Cuba: Las maravillas de La Habana

Natasha Vázquez. La Habana

MERCADOS

La capital cubana ha sido reconocida junto con otras seis ciudades del mundo con una extraordinaria distinción que otorga la fundación suiza New7 Wonders

26 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ya es oficial lo que muchos intuían hace tiempo. La Habana es una Ciudad Maravilla del Mundo. Desde que se anunció su candidatura, muchos pensaron que la capital cubana lo tenía complicado en esta competencia con otras grandes urbes, pero finalmente se agenció el premio, para sorpresa y orgullo de todos los que la habitan.

La votación, «un ejercicio democrático global» según la fundación suiza New7Wonders, impulsora de la iniciativa, dio a La Habana cientos de millones de votos digitales de todo el mundo. Además de la cubana, otras seis ciudades comparten esta distinción: La Paz (Bolivia), Beirut (Líbano), Doha (Qatar), Durban (Sudáfrica), Kuala Lumpur (Malasia) y Vigan (Filipinas).

El solo hecho de integrar esta lista, ha conseguido atraer aún más las miradas e incentivar el turismo. Ya se traslada a las cifras. En el 2015, la capital cubana acogió a un 1.685.381 visitantes, un 21 % más que un año antes. la proporción en estos primeros meses del 2016 ha crecido un 37%.

Según datos del Ministerio de Turismo, la ciudad cuenta con 11.309 habitaciones en instalaciones estatales, cifra superior si se incluyen los alojamientos privados. Para el 2030, está previsto duplicar su actual capacidad habitacional.

Solo en el centro histórico comenzarán a funcionar a partir de este año 22 instalaciones hoteleras que terminan actualmente de rehabilitarse, de las cuales 13 tendrán categoría de cinco estrellas, entre ellas los hoteles Manzana, Cueto, Catedral y Hospedería Belén.

En una isla y una ciudad marinera como La Habana, es lógico potenciar las actividades acuáticas, por lo que se proyecta ampliar y modernizar la Marina Hemingway así como transformar la base náutica de Tarará en marina y recuperar la Marina Veneciana.

Cruceros

El turismo de cruceros es otra prioridad de la ciudad, que pretende invertir en un ambicioso plan para el desarrollo de la bahía de La Habana.

Aunque la capital cubana intenta prepararse para una avalancha turística que ya se intuye, estos pasos por sí solos no serán suficientes si no se resuelven además las muchas dificultades de inestabilidad de suministros, mala administración y peor servicio que con frecuencia sufren los visitantes, y que hace bajar los índices de repetición.

Los organizadores de este tercer concurso (al que anteceden el de las siete maravillas del mundo moderno y de las siete maravillas de la naturaleza) aseguran que Maravilla es, simplemente, lo que piensa la gente y que La Habana fue elegida por representar «la diversidad global de la sociedad urbana».

Por su parte, las autoridades cubanas, que han definido a La Habana como «un conjunto insuperable de patrimonio urbano, historia y pasión de la gente», tienen ante sí además, el desafío de preservar ese encanto, a la vez que aumenten los visitantes. Y más allá, hacerla habitable también para los suyos.

Es cierto que la capital atrapa con sus edificios majestuosos, algunos mostrando su esplendor tras rehabilitaciones admirables, pero también atrae, un poco morbosamente, esa Habana derruida que a sus moradores no seduce.

Encandilan sus coches de más de 60 años, rodando como en ningún lugar del mundo, pero que dejan de ser tan atractivos cuando debemos sufrirlos y reinventarlos a diario, ante la falta de otras alternativas.

En más de cincuenta años, La Habana apenas ha crecido, al menos no de la manera que quisiéramos. Se pueden contar con los dedos de las manos las nuevas edificaciones con determinado atractivo construidas en ese tiempo. La misma ciudad que tardó apenas tres años en levantar el Capitolio, se ha demorado décadas en alzar unos pocos inmuebles antiestéticos en zonas periféricas de esas que no visitan los turistas. Consecuentemente, el déficit habitacional ha ido creciendo en espiral, a la par que los barrios marginales construidos como y con lo que se puede, y es un problema para el que ni los especialistas tienen clara la solución.

Los títulos honorarios son estímulo y reto, que están muy bien para la vitrina turística. Pero la verdadera maravilla tiene que ser desde y para los habaneros.