ha contactado con otras, celebró un homenaje el escritor francés dos días después de su aniversario (nació un 8 de febrero). En el acto, el actor Antonio Durán, Morris, leyó un manifiesto, dos integrantes del colectivo disfrazados de buceadores vintage depositaron una corona submarina realizada con un salvavidas y conchas marinas y el joven trompetista Néstor Teixeira interpretó La Marsellesa. El presidente de la flamante entidad, el periodista Javier Viana, explica que el objetivo es que Verne se convierta por fin en un signo de identidad de la ciudad. El calendario de actividades se irá conformando con propuestas propias, pero también estarán abiertos a proposiciones ajenas y de todo tipo, no estrictamente literarias, ya que el universo de Verne alcanza múltiples posibilidades, desde el cine, la música, la navegación o la gastronomía y otras que irán surgiendo. De hecho, tras el acto, se fueron a degustar unas empanadillas de algas de la ría.