Alberto Zedda: «Es difícil preferir algo en la música cuando tenemos tantas obras»

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

CULTURA

MARCOS MÍGUEZ

El musicólogo italiano dice que esta «obra maestra de Verdi es muy respetada en todo el mundo»

28 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Sentado en su camerino del Palacio de la Ópera de A Coruña sus pies siguen moviéndose al ritmo de una musica que parece sonar en su interior. Alberto Zedda (Milán, 1928) sonríe con facilidad y habla con pasión de Falstaff, la ópera de Verdi que dirigirá el próximo sábado (20.00 horas), con el barítono-bajo galés Bryn Terfel dando vida a Sir John Falstaff. Será el estreno en Galicia de esta obra, destacan desde Amigos de la Ópera, organizadores de esta programación.

-¿Cómo van los ensayos?

-Los ensayos van magníficos. El reparto es extraordinario y, como conozco a todos los artistas, creo que vamos a continuar en un grado de felicidad y de creatividad positiva [risas]. Falstaff merece una gran interpretación porque es un milagro de juventud y de sabiduría de antaño.

-¿Por qué es un milagro?

-Es increíble que un hombre como Verdi compusiera Falstaff con esta frescura y esta sabiduría. Transmitir la sabiduría con frescura juvenil es muy difícil, porque normalmente ese impulso juvenil lleva a una creatividad de otro tipo pero no tan profunda, tan racional, tan inteligente. Esto es el fruto de la colaboración con Boito [el autor del libreto]. Son dos artistas muy interesantes, muy inteligentes. Verdi tiene un ingenio que Boito no tiene, pero puede que este tenga una visión literaria suprema.

-¿Arrigo Boito se inspira en Shakespeare?

-Creo que es más importante el texto de Boito que el original de Shakespeare en Las alegres comadres de Windsor, considerada una obra menor; pero la de Boito es una contribución inteligentísima, extraordinaria, suscitando que Verdi quisiera ser moderno. Esta es la ópera de Verdi más moderna, la que tiene más sabiduría, la más pensada, con la que rompe un poco el esquema de la ópera tradicional y se abre a la ópera moderna, que era el sueño de Wagner. Es una ópera que tiene de todo: literatura, poesía...

-¿A pesar de ser la última obra que compuso?

-O precisamente por ser la última. Tenía toda una experiencia detrás, una seguridad en sí mismo, una visión musical tan amplia que podía superar su siglo, su misma música, abrir un nuevo panorama. El mundo moderno aprendió mucho de Falstaff, es una versión moderna y antigua a la vez, como La coronación de Popea, de Monteverdi, que tiene esta unión perfecta entre la palabra, la poesía y la música.

-¿«Falstaff» es su ópera preferida?

-Sí... Es difícil decirlo. La preferida suele ser la que estás dirigiendo. Por fortuna hay tanta diversidad en la música, y dentro de los mismos autores, que preferir algo singular es difícil. Si hay una preferencia no creo que sea por una razón puramente musical, es más por una cuestión sentimental, de identidad... Es difícil preferir algo en música cuando tenemos tantas obras.

-Esta ópera la ha dirigido hace poco, ¿no?

-Sí, en Tokio, para los japoneses. En todo el mundo Falstaff es una de las obras más respetadas. Querida no lo sé, pero respetada sí. Es una obra maestra.

-¿Por qué duda de si es querida?

-Porque no es fácil querer a Falstaff, se necesitan valores que no son solo musicales para apreciarla: hay un texto literario que a veces es muy difícil, con palabras que no se usan... Y luego hay esa contradicción fantástica que es la de que cuenta una historia real y la misma historia en una clave poética, de fantasía. Eso es único. Hay dos óperas en una que se complementan. Una que habla un lenguaje cotidiano, de todos los días, y otra que habla un lenguaje absolutamente abstracto, poético, literario, fantástico... Debe ser vista de modo muy placentero porque hay cuestiones que no se pueden resolver como es el juicio moral final, que es muy duro si uno lo toma literariamente. No es la conclusión de una ópera cómica, sino un final dramático pero en este contexto de fantasía se puede aceptar todo; es algo que se puede atemperar con la música, con la poesía, con la belleza, con un regalo estético que resuelve el final, aunque no éticamente.

-¿Hay que verla sin mensaje moral?

-No hay sentencia moral. Se puede encontrar un poco de positividad, puedes aceptar una sentencia no tan grata, no tan fácil de aceptar porque esta ópera cómica de Verdi termina con una conclusión bastante amarga, por el comportamiento humano. Y eso que Verdi dedicó toda su vida a explorar, a conocer el lado humano y a cantar todo lo positivo, separando muy bien lo malo de lo bueno. Algunos términos son terribles, como que todo es una burla, que no es verdad.

-¿Diría que es una ópera popular?

-No es la ópera más popular de Verdi, no es fácil. Lo primero de todo es entender palabra por palabra lo que significa, porque la historia es muy banal, muy fácil. Lo importante es que cada palabra tiene un significado que va más allá del significado etimológico de la palabra. Esta segunda visión está provocada por la música, porque si te lees el texto de Falstaff en comedia hablada es un bellísimo texto pero no te da esa visión, esa solución ética y estética que te da con la música, que es la defensa principal de la ópera lírica.

«Lo que escribo es para expresar el entusiasmo que llevo dentro»

Todo en el mundo es burla. Es el título que Alberto Zedda da al texto para el programa de mano de Falstaff, un artículo en el que muestra su vena literaria. Ante el planteamiento de que se trata de un texto poético, el musicólogo y director de orquesta argumenta: «No sé si soy capaz de hacer algo muy poético. Todo lo que escribo nace para explicar algo más, para expresar el entusiasmo que llevo dentro. Intento comunicar a mis compañeros de viaje ese mismo entusiasmo. No es un acto racional, poético, es un acto de amor y de entusiasmo».

-¿Un director debe transmitir ese entusiasmo?

-A mí me parece que si hago algo ante el público, debo darle algo, no solo gesticular ante los espectadores. Trato de compartir ese entusiasmo. Y más con la ópera lírica que hoy en día está muy en peligro, cuesta mucho sacarla adelante y necesita de la ayuda del Estado, si no, no sale. Antes estaban los príncipes, los duques que la financiaban... Se trata de explicar a los que tienen la responsabilidad que ayudar a esta forma de arte no es hacerlo a cuatro artistas que van a cantar o al director, que no va hacer gimnasia al frente de la orquesta. No. Esta es una forma de comunicación muy particular que puede dar respuestas importantes a preguntas importantes.

-¿A todo el público?

-Naturalmente. Aunque el público debe entrar un poco en el vocabulario de la ópera. Entender este discurso musical es mucho más fácil que entender un texto de filosofía, de poesía pura... Dicen las mismas cosas importantes, pero de una manera más simple que usa la clave del sentimiento, de la sensibilidad.

-¿Interesa a la gente joven?

-Encuentro mucha gente joven, que ya sé que es una minoría, pero esa minoría me garantiza un mundo mucho mejor de lo que estamos viviendo. Encuentro jóvenes de una apertura intelectual, de una positividad, que no corresponde a la visión de este mundo financiero, capitalista, que no me dice nada positivo. Los jóvenes no son así. Los hay con una preparación, una inteligencia y una gran cultura instintiva. No están solo en el móvil, son de todos los países, de algunos que no tienen una relación privilegiada con la ópera lírica, y de un diálogo universal que me hace esperar en un mundo más abierto, más tolerante, más pronto a entender las razones del otro.

-¿Vive en A Coruña?

-Sí, una parte del tiempo. No puedo decir dónde vivo. Ahora 20 días en Moscú, para hacer la ópera que hice el año pasado aquí; luego 20 días en Canadá...

Los norteamericanos Kunde y Cornetti abren esta tarde la programación lírica

Arias y dúos de óperas y canciones de Broadway. Es el programa del recital que ofrecerán esta tarde (20.30 horas), en el Palacio de la Ópera de A Coruña, los norteamericanos Gregory Kunde (tenor) y Marianne Cornetti (mezzosoprano). Con esta actuación arranca la programación lírica hasta fin de año en la que figura como una de sus óperas líricas con mayor demanda por parte de los aficionados (las entradas están prácticamente agotadas) el Falstaff que dirigirá Alberto Zedda el próximo sábado, día 3. La noche anterior tendrá lugar en el teatro Rosalía de Castro el recital Albelo, 10 años en A Coruña, del tenor Celso Albelo y con el pianista José Francisco Parra. El cantante canario interpretará arias de ópera que ya interpretó en la ciudad, como I Puritani o Don Pasquale.