El Obradoiro camina a la par que su afición

Manuel García Reigosa
M. G. Reigosa EL PERISCOPIO

SANTIAGO

La relación entre el club y sus aficionados es una de las claves de la progresión en las últimas temporadas
 

09 feb 2016 . Actualizado a las 17:03 h.

En la temporada del reencuentro con la ACB, la 11/12, el Obradoiro visitaba al Estudiantes en un partido que, de haberlo ganado, le hubiese asegurado la permanencia. Lo perdió, ante un rival que siempre se le atasca a domicilio. Una semana más tarde visitaba al Valladolid, ya matemáticamente descendido, de nuevo con la oportunidad de sellar la continuidad en la categoría. Acompañaron al equipo unos quinientos aficionados. Y la victoria se quedó en Pucela. Pero la fe no.

La foto que acompaña este texto corresponde a aquella jornada. Fue tomada una hora después de que concluyese el encuentro. Los seguidores flanquearon la escalinata de la explanada en la que estaba aparcado el autobús del equipo, esperando por la plantilla. Y no hubo un solo reproche. Todo lo que salía de aquellas gargantas era aliento y ánimo. Dibujaban una imagen que valía más que mil fichajes. Una semana más tarde el Obra ganó al Valencia y cumplió su objetivo.

Después llegó la campaña del play off. A la conclusión, Salah Mejri voló hacia el Real Madrid, Kendall al Alba Berlín y Hummel a la NBA. La siguiente fue la de la exhibición de Muscala y Oriol, pero el binomio se rompió en febrero. De lo contrario, a saber hasta dónde hubiese llegado aquel colectivo.

La pasada temporada el equipo navegó siempre en aguas tranquilas. Pero al acabar se vio abocado a una profunda transformación, porque la capacidad económica es la que es. Kleber había dejado una puerta abierta por poco dinero. Corbacho y Pumprla entendieron que había llegado el momento de volar más alto, de recalar en equipos que compitiesen en Europa. Y tomó forma un nuevo proyecto, el más atrevido, el de más riesgo, el de más juventud, el de más debutantes en la Liga Endesa. Justo el año en el que el Obradoiro debutará en la Copa del Rey como invitado, una condición que se ha ganado a pulso en este lustro y que traerá a Galicia la competición de baloncesto que concita más miradas después de la NBA.

El Obra viene de perder un partido que valía doble en la lucha por la permanencia, si bien rescató el basquetaverage. Cayó ante un rival que acaba de firmar un acuerdo con la Diputación que le reportará 2,8 millones de euros en cuatro años. Y en sus filas milita un pívot, David Doblas, que en la primera vuelta reconocía en Sar, a la conclusión del encuentro, que en algún momento estuvo sobre la mesa la opción de firmar en Santiago. Pero las diferencias entre el régimen fiscal vasco y el gallego son las que son.

Tan repetitivo como real

Esa es la realidad en la que se mueve el club, obligado a pelear entre los más modestos sin los apoyos institucionales que tienen buena parte de sus rivales, sin un mecenas como Roig en el Valencia, sin un banco que sostenga el proyecto. El Obradoiro es lo que genera. Suena tan repetitivo como real.

En estos cinco años quizás se ha preocupado más de la macrogestión que de la microgestión, como un padre que se centra de darle todo a un hijo y no saca tiempo para charlar con él. Pero ha conseguido poner al día las cuentas con Hacienda y la Seguridad Social y estabilizar el proyecto.

Y quizás haya llegado el tiempo de recuperar aquella foto de Valladolid, de valorar lo que cuesta la permanencia y, a partir de ahí, si vienen muy bien dadas, soñar, como en su día le sucedió al Manresa, que fue capaz de ganar en los noventa una Copa y una Liga. Sin perder de vista que dos años después cayó a la LEB.

Más allá de los resultados, de lo que no hay duda es de que el Obradoiro ha trabajado y trabaja en estos últimos años con una idea clara, con igual determinación. Y al equipo, como a la afición, le duelen las derrotas.

Si hubiese ganado uno de los once primeros partidos y cinco de los ocho últimos, el ánimo sería otro. Sucede al revés, empezó bien y ahora sufre, víctima de su irregularidad. Parece como si Pustovyi y Bendzius hubiesen retrocedido, Haws no termina de acercarse a la figura del anotador compulsivo que acreditó en la NCAA, Brown mejora lentamente, Yusta no deja de ser un adolescente entre veteranos...

Hace cuatro años, en Valladolid, la afición relanzó al Obradoiro. Igual que hace cinco, en el play off ante el Cáceres, en un momento muy delicado. Porque Sar siempre ha sabido descifrar las necesidades del equipo y caminar a su par.