El vínculo con la empresa conduce a la FP gallega a su edad de oro

Rosa Estévez
Rosa Estévez REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

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La matrícula para formarse en alguno de los más de mil ciclos que se ofertan en la comunidad se dispara a máximos históricos y la inserción laboral se eleva al 76 %

09 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Fue, durante mucho tiempo, el plan B. La alternativa pobre para quien no podía aspirar, por una u otra razón, al laureado mundo universitario. Fue, en fin, el patito feo del sistema educativo, un camino secundario que se ha transformado de pies a cabeza. La Formación Profesional inició, hace más años de los que pueda parecer, una metamorfosis que recibió el impulso definitivo gracias a la crisis. Y se ha convertido en lo que ahora es: una formación pegada a la realidad, la llave capaz de abrir muchas puertas.

En el Centro Integrado de Formación Profesional Compostela sitúan el inicio de la revolución de la FP allá por el 2005. «Dende aquela, este tipo de formación recibiu un impulso importante», señalan desde la dirección de esta escuela. Un impulso que se ha traducido en que «nos últimos años, é de destacar a inversión que se realizou nos centros, en canto a dotación de material», señalan desde As Mercedes, de Lugo. En un contexto marcado por la crisis y los recortes, esa afirmación, repetida como un eco desde varios puntos de Galicia, resulta sorprendente. Queda mucho por hacer -nunca son suficientes los euros que se destinan a la educación- pero no por ello el camino andado ha de ser desmerecido. Desde el CIFP Ánxel Casal de Monte Alto, A Coruña, tienen claro por qué merece la pena invertir en este tipo de formación. «Pasou de ser percibida como a irmá pobre do sistema educativo a ser vista como unha ferramenta moi positiva de inserción laboral», señalan desde la dirección del centro. Los datos ratifican esa sensación generalizada de que la FP es útil. Según el último estudio sobre esta cuestión realizado por la Xunta, «case oito de cada dez alumnos que remataron os estudos de FP no curso 2013/14 teñen un emprego na actualidade».

La clave de semejantes cifras hay que buscarla en cómo se enseña, y en cómo se aprende, en la nueva FP. Los centros de Formación Profesional no pierden de vista la realidad de las empresas en las que, después, trabajarán sus alumnos. Esa comunicación constante con los contratadores del futuro, ese temprano despertar de los estudiantes a la realidad del mercado laboral, ha logrado generar una nueva forma de hacer las cosas. El ejemplo más claro de todo ello es la FP Dual, rebautizada en los pasillos de los institutos como la FP alemana. En este modelo, la formación se conjuga entre el centro de estudios y las empresas que participan del modelo. Este curso están en marcha dieciséis ciclos formativos de esta modalidad, el doble que el año anterior. Desde la Administración autonómica están satisfechos con una fórmula que progresa adecuadamente, dejando buen sabor de boca tanto en los alumnos como en las empresas que se han subido a este carro: desde hoteles a firmas de productos farmacéuticos, pasando por una gama cada vez más amplia de sectores de actividad.

La FP Dual es la promesa de futuro. Pero de momento representa una pequeña parte del gran mundo de la Formación Profesional. Un mundo que pivota sobre los ciclos formativos de régimen ordinario (1.164 en toda Galicia), y que se complementa con la formación modular para adultos, la modular a distancia y los programas para personas con necesidades específicas.

Con todos esos elementos en juego, la Consellería de Educación confía en avanzar «na implantación de ciclos adaptados ao Catálogo Nacional de Cualificacións Profesionais, así como ás necesidades do sistema produtivo galego».

Esa atención al entorno es otro de los factores determinantes de la nueva FP. Centro a centro, los docentes constatan el éxito de aquellos ciclos que tienen una relación directa con lo que ocurre al otro lado de la verja del centro. «É evidente que ten que haber unha correlación entre a oferta formativa e a realidade», indican desde el Ánxel Casal. «Os nosos ciclos da familia de servizos socioculturais e á comunidade funcionan porque no noso entorno hai moitas empresas deste sector», remachan. La lista de ejemplos es larga, y nos lleva desde el Instituto Galego de Formación en Acuicultura enclavado en A Illa de Arousa, hasta los cursos de hostelería que se imparten en varios puntos de Galicia. Esos ciclos que se ajustan como un guante a la realidad alcanzan altos niveles de inserción laboral y son, también, de los que tienen una mayor cantidad de alumnos esperando su oportunidad, su plaza.

el éxito va por familias

Pero no se dejen arrastrar por las apariencias. En esto de la Formación Profesional entran demasiadas claves en juego, y si bien es cierto que los ciclos muy caracterizados para una zona suelen ser un éxito, también es verdad que hay formaciones que, sin tener denominación de origen, triunfan en el mercado laboral. Según los datos de la Xunta de Galicia, «superan o 80 % de nivel de inserción laboral as familias profesionais de Instalación e mantemento (85,8%), Fabricación mecánica (84,8%), Servizos socioculturais e á comunidade (80,9%), Marítimo pesqueira (80,3%) e Enerxía e auga (80,3%)». En el lado contrario se encuentran las familias profesionales en las que resulta más complicado encontrar un trabajo. Artes gráficas (33,8%), Agraria (30,5%), Imaxe Persoal (28,9%) y Administración e xestión (28%) ocupan los últimos puestos de la lista de la FP en Galicia.

Pero, aunque pueda parecer extraño, no todos los que se embarcan en la aventura de la Formación Profesional van buscando un trabajo. Manuel Corredoira, director xeral de FP, explica que «hai ciclos que non teñen unha grande saída laboral, pero que teñen moita demanda porque se utilizan como camiño de acceso a outro tipo de ensinanzas». Los cursos relacionados con materias sanitarias son, para muchos de sus alumnos, «unha pasarela para chegar á Universidade».

El estudiante que ve en la FP una etapa de un camino formativo más largo es muy fácil de encontrar en los institutos. Aunque, también en esto, en la formación profesional no cabe en un único perfil. «Hai moitos tipos de alumnos», dicen desde el CIFP Xunqueira (Pontevedra), aunque la frase la podrían haber pronunciado en cualquier otro instituto gallego que imparta este tipo de formación. Y es que al instituto llegan alumnos jóvenes, al principio de su carrera profesional. Llegan también universitarios que buscan el título de técnico para encontrar una entrada al mercado laboral. Y parados que se rebelan contra un destino inesperado e injusto apostando por la formación.

Todos dan forma al número 50.627, que es el total de matriculados este curso en alguna de las ramas de la FP gallega. Es una cifra récord. «La matrícula ha llegado al tope. La crisis la hizo despegar, pero ahora algo irá descendiendo», dicen desde A Xunqueira. Pero, de momento, los números son los que son y dibujan una realidad hegemónica. «Antes a oferta educativa non se daba cuberto. Os centros tiñan que saír ao entorno a buscar estudantes. Agora é o revés», explican desde el CIFP Compostela. Ahora, la FP disfruta de su edad de oro.

Administración y docentes sitúan el éxito del sistema en una atención constante a la realidad del entorno