Las tarjetas «black» en siete tropelías

Ana Balseiro
Ana Balseiro MADRID / LA VOZ

MERCADOS

BENITO ORDOÑEZ

Los 65 imputados por usar las tarjetas opacas de Caja Madrid y Bankia cargaron a la entidad 12,5 millones en gastos; pasaron desde viajes y sastrerías hasta masajes, el metro o la compra

16 oct 2016 . Actualizado a las 12:27 h.

Justo cuando se cumplen dos años del estallido del escándalo, los 65 imputados por el caso de las tarjetas black de Caja Madrid y Bankia -con los expresidentes Miguel Blesa y Rodrigo Rato a la cabeza- se sientan en el banquillo. El «pío, pío, que yo no he sido» se ha convertido en el argumento repetido por todos los acusados ante el tribunal. Han concentrado sus esfuerzos en tratar de tumbar -sin éxito- la prueba de la vergüenza, una hoja de excel en la que consta el detalle de los gastos cargados por cada uno a la entidad. Todos, con una única excepción, insisten en que el listado está manipulado, por lo que no reconocen como propios gastos de lo más variopintos que han incendiado a la opinión pública.

1 LA TENTACIÓN DE VIAJAR.

Uno de los gastos recurrentes de los ex altos cargos y exconsejeros imputados se concentra en el ocio, algo difícilmente justificable como exigencia del puesto. ¿Quién prescinde de un viaje, de unas merecidas vacaciones? Eso debió pensar el exsecretario de Estado de Hacienda con Aznar, Estanislao Rodríguez-Ponga, que en la Navidad del 2008 fundió 25.000 euros en un viaje y otros 15.000 en las mismas fechas del año siguiente. La lista de los aficionados a hacer turismo es larga. En ella destacan, por ejemplo, los 9.000 euros que Miguel Blesa pagó con su plástico por un safari en África.

2 RESTAURANTES DE LUJO Y MUCHO ALCOHOL.

Otra de las aficiones más extendidas era la buena mesa. De los 12,5 millones cargados presuntamente de forma irregular, más de 2,5 corresponden a restaurantes. Francisco José Moure, uno de los tres gallegos acusados, expresidente del Breogán, mostró su debilidad por el buen comer en forma de 30.000 euros de cuenta, que incluían desde marisquerías a casetas de pulpo. Otro ejemplo es el tándem Gerardo Díaz Ferrán y Arturo Fernández, que solo frecuentaban los restaurantes del último. Pero más sorprendentes resultan algunas facturas de vinos. Blesa gastó en caldos en una exclusiva tienda del barrio de Salamanca casi 10.000 euros y Rato desembolsó 3.547 el 27 de marzo del 2011 en «bebidas alcohólicas» (así aparece en la polémica excel), a los que se suman casi 2.300 euros más en «clubes, salas de fiesta, pubs y discotecas».

 3 MANDAR AL CHÓFER A LA FRUTERÍA.

Los cargos al epígrafe de «hipermercados, supermercados, ultramarinos y economatos» también eran abultados: más de 700.000 euros. El sibaritismo lo ilustra que Ildefonso Sánchez Barcoj, ex director general y quien más uso le dio a su tarjeta (cargó más de 500.000 euros), enviaba a su chófer -en el A8 que Caja Madrid le puso- a comprar a una frutería concreta, de la que hay docenas de cargos, algunos de más de 200 euros. En supermercados -desde El Corte Inglés a Mercadona- pagó más de 35.000 euros, práctica común al resto.

4 MASAJES Y MUEBLES DE IKEA

El que fuera jefe de la Casa del Rey y presidente de la Fundación Caja Madrid, Rafael Spottorno, encarna lo heterogéneos que pueden ser los cargos a la sufrida visa de la entidad, ya que en su extracto conviven desde masajes filipinos y gimnasios a ropa a medida (el 1 de diciembre del 2007 se dejó 6.375 euros en un sastre del barrio de Salamanca, donde días antes abonó más de 3.000). También compró electrodomésticos (15.000 euros) y muebles en Ikea, además de retirar efectivo en los cajeros (más de 50.000 euros) tras enterarse de que era posible pidiendo el PIN.

 5 EL SONROJO DE LA LENCERÍA

Las compras de lencería femenina convirtieron al economista Juan Iranzo en objeto de escarnio. Incluso Sánchez Barcoj lo recordó en su declaración ante el tribunal: «¡Afortunadamente a mí no me han asignado lencería... aunque me parece muy bien!». Pese a lo llamativo -por difícilmente justificable- de la ropa interior, los gastos más abultados los hizo en joyas (5.326 euros), ropa (casi 8.000 en Loewe o Louis Vuitton) o flores y plantas (421 euros).

 6 LA ATRACCIÓN DEL ARTE SACRO.

Otra de las compras sorprendentes es la de arte sacro, que comparten Matías Amat y el lucense Jesús Pedroche.: 15.000 y 10.000 euros respectivamente.

 7 METRO, GOLF Y CANAL SATÉLITE.

Junto con lo más abultado, los consejeros también cargaban al banco compras de cuantía mínima: desde el bonometro a los peajes de autopista, golosinas o pastillas mentoladas (20 céntimos). Tampoco se libraban el equipamiento de golf o la cuota del Canal Satélite Digital.