Incertidumbre, gasolina para la UE

Cristina Porteiro. Corresponsal en Bruselas

MERCADOS

Las convocatorias electorales en países de fuerte poder económico en la eurozona, el «brexit» y las dudas sobre la futura política de Trump abren interrogantes en la economía mundial

27 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El futuro económico de la UE se dirime en varios frentes. Capeado el temporal de los últimos ocho años de crisis, los 28 todavía hacen balance de los líderes caídos en combate. La lista engorda a medida que crece el descontento popular con las élites políticas. La furia ciudadana crece imparable sin que nadie acierte a inyectar la vacuna contra el euroescepticismo y los populismos a uno y otro lado del Atlántico, al norte y al sur. Los riesgos externos para la economía europea son enormes. Nadie sabe qué hará el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, con los acuerdos de libre comercio. ¿Aterrizará la economía china o se estrellará directamente sacudiendo a la eurozona? También los riesgos internos imponen retos a una UE en pleno proceso de cambio. Los calendarios electorales en Italia, Alemania, Francia y Holanda son la gran prueba de fuego para la supervivencia del proyecto europeo, sin desdeñar los peligros contenidos de la interminable y mutante crisis griega, la parálisis del proceso de integración, el bajo crecimiento, la baja inflación y la posible reversibilidad de las reformas estructurales que Berlín dictó a países hoy declarados en rebeldía. La incertidumbre sacudirá la economía en los próximos 14 meses.

1 SE ACABARON LOS VIENTOS DE COLA.

Bruselas reconoce que las perspectivas de crecimiento (1,6 % del PIB para el 2017) se están deteriorando por la «incertidumbre política», «el bajo crecimiento fuera de la UE» y el «débil comercio global». Al tridente de desdichas debería sumarse el encarecimiento de los precios de la energía que se avecina, poniendo fin al famoso «viento de cola» que ha ayudado a la UE a asomar la cabeza por encima del fango de la crisis. Bruselas confía el crecimiento a la demanda interna. Se acabó el tiempo de bonanza de las exportaciones: «La actual debilidad del comercio global fuera de la UE está pesando en las exportaciones de la eurozona», advirtió Bruselas antes de exigir públicamente a los países con desproporcionado superávit comercial (Alemania y Holanda) que abran la mano a políticas expansivas del gasto para impulsar el crecimiento en una UE mustia y anémica.

2 GIRO DE 180º.

«La política monetaria no es suficiente (...) La política fiscal debería apoyar la recuperación, respetando las reglas fiscales». Es la voz de alarma del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi. El italiano se alinea con Bruselas para exigir a Berlín que ponga de su parte. La magia se agota y la autoridad bancaria europea no puede seguir inundando al mercado de crédito sine die para evitar la deflación. ¿Qué esfuerzo reclaman? El gasto del 0,5 % del PIB (50.000 millones de euros) para recalentar motores allí donde haya margen. Básicamente en Alemania y Holanda, que acumulan años de superávit en cuenta corriente cercano a los ocho puntos. Para apuntalar la política de estímulos fiscales, Juncker ya ha dado orden de multiplicar su plan de inversiones estratégicas. El objetivo es movilizar 630.000 millones de euros hasta el 2022.

3 JAQUE AL «STATUS QUO».

La Comisión Europea admite abiertamente que la amenaza al status quo político puede derivar hacia «tendencias proteccionistas, nacionalistas, desglobalización y aislacionismo en Europa y el resto del mundo».

4 BREXIT.

La primera gran señal de alarma la dieron los británicos al votar a favor del divorcio con la UE. A la espera de que su Gobierno inicie la desconexión (previsiblemente en marzo del 2017), los 27 se preparan para amortiguar pérdidas nominales y de crecimiento potencial. Lo peor está por llegar a medio y largo plazo. Bruselas exige rapidez para salir cuanto antes del «entorno político volátil» en el que se ha sumergido a la UE. «Un período de incertidumbre extendida podría magnificar el impacto negativo», alerta. Londres también se prepara para minimizar riesgos para el mercado laboral y de aquellos derivados de la deslocalización de servicios financieros y el desvío del flujo de inversiones hacia el continente.

5 ERA TRUMP.

Los grandes temores de los líderes europeos se han reencarnado en la figura de Donald Trump. Ultranacionalista, populista y proteccionista. El republicano reúne el combo completo de amenazas para la UE. «Es muy, muy difícil evaluar qué impacto va a tener el cambio en nuestra política monetaria y en las perspectivas económicas de la zona euro», reconoció Draghi esta semana. Bruselas teme la retirada de Estados Unidos del ring internacional de comercio y el contagio de sus propuestas económicas. El TIPP por el momento queda «criogenizado» a la espera de vientos más favorables que no llegarán como muy pronto hasta la segunda mitad del mandato de Trump y si nada descoloca el orden político en la UE, donde las fuerzas políticas defensoras del acuerdo de libre comercio con el socio trasatlántico están pagando caro su apoyo. El eje del comercio seguirá moviéndose hacia Asia. «Este no es un cambio coyuntural, me temo que estamos presenciando un cambio estructural», reconoce una alta fuente diplomática española.

6 REFERENDO ITALIANO.

Apunten la fecha: 5 de diciembre. La UE asistirá a otro referendo de infarto, la consulta sobre los cambios en la Constitución italiana propuestos por el primer ministro Matteo Renzi, quien amenaza con dimitir si los ciudadanos no lo respaldan en las urnas, algo probable según los últimos sondeos. La dimisión del socialdemócrata abriría una crisis política profunda en un país en el que la caída de la productividad desde que abrazó el euro, el ritmo de crecimiento espantosamente lento (0,7 % en el 2016) y las exigencias de recorte presupuestario de Bruselas mantienen a los ciudadanos de espaldas a la UE. Nadie en la oposición garantiza su apoyo a la moneda y el proyecto común. «La UE y el euro no se desplomarán, pero sí espero la salida de uno o más países, posiblemente Italia, pero no Francia», asegura el director de Eurointelligence, Wolfgang Münchau, quien vaticina, si se cumplen sus augurios, «la mayor quiebra de la historia».

7 IMPASSE ALEMÁN.

Eurobonos, ¿dónde estáis? «Necesitamos una manera de mutualizar la deuda», clamó esta semana Benoît Coeuré, miembro ejecutivo del BCE, quien apremia a Alemania a levantar el freno de mano a las reformas que necesita la zona euro desde hace más de un lustro. Berlín se resiste a cualquier propuesta que requiera asumir riesgos de terceros y mucho menos a diez meses de nuevas elecciones. El calendario electoral germano ha sumido a la UE en un impasse muy peligroso, postergando decisiones vitales para la recuperación económica de la zona euro. Bien haría el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, en releer a su homólogo francés de la Restauración, Baron Louis: «Si me das buenas políticas, te daré unas buenas finanzas». La canciller alemana, Angela Merkel, no solo ignora la llamada de la Comisión a una mayor expansión fiscal sino que también se niega a abrir la mano con los ajustes ahora que solo se prevé que España (-4,6 %) y Francia (-3,3 %) incumplan la meta del 3 % de déficit. Los galos no están dispuestos a pasar por el aro. El rechazo a las políticas de adelgazamiento del modelo social empujan a los ciudadanos a los brazos del derechista y ultranacionalista Frente Nacional de Marine Le Pen, quien encabeza los sondeos de cara a la segunda vuelta de las presidenciales del 2017 con promesas de devolver los derechos al «pueblo» francés. Aunque es muy difícil que pueda ganar en la segunda ronda de votación, nadie puede descartar una victoria a la que seguiría un referendo de permanencia. Si Francia dice adiós, «se acabó el proyecto europeo», advierte Münchau.

8 INTERMINABLE CRISIS GRIEGA.

Los tentáculos de Berlín se extienden en todas direcciones para evitar que salte la liebre antes de las elecciones alemanas. Eso incluye la latente crisis griega y el culebrón de la reestructuración de su deuda (311.000 millones de euros), un reclamo insistente de Atenas, que camina asfixiada por los plazos y los intereses.

Los fuegos que arden en la Unión Europea se multiplican, cada vez más virulentos, sin que Berlín permita extinguirlos hasta dirimir el futuro de su Gobierno, también expuesto al creciente pulso populista encarnado por el AfD. La incertidumbre es la peor enemiga de la UE, gasolina para incendiar la casa europea.