Razones para una desigual tasa de paro en la eurozona

Jaime Cabeza Pereiro. Catedrático de Derecho del Trabajo

MERCADOS

Mientras Alemania, Reino Unido -a la espera de las consecuencias del «brexit»-, Francia e incluso Portugal tienen una tasa de paro que les obligará a replantear políticas de captación de trabajadores fuera de su país, España reduce el desempleo muy lentamente.

28 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Qué explica que algunos países próximos rocen el pleno empleo, impensable en España? Una lectura simple de los datos de Eurostat resulta muy ilustrativa. El Reino de España alcanza en junio del 2016 un porcentaje de desempleo del 19,9 %, que ha descendido un 1,7 desde agosto del 2015. Es el segundo Estado de la UE en más alto porcentaje, solo por detrás de la República de Grecia, que llega en junio del 2016 al 23,5 %, con una rebaja del 1,1 % en los últimos diez meses. En la República Federal de Alemania, la cifra es del 4,2 %, y ha descendido 0,4 % en el mismo período. En el Reino Unido ha pasado del 5,3 % al 4,9 %. En Francia, del 10,6 al 9,9 %. En Italia se ha mantenido en el 11,5 %. Y en Portugal ha bajado del 12,3 al 11,2 %. Podrían añadirse más datos hasta los 28 Estados miembros, pero es suficiente esta muestra de países, algunos próximos al nuestro, otros con una ejecutoria particularmente buena en esta materia. Sí que hay que añadir que el promedio en la UE es del 8,6 %, y ha descendido en el reiterado período un 0,7 %.

En el caso de Galicia, el desempleo es en junio del 2016 del 17,74, algo más de dos puntos inferior al estatal. Claro que la tasa de actividad en España es del 59,41 % y en Galicia del 53,5 %, casi seis puntos inferior.

Las evidencias

La retahíla de datos, con ser tediosa, pone de manifiesto algunas ideas evidentes. La primera, que el desempleo, afortunadamente, ha descendido en la práctica totalidad de países de la UE. La segunda, que el descenso en España está siguiendo una cadencia casi exactamente igual que en el promedio de los otros 27. Es decir, un descenso del 1,7 desde el 21,6 es proporcionalmente lo mismo que uno del 0,7 desde el 9,3 %. O, en otros términos, que no estamos, ni mucho menos, liderando ninguna reducción del paro, sino que nos mantenemos en una discreta posición intermedia. Con el añadido de que, cuanto más se reduce el desempleo, más dificultoso se vuelve, en teoría, bajarlo adicionalmente.

La segunda, que la mayor o menor rigidez del mercado de trabajo o, dicho más correctamente, la protección del trabajador frente a las medidas extintivas, de flexibilidad interna o de flexibilidad de entrada tiene poco que ver con la evolución del empleo. Esto ya se ha dicho hasta la saciedad, pero sigue habiendo mucho panoli (lo digo por Zósimo de Panolis, primer escritor que aludió a la piedra filosofal) que se esfuerza por pactar asuntos tales como el contrato único o la flexibilidad del despido.

Las medidas

Ya se ha repetido que el período en el que el desempleo se redujo en España con más intensidad (hacia 2007) coincidía con una regulación teóricamente más «rígida» que la actual. Pero si aún quedara algún incrédulo, las cifras son parejas y muy reducidas en un Estado con un sistema de relaciones laborales muy liberal, Reino Unido, y en otro país con un sistema mucho más protector, Alemania. La República de Portugal y la de Italia -dos modelos teóricamente poco flexibles- tienen una tasa de paro que apenas supera la mitad de la nuestra. Estamos, por otra parte, reduciendo el desempleo a una velocidad algo mayor que Grecia, con unas medidas no del todo coincidentes.

Es evidente que el empleo se relaciona con el crecimiento. También lo es que, a partir de la puesta en marcha de la Estrategia Europea para el Empleo, hace tiempo que hemos sido capaces de traducir crecimiento en reducción del desempleo. Ahora bien, la actual solo se sustenta en una contratación en condiciones muy precarias e indignas, sin que además haya crecido la tasa de actividad, que permanece invariada en el último año en torno al 59,5 %. Con estos datos, cualquier valoración positiva por parte de los políticos concernidos solo puede ser ignorancia o mala fe. Porque el crecimiento de la economía no se está traduciendo en una nítida mejora del empleo. No, desde luego, en términos cualitativos. Pero tampoco, en realidad, en términos cuantitativos. Con todo, debe insistirse, la situación de empleo no tiene demasiado que ver con marcos reguladores. Sí tienen estos la culpa de la situación por la que atraviesan en España los trabajadores atípicos, víctimas de una precariedad legal producida por las reformas laborales, muy en particular por la del 2012.

El modelo productivo

Qué puede hacerse es una pregunta fundamental. Desde luego, pensar en el largo plazo y reconocer que el problema está en el modelo productivo y en las cualificaciones profesionales de nuestra población activa. La apuesta por el trabajo poco cualificado, mal retribuido, marginal y precario, que es la que ha adoptado el Gobierno hoy en funciones, no parece la mejor solución para una sociedad cohesionada. Por ahora, desde la perspectiva del mercado de trabajo, convendría tener en cuenta algunas orientaciones a las que hasta la fecha se han hecho oídos sordos. Entre otras, fortalecer los servicios públicos de empleo, un consejo que la Comisión Europea nos repite cada año. La eficiencia en la intermediación laboral ha sido calamitosa en nuestro país, entre otros motivos por la dejadez de la que han sido víctimas dichos servicios.

Hay que invertir en ellos y no despoblarlos para mayor cuenta de resultados de unas agencias privadas que, hasta la fecha, han mostrado toda su irresponsabilidad sobre una mejora de la situación. Por otro lado, hay que subir los ingresos de todos los trabajadores empobrecidos a causa de las políticas seguidas en los últimos años.

En este sentido, no es del todo mala la propuesta del complemento salarial de Ciudadanos, si no fuera porque lo más razonable sería incrementar notablemente el salario mínimo interprofesional, como han propuesto y puesto en marcha los tories en el Reino Unido.

Cambios

Pero, sobre todo, hay que hacer, sobre todo, política de inclusión y no proseguir inercias que no conducen a ningún sitio. La realidad no va a cambiar radicalmente en el corto plazo, pero hacen falta medidas innovadoras. Porque la lucha contra la precariedad es también eficiente en términos de empleo.