Fiestas, un motor económico que acelera en verano

María Cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

Ana García / Óscar Cela / Emilio Moldes

Las más de mil celebraciones que llenan la agenda festiva gallega en julio y agosto mueven millones de euros en la comunidad, dinamizando sectores tan dispares como el cárnico o el maderero

10 jul 2017 . Actualizado a las 00:56 h.

Cuenta Javier Saavedra, director de Los Satélites, que hace unos años la comisión de fiestas de una parroquia del entorno de Ferrol les pidió que dedicaran una canción a una mujer que, en su lecho de muerte, los había llamado para rogarles que no dejaran de organizar la verbena. Y no se olvidó de sacar de debajo de la almohada una aportación de 150 euros, correspondiente a su contribución habitual para tres años.

Aquella vecina no quería que desapareciera la celebración porque era la única fecha del año en la que reunía a su familia. Aquel día, la parroquia volvía a llenarse de gente, despertando la aletargada economía local. «Desde os pintores que van darlle unha man á casa para que estea bonita cando vén a xente de fóra, ata os supermercados; as florerías, que non só decoran a igrexa, tamén os camposantos; os panadeiros; o electricista... Non hai quen non gañe algo coa festa», dice Saavedra.

Más allá de todo lo que mueve la industria de las orquestas en Galicia -un estudio de la Universidade de Santiago realizado en el 2012 hablaba de 26,2 millones de euros anuales-, el impacto económico y el arraigo que garantizan las verbenas en Galicia es bastante mayor. «Dinamizan la economía local y fortalecen el arraigo e identificación cultural. Las fiestas patronales generan vínculos afectivos y comunitarios con el territorio», dice el profesor de Geografía Humana de la USC Carlos Ferrás.

Pero este tipo de celebraciones son solo uno de los ejes de un motor mucho más potente compuesto por piezas tan dispares como esas citas puntuales para celebrar el patrón; romerías o peregrinaciones; churrascadas o cigaladas populares; eventos gastronómicos como O Percebe do Roncudo o el Albariño de Cambados; fiestas históricas como el Arde Lucus, la Feira Franca de Pontevedra, la Festa da Istoria de Ribadavia, la Medieval de Betanzos...

La cuestión es que, como reconocen tanto desde Turgalicia como desde el Clúster de Turismo o las diputaciones provinciales, el terreno que abonan las fiestas en Galicia es tan amplio y tiene tal fuerza económica que su aporte real al PIB está todavía por medir. De hecho, resulta muy complicado hacerlo. Quizá porque son muchos los sectores que se alimentan de ellas. Desde la hostelería al turismo pasando por el vitivinícola, el forestal, el cárnico, pasando por la artesanía, la industria de palcos, escenarios, cartelería, diseño gráfico, transporte, plásticos, textil, equipos de sonido, infraestructuras para iluminación, compañías encargadas de revisar las atracciones...

«¿Sabes quen move o mercado de segunda man das flotas de camións que deixan as grandes empresas ao acabarlles o leasing? As orquestras. Porque cada cinco ou seis anos temos que cambiar os camións porque os acabamos ao ir polos pobos ou metelos ata as parroquias que están no medio do monte», dice Saavedra.

¿Y las fábricas de velas? Desde Cererías Compostela, encargada de surtir a los santuarios de Amil y Maceda, subrayan la inyección inoculada por la celebración de los milagros en ambas ermitas a principios de septiembre. «Exactamente non che podo dicir cantas velas lles servimos eses días porque iso sabeo o cura, pero é verdade que o impacto desas festas o notamos moito», dicen desde la factoría de Brión. Además, no hay romería en la que no haya un puesto de rosquillas.

La nueva normativa de seguridad que se aplica a las verbenas ha generado también un impacto en las compañías encargadas de revisar los equipos de los feriantes. «Por pequeña que sea la parroquia, los organizadores de las fiestas han de contratar también seguros de responsabilidad civil. Lo han comentado algunos alcaldes», explican desde la Fegamp.

La lista de sectores beneficiados es tal que incluso traspasa las fronteras de la comunidad. Hasta la empresa Tecnare bautizó uno de sus modelos de altavoces, preparado para aguantar la lluvia, como Galicia por la amplia demanda que recibía desde el oeste de Pedrafita.

Lo que está claro es que mueve millones. Como ejemplo, según los datos facilitados por los concellos u organizadores, solo el Arde Lucus, la Feira Franca de Pontevedra y la Pascua de Padrón generan un impacto económico estimado de más de 23 millones de euros.

Otros ejemplos de lo que implican lo ponen tanto administraciones como el Concello de Cambados: «No último Albariño saíron 95.000 botellas de viño a dez euros cada unha, calcula. Iso só é en viño». O pequeños hosteleros como Bruno Rodríguez, propietario de Pulpería Carballiño, en ese concello ourensano: «O segundo domingo de agosto, cando é a festa, isto énchese. Temos que contratar bastante máis persoal. E hai xente de fóra de Galicia que xa vén tódolos anos». Y es que este amplio sector es uno de los que más empleo temporal moviliza durante el verano. Porque en Galicia hay, solo durante julio y agosto, más de un millar de fiestas. Además, la comunidad ha declarado 137 de interés turístico internacional, nacional o autonómico.

En este sentido, desde el Clúster de Turismo apuntan que «lo que está claro es que, cuando hay un evento del tipo de O Marisquiño, la Festa do Polbo de O Carballiño, o el Percebe de O Roncudo la restauración y los hoteles lo notan. Y mucho. En Lugo, durante el Arde Lucus celebrado la semana pasada la ocupación alcanzó el 95 %. Esa gente duerme, come y, probablemente, vuelva luego a Lugo alguna vez». Pero no solo eso. Porque, como añaden, «todos estos eventos son un arma imbatible de promoción turística, sobre todo porque el que viene, cuando vuelve a su casa, cuenta lo que ha visto».

De hecho, desde la Asociación Galega de Orquestas reivindican que las verbenas entren también dentro de los paquetes que promocionan Galicia en el exterior. «Atraerían a moitos turistas de fóra porque esta é unha industria que só hai aquí e haina que coidar», dice su responsable, Manuel Fariña.

Y cuenta otra anécdota: «Estabamos un día tocando nunha festa ao lado do Camiño. Chegaron uns xaponeses, quedaron coa boca aberta e empezaron a disparar. ¿Que fotos cres que van mostrar cando cheguen a Xapón?».