De los barcos de madera a los de poliéster

Ana Gerpe Varela
A. Gerpe RIBEIRA / LA VOZ

MERCADOS

La empresa, en cuyas instalaciones se han construido más de veinte embarcaciones, se ha especializado en el arreglo de todo tipo de naves; el propio fundador hizo el varadero

28 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde primera hora de la mañana, en las instalaciones de Astilleros Aguiño se registra una intensa actividad. Un grupo de operarios se afanan en el arreglo de un barco bateeiro, mientras otras naves aguardan que llegue su momento. Todos son barcos pesqueros. Sin embargo, en la nave interior que da acceso al varadero, un elegante yate acapara la atención. Se trata de una embarcación de lujo, cuyo propietario encomienda desde hace años a esta empresa su puesta a punto. Y es que en Astilleros Aguiño, una de las primeras carpinterías de ribeira creadas en el área de Barbanza, han sabido adaptarse a los nuevos tiempos para trabajar el poliéster con la misma destreza con la que antaño manejaban la madera, hoy cada vez menos presente en los barcos que llegan a sus instalaciones.

Esta compañía familiar nació cuando la actividad en el mar estaba en plena efervescencia y, aunque a lo largo de sus 47 años de historia -cumplidos el pasado día 20-, los vientos no siempre han soplado a favor, ha sabido sortear los temporales para captar otro tipo de clientes y suplir el descenso de trabajo procedente de la pesca.

Desde los cimientos

Astilleros Aguiño emergió de la mano de Ramón Blanco Fajardo, tan de su mano que hasta construyó, junto a un reducido grupo de operarios, la mayor parte de las instalaciones de una empresa que se caracteriza por su dinamismo. Cinco años tardaron en hacer la nave y la infraestructura que permite, en el puerto de Aguiño, montar y arreglar los barcos.

Desde su puesta en marcha, de estos astilleros han salido más de una veintena de barcos. El primero fue, en 1971, el Intxaurrondo, un año después de iniciarse la actividad. Hubo épocas en las que reparaban hasta 140 embarcaciones al año, ahora la cifra se sitúa en torno a las 80.

La travesía iniciada por Ramón Blanco Fajardo ha encontrado continuidad en sus hijos, Moncho y Jorge Blanco Sánchez, quienes desde hace ya unos años están al frente del negocio con el que han crecido. Ambos reconocen que la actividad pesquera no atraviesa por su mejor momento y cuando se les pregunta por la marcha del negocio, comentan: «Imos tirando. Hai moita competencia». En esta época del año, subraya Moncho Blanco, la mayor parte del trabajo procede de barcos bateeiros: «Antes había máis pesqueiros, pero reducíronse moito». Precisamente, eso llevó a ambos hermanos a avanzar un paso más para trabajar otro tipo de materiales, como el hierro, el aluminio o el poliéster: «É necesario diversificarse. Tradicionalmente era a madeira o que se traballaba, pero, actualmente, debido aos controis e a outro tipo de circunstancias, son poucos os barcos que se fan con este material», comenta Jorge Blanco.

Por eso, el astillero también ha ido ampliándose y ahora dispone de un taller de calderería: «Tivemos que especializarnos», precisa Moncho Blanco Sánchez.

En el astillero trabajan, además de los hermanos Blanco, otras siete personas. Aunque indican que «a falta de cuota está pasando factura ao sector do mar», en esta empresa consiguen mantenerse a flote y los encargos no dejan de llegar. La inmensa mayoría son de empresas locales y, en ocasiones, se desplazan a puertos de A Coruña o de Vigo para efectuar reparaciones en los barcos.

Afirman los hermanos Blanco Sánchez que el astillero es conocido, básicamente, por el boca a boca: «Os traballos que facemos son a mellor publicidade». Explica Jorge Blanco que armadores que ven sus arreglos son los que preguntan a otros profesionales dónde se realizaron, y que eso les permite captar clientes.

Mantener la calidad de una empresa con historia y adaptarse a las exigencias de un mercado cambiante son las señas de identidad de la firma.