Productos frescos, inaccesibles

Rita Álvarez. Londres

MERCADOS

El país lanza una campaña para que la población coma fruta y verdura cinco veces al día. Los elevados precios y la poca oferta retrae a la mayoría de la población

17 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En el Reino Unido hay una fuerte campaña para promocionar comer «Cinco frutas y verduras al día». Rara es la bolsa con manzanas, el envase de un zumo de naranja o la lata de judías que no recuerda lo importante que es alcanzar este objetivo en la vida diaria. Paradójicamente, conseguirlo no está al alcance de todos los bolsillos. De hecho, varios estudios muestran como acceder a ellas de forma asequible es difícil para muchos ciudadanos y es mucho más fácil encontrar dulces o comida basura por la mitad de precio.

En el mercado de Dalston, en el este de Londres, es sábado y está Paulema Gaspard, de 33 años, comprando fruta para toda la semana. «Aquí todavía se pueden encontrar buenos precios y calidad, aunque la fruta se pone mala antes que la que compras en los supermercados», cuenta la joven. Gaspard trabaja como estilista personal y pone varios ejemplos que le llama la atención. «Comprar un paquete de fresas son casi tres euros, pero por ese precio puedes adquirir tres bolsas de patatas fritas, lo que está pasando es así de simple», denuncia. «¿Qué elige la gente? La respuesta está clara», lamenta Gaspard, quien además se preocupa por el uso de pesticidas y si la fruta hoy en día contiene los nutrientes que de verdad deben tener.

En un caso peor se encuentra la gente que no tiene un mercado a la vuelta de la esquina. Así le ocurre a Anna, una mujer retirada de 70 años que vive en una pequeña casa entre Putney y Kingston. Su única fuente de ingresos es una pequeña pensión estatal que tiene que mirar con mimo cada vez que hace la compra. El supermercado que Anna tiene más cerca de su casa está a media hora en autobús, pero eso implica bajar una cuesta para la que sus piernas no siempre responden. Si se decanta por coger un taxi ya se le irían unos 15 euros entre el viaje de ida y vuelta.

En un país que destaca por poblaciones muy dispersas, a veces la única solución es ir a la pequeña tienda de la esquina, donde la oferta de fruta y verdura es apenas nula y los precios desorbitados. En otros casos, hay un pequeño supermercado de una cadena como Tesco, donde los productos frescos brillan por su ausencia en la mayoría de los casos.

Conocedor de la realidad de muchos que visitan su consulta, el cardiólogo Ali Khavandi decidió escribir un blog de comida que se llama La Cocina del Cardiólogo, en él ofrece a sus pacientes recetas sanas a bajo coste. Sin ir más lejos, para el verano prepara una ensalada barata a base de pescado azul perfumado acompañado con los cítricos. Pero en la presentación de la receta, advierte como «consumir pescado fresco es caro», explicando como hacerse con dos trozos de arenque fresco en el Reino Unido cuestan tres euros en la cadena de supermercados Waitrose.

«Se perciben muchas barreras al acceso a una alimentación saludable que puede que no sean tan enormes en la realidad. Pero lo normal se ha convertido ya en decir que puedo conseguir esto muy barato y los artículos frescos son más caros y requiere exige cocinarlos», puntualiza Khavandi.

Más critica es Kayleigh Garthwaite, profesora de la Universidad de Durham y autora del libro Dolores del hambre, un estudio sobre testimonios con voluntarios sobre la vida dentro de los bancos de alimentos en el país. Narra escenas que recuerdan al siglo XVIII y la reina María Antonieta de Francia diciendo Déjalos comer pastel cuando le explicaron que el pueblo, hambriento, pedía pan.

El estudio de Garthwaite se sitúa en la localidad de Stockton-on-Tees en el norte de Inglaterra, uno de los lugares más afectados por la desindustrialización y con altos niveles de pobreza y desempleo. Así, Garthwaite tiene claro que la gente sí sabe de sobra lo que tiene que comer para alimentarse bien, pero puntualiza como «no tienen dinero suficiente para comprarlo».