El Obra y el oso

Miguel Gómez

SANTIAGO

23 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

De chaval fui del Estudiantes. Como buen adolescente rebelde me abracé al negacionismo y, si Russell negaba la ley de la gravedad volando, Pinone, la gravedad personificada, la vencía en cada duelo al poste bajo usando el cuerpo como nadie. ¿Cómo no iba a ser de un equipo que parecía ganar a Madrid y Barça más por querer fastidiar que por querer ganar?

No tienen ya a Pinone pero este Estudiantes también se agarró al partido como una lapa. Duro en defensa (con defensas alternativas que cortaban el ritmo cuando no provocaban pérdidas de balón), duro en el rebote, con veteranos como Salgado, Rey o Martín que se las saben todas y con chavales buenos y descarados, obligó al Obra hasta la extenuación.

Agarrados al trabajo en defensa y a McGrath y Bendzius en ataque mandaba el Obra pero volvía el Estu. Resurgió Adam, corrió el Obra, parecía la escapada buena y Estudiantes se puso por delante. Asumieron McGrath y Waczynski las pelotas calientes. Estaba Salgado en pista, y Maxi Kleber en Alemania, pero el que anotó, y demasiado fácil, fue Jaime Fernández. Entonces, tras 37 minutos vaciándose en la defensa de Nacho Martín, Caloiaro cogió EL REBOTE. Y mandó a callar.