Drones: Galicia se inventa un sector y se alinea con el futuro

Manoli Sío Dopeso
M. Sío Dopeso VIGO / LA VOZ

MERCADOS

Juan Salgado

Treinta empresas y 200 operadores dan alas a un innovador tejido industrial que ya crea empleo y riqueza. Seguridad, lucha contra el fuego y vigilancia son el comienzo de un negocio que despega

12 jul 2019 . Actualizado a las 15:05 h.

Parecen juguetes, pero estas pequeñas y frágiles aeronaves moverán 1.200 millones de euros de negocio y crearán 11.000 puestos de trabajo en España en el 2035. Es el cálculo que el Ministerio de Fomento recoge en el plan estratégico diseñado para impulsar este novedoso sector en el que Galicia esta vez juega en posición de ventaja.

Hace un par de años, operar con drones en Galicia era una actividad desconocida y minoritaria. Pero los aviones no tripulados, útiles tanto para un bombardeo como para un reportaje de boda, se han convertido en todo un negocio con grandes expectativas de crecimiento. Hay demanda en el mercado, y por eso no es de extrañar que la fabricación y el pilotaje de drones sea ya la actividad en la que están naciendo más empresas en toda Galicia.

El tirón de la iniciativa público-privada representada por el CIAR (Centro de Investigación Aeroportada de Rozas), impulsado por la Xunta y sus dos socios fundadores, Indra y Babcock (Inaer), a los que se acaba de sumar el constructor aeronáutico Boeing, ha tenido un efecto inmediato en la iniciativa emprendedora. En poco más de tres años, este incipiente sector gallego ha pasado de contar con 14 operadores (año 2015) a sumar a estas alturas (cierre del 2018) un total de 206 empresas autorizadas por AESA, la Agencia Estatal de Seguridad Aérea; además de 5 escuelas homologadas por este organismo para la formación de pilotos.

Dice la Xunta que la inversión asociada a Rozas (150 millones hasta el 2020) «ya es una realidad que está dando resultados concretos». Genera 260 empleos de alta cualificación, 20 proyectos de I+D desarrollados por las empresas Indra y Babcock y próximamente Boeing; y la participación en ellos de 30 empresas y centros de conocimiento.

 Entre lo público y lo privado

Los primeros en llegar han sido los proyectos de los dos constructores instalados en el aeródromo de Rozas: Indra y Babcock (antes, Inaer).

Formaba parte del contrato (como ganadores de la primera fase de licitación) que ambos grupos integraran en sus respectivos programas industriales a suministradores y socios gallegos, y lo que está ocurriendo es que ya hay una decena de empresas incorporadas, lo que conforma el primer panel de proveedores de componentes de drones de Rozas.

Entre las veteranas, liderando la cartera de subcontratas de Indra, se encuentran Delta Vigo, auxiliar de primer nivel de los grandes constructores aeronáuticos (Airbus, Boeing, Embraer o Comac). Se ha incorporado también Seadrone, compañía creada para diseñar, desarrollar y construir barcos no tripulados, que lanzará al mar su primer prototipo, para misiones de análisis y control, el mes que viene en la ría de Vigo.

Fuentes de la Xunta citan otras empresas, como Soarnor y Gaerum Ingeniería, en calidad de auxiliares de Indra, ambas creadas para el proyecto de avión opcionalmente tripulado Targus.

La otra gran adjudicataria de Rozas es Babcock, que está trabajando en dos prototipos de helicópteros no tripulados. Una vez que ambos aparatos obtengan las correspondientes certificaciones, la compañía comenzará la producción en serie, un proceso que se hará íntegramente en Rozas, con la participación de una veintena de proveedores de la comunidad.

De momento, ya hay cinco subcontratadas. Cinfo, especializada en vídeo inteligente y descubrimiento de contenidos; y Softewcare, una empresa de ingeniería y consultoría desarrolladora de software. También figuran Coremain, especializada en tecnología sanitaria; Soldatec, dedicada al campo de la soldadura técnica aplicada a todos los sectores de la industria; y Pildogalaica, creada por Babcock para dedicarse a la gestión del tráfico aéreo a baja cota.

 Y ahora llega Boeing. El constructor aeronáutico se instalará en Galicia para desarrollar sistemas de seguridad aérea, pero no lo hará en solitario, sino en consorcio con tres empresas tecnológicas especializadas en sistemas de telecomunicaciones.

Las firmas gallegas Centum, Televés y Gradiant son socias del proyecto, que estará tutelado desde el Centro Europeo de Investigación y Tecnología de Boeing (Boeing Research & Technology-Europe o BR&T-E).

Este consorcio dispondrá de 10,5 millones (4 millones puestos por el grupo aeronáutico, a los que hay que sumar 6,5 millones de la Xunta) para encontrar soluciones tecnológicas a los retos en materia de seguridad que ya está generando el despliegue de los aviones autónomos en los espacios aéreos compartidos con la aviación convencional.

En la sociedad entran también la firma madrileña Soticol Robotics y la Universidade de Vigo, que realiza una investigación académica puntera en aspectos relacionados con las tecnologías del proyecto.

Las firmas gallegas que acompañan a Boeing no son socios menores. Gradiant (Centro Tecnológico de Telecomunicaciones de Galicia), con sede en Vigo, trabaja desde hace años en sistemas de navegación y posicionamiento de aeronaves no tripuladas. Tiene patentes en tecnología de localización de personas extraviadas mediante la combinación de telefonía móvil y drones. Y entre sus innovaciones con mayores perspectivas de mercado destaca un sistema que logra detectar, identificar y derribar, si es preciso, aeronaves no tripuladas que se encuentren operando en situación de ilegalidad o que supongan una amenaza para las personas.

En este campo de seguridad antidrones trabaja también Centum, una empresa con sede en Vigo especializada en tecnologías punteras en el campo de las comunicaciones para gestión y seguridad del tráfico aéreo. Y en la misma línea trabaja Televés, firma compostelana especialista en servicios de telecomunicaciones y en la fabricación y comercialización de sistemas de recepción y distribución de señales de televisión y radio. 

Liderando Europa

Y es así, poco a poco, como todo este entramado tejido en torno al negocio de los drones empieza a tomar forma y a situar a Galicia en una posición relevante, de momento en España, pero apuntando alto.

Los planes del Gobierno pasan por regular la aplicación de los drones en ámbitos como la agricultura, la filmación topográfica, el medio ambiente, la obra civil y la minería a corto plazo. En el medio plazo, ampliará su espectro a las telecomunicaciones, el control de fronteras, las emergencias o a las ciudades inteligentes. Y a partir del 2030 afrontará la última barrera de la industria: el transporte de pasajeros de larga distancia y aerotaxis.

España, con Galicia al frente, representa el tercer país más importante en Europa en este ámbito, solo por detrás de Francia y Polonia.