La prueba: Alfa Romeo 4C

Héctor Ares

MOTOR ON

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El Alfa 4C pertenece a ese segmento de deportivos radicales, pero con un tamaño y precio más contenido, que lo convierte en una vía para aquellos que no pueden aspirar a conducir un Ferrari, Lamborghini o Maserati

06 abr 2015 . Actualizado a las 13:06 h.

Mucha gente sueña con conducir alguna vez en la vida un Ferrari pero pocos, muy pocos, son los que pueden permitirse el lujo de poseer un coche de la casa de Maranello. Además de sus precios prohibitivos, Ferrari ha decidido limitar la producción para convertir sus coches en piezas todavía más exclusivas. Así lo demuestran las cifras de 2014, año en el que se vendieron en todo el mundo 3.600 Ferrari, un 48% menos que el año anterior, aunque a pesar de ello han conseguido ganar más dinero como compañía. 

En medio de esta corriente que limitará más si cabe el número de Ferrari que vemos por nuestras calles, Alfa Romeo, marca que pertenece también al Grupo Fiat, cuyo logotipo luce en el monoplaza Ferrari de Fórmula 1, ha lanzado un producto, el 4C, que parece nacido para cubrir la carencia de Cavallinos Rampantes en los próximos años y también su precio elevado para la mayoría de los mortales. 

Y es que el pequeño Alfa Romeo 4C, con sus escasos cuatro metros de largo y solo 240 caballos extraídos de un pequeño motor 1.7 de cuatro cilindros situado en posición central, es capaz de ofrecer prestaciones y sensaciones que le colocan en el umbral de los mejores superdeportivos de Maranello.

Acelera de 0 a 100 km/h en 4,5 segundos y alcanza una velocidad punta de 258 km/h, todo ello aderezado con un sonido que recuerda inevitablemente a los bramidos de los motores V8 afinados en el trazado de Fiorano, donde Ferrari da las pinceladas finales a sus coches. 

Su secreto reside en un peso muy contenido de 895 kilos con los que este biplaza de estilizado diseño italiano, consigue moverse como pez en el agua en las carreteras más sinuosas. Hemos tenido el privilegio de probar una de las pocas unidades que se han matriculado en España y después de un par de días a los mandos todavía tenemos la adrenalina a flor de piel.  Sus reacciones directas y precisas y la brutal patada de su motor invitan a buscar trazados revirados y técnicos.

Su precio de 53.990 euros es alto para un coche de capricho, pero es una tercera parte de lo que cuesta el Ferrari más barato. Además, gracias a su producción limitada a 1.000 unidades al año en Europa, hay muy pocas posibilidades de encontrarse con otro igual en un semáforo, algo que no podríamos asegurar si conducimos un simple Ferrari.

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A EXAMEN

Il MANETINNO

Configurador. Igual que los Ferrari llevan en el volante un mando derivado de los Fórmula 1 que permite adaptar el coche a diferentes tipos de uso, el famoso manetinno, el Alfa Romeo 4C tiene el  D.N.A. Al pulsar un botón situado entre ambos asientos puedes configurar el coche entre cuatro especificaciones diferentes: Dynamic para uso deportivo, Natural para conducción normal, All Weather para circular con condiciones adversas y por último Race, pensado para sacarle todo el jugo en circuito. 

CHASIS

Fibra de carbono. Uno de sus secretos para conseguir un peso pluma es el empleo de materiales extremadamente ligeros en la construcción del coche. El chasis monocasco de fibra de carbono es digno de un coche de carreras, y los paneles que dan forma a la carrocería son de fibra de vidrio y resina de poliéster. Además, la estructura del chasis está a la vista desde el habitáculo, otro detalle que te ayuda a sentirte como si realmente fueses montado en un coche de carreras. La herencia de Ferrari en la Fórmula 1 es evidente en este sentido.

CAJA DE CAMBIO

Doble embrague. Monta una moderna transmisión de 6 velocidades con doble embrague en seco Alfa TCT que ofrece la función launch control que se maneja con precisión a través de las levas fijas del volante. Entre ellas y la forma del volante su manejo parece el de un coche de circuitos, más que uno de calle.

DISEÑO

Purista y retro. No pasa desapercibido este 4C en la calle, con unas líneas que recuerdan a algunos deportivos de los años sesenta y su baja  y aplanada silueta de solo 1.18 metros de altura