Bonnie Tyler resucita los ochenta en Vigo

carmen garcía de Burgos VIGO / LA VOZ

CULTURA

Carmen García de Burgos

La cantante galesa interpretó tres temas con una filarmónica, una banda de pop y una de versiones viguesas

12 jun 2017 . Actualizado a las 19:56 h.

Solo había dos requisitos: ir de gala y tener invitación. Y únicamente mil personas en Galicia cumplían ambos. El Auditorio Mar de Vigo se puso de tiros largos para celebrar el cumpleaños de uno de sus locales de referencia, el 20th Century Rock, uno de los más de moda por mucho que pasen los años. Van ya 18, y para soplar las velas su propietario, el decorador de interiores y empresario de hostelería Carlos Viqueira, se volvió a traer a una amiga de la que presume siempre que tiene que conmemorar un aniversario: Bonnie Tyler. Lo hizo cuando su local estrella del Areal llegó a la década de vida, y lo repitió anoche, para dejar claro que ya es mayor de edad y se ha ganado, por tanto, un hueco en la historia del ocio nocturno de la ciudad olívica. Dice que fue él quien le decoró su casa del Algarve y que les une un lazo estrecho. También que por eso mismo viene «de favor» siempre que se lo pide, que es cada ocho años. Fue así como una de las estrellas musicales de los setenta y ochenta -a la que inmortalizó su voz ronca, sus características facciones, sus ojos profundamente azules y su pelo rubio cardado- llegó a Vigo. Y la que a principios del 2000 se condenaba con el argumento de que era una música hortera y trasnochada ha recuperado en esta década su valor.

No hubo garganta que no se desgañitara ni brazo al que no se le pusieran los pelos de punta ayer cuando, primero con Best Boy, más tarde con la Orquesta Filarmónica 430 y por último con los Broken Peach, la galesa de 66 años comenzó a entonar tres de sus inmensos éxitos: It’s a Heartache, Total Eclipse of the Heart y Holding Out for a Hero. Quien recibiera el apodo de Primera Dama del Rock defendió su título sin guardarse nada, hizo revivir emociones de décadas cargadas de recuerdos y se metió en el bolsillo a los presentes. 

La música, la protagonista

Así que, si en el 2010 Viqueira preparó un sarao que empezó con una comida con empresarios y autoridades locales, esta vez prefirió centrarlo todo en la música. De todos los tipos. Y con un solo denominador común: la colaboración de la cantante galesa. Los trajes negros con un impecable corte de moda, los peinados, las barbas y las corbatas estrechas eran la forma de marcar territorio de quienes conocen ambos mundos: el de la noche y, en algunos casos, el de la música o los negocios.

También el escenario varió, y el dueño del 20th Century Rock cedió el protagonismo del agasajado al Auditorio Mar de Vigo. Empezando por su terraza con una cerveza (o una copa de champán) de tarde, el evento proponía un recorrido por todo el edificio (con Best Boy) que continuaba en el propio auditorio (con la Orquesta Filarmónica 430) y terminaba en el hall (con Broken Peach). 

Los ritmos de Best Boy

En la planta de arriba, donde debería estar el cielo, los vigueses Best Boy se encargaron de la música celestial, solo que cambiaron las arpas y los violines por las guitarras, el ukelele, el bajo, la batería y la voz. Sin estridencias, eso sí. Sus ritmos pop, la calidez de su contacto con el público y sus melodías pegadizas y armónicas ayudaron a los asistentes a disfrutar de una puesta de sol como uno se imagina en la terraza que domina todo el puerto de Vigo en un día de casi verano. El sol se reflejaba en el mar todavía con fuerza cuando el cuarteto producido por Javier Abreu salió al escenario al aire libre. Sobre él se ganaron al público de todas las edades, hasta ese momento repartido en pequeños grupos salpicados por toda la cubierta, y lo prepararon para el momento estrella de la primera parte de la noche, ese en el que coincidiendo con el instante exacto en el que se ponía el sol, el conductor del evento, el vigués Carlos Veleiro, se acercó un momento al micrófono para anunciar una sorpresa. Bonnie Tyler y sus 66 años de vida se subieron al escenario e hicieron estallar las reticencias y los prejuicios del público en cuestión de segundos. Y, desde ese momento, las luces brillaron solo para ella.