Cuando el sabio apunta a Alemania, el tonto mira a España

Cristina Porteiro. Corresponsal en Bruselas

MERCADOS

Bruselas se ensaña con los países deficitarios del euro mientras los expertos ponen el foco en el superávit germano. La situación germana perjudica al sur

19 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

España se encuentra a un paso de estrenar las sanciones por incumplir el objetivo de déficit. En los últimos cuatro años de legislatura, el Gobierno de Mariano Rajoy fue incapaz de situar el indicador por debajo del umbral que marca el Pacto de Estabilidad (3 %), a pesar de los numerosos recortes y ajustes presupuestarios acometidos. El futuro Ejecutivo español se enfrentará a una multa de hasta el 0,2 % del PIB, lo que equivale a 2.000 millones de euros y la congelación de los Fondos de Cohesión cuando tome el relevo.

Para muchos hombres de negro de Bruselas y Berlín, el correctivo sería ejemplar, un castigo para prevenir a otros Gobiernos del sur deficitarios y «perezosos». El mensaje es claro. Hay una senda y hay que cumplirla, no importa a qué coste. Esa mentalidad de hierro es la que llevó al ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, a criticar la decisión del líder de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, de aplazar la multa hasta después de las elecciones generales del 26 de junio. «No estamos contentos con esa decisión», se quejó. El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, también lamentó esta semana el «doble rasero» de Bruselas con grandes y pequeñas potencias de la eurozona, olvidando que su país, Holanda, se beneficia de esa misma arbitrariedad. Si no fuese así, hace tiempo que se podría haber sancionado a su Gobierno por negarse a corregir desequilibrios excesivos en el balance por cuenta corriente desde el año 2012. Lo mismo ocurre con Alemania. ¿Qué les salva de la hoguera? Un acuerdo político, que no jurídico, suscrito en el 2011 por el que los ministros de Economía de la UE decidieron no castigar a un país que rechaza corregir su superávit excesivo.

En la lista negra 

Mientras Bruselas y los halcones del euro mortifican y se ensañan con los países anémicos del sur de Europa, Estados Unidos apunta en otra dirección: Berlín.

El Departamento del Tesoro no está preocupado por si España recorta o no medio punto de déficit en un año o dos. El organismo hace saltar todas las alarmas en un documento del mes de abril en el que informa al Congreso norteamericano de que las políticas fiscales de Alemania son «un lastre para el crecimiento» global y de la eurozona en su conjunto.

Estados Unidos mete al país germano en una lista negra de países que experimentan graves desequilibrios en sus relaciones comerciales con el socio atlántico. No busquen en el índice a Grecia, España, Italia o Portugal porque no los van a encontrar. El reparto se completa con China, Taiwan, Japón y Korea.

El Tesoro advierte de que Alemania no está colaborando en la recuperación económica. Se beneficia de la bajada de materias primas, la depreciación del euro y la baja inversión pública para alcanzar superávits en su balance por cuenta corriente tan grandes que ponen en peligro la estabilidad económica del resto de potencias. Ahorra mucho y gasta poco forzando a los países de la periferia a una devaluación interna para seguir compitiendo. El año pasado batió su propia marca de superávit (8,8 % del PIB), solo superado por Taiwan en todo el mundo. El problema es que el Gobierno de Angela Merkel se niega a acatar las «recomendaciones» de Bruselas sobre la necesidad de poner en marcha políticas de inversión. Estados Unidos lamenta que teniendo un margen de maniobra fiscal tan grande, Berlín se niegue a impulsar la demanda doméstica, una medida que ayudaría a los países deficitarios a levantar cabeza. La Comisión Europa no se cansa de «sugerir» a Alemania que cambie el rumbo y abra las puertas al gasto público para situar el superávit por debajo del 6 %, pero no se atreve a sugerir sanciones por no corregir sus desequilibrios macroeconómicos.

A quien no parece que le vaya a temblar el pulso es a Washington. Mientras Bruselas se entretiene atormentando a España y Portugal por unas décimas del déficit, Estados Unidos estudia la posibilidad de imponer castigos a Alemania si incurre en más prácticas comerciales desleales. Si ese escenario se cumple y Berlín se niega a colaborar para corregir los desequilibrios en el plazo de un año, Estados Unidos podría denegarle el acceso a la financiación de inversiones privadas, lo puede excluir de los concursos públicos, exigir al FMI que aumente su vigilancia sobre las cuentas germanas e incluso suspender su participación y negociaciones en curso de acuerdos comerciales con Alemania, como el TTIP.

 El «mayor problema», Alemania

Estados Unidos no es el único que apunta a Alemania, un país que sigue imponiendo fuertes barreras de entrada a su mercado de servicios y actividades profesionales al resto de sus socios europeos. Los expertos alzan la voz contra las políticas infértiles del Gobierno de Merkel. Es el caso del analista Edward Harrison, quien considera que el monstruoso superávit alemán es una losa para la zona euro. «Berlín impulsa una especie de esquema europeo de vendedor financiador entre el corazón y la periferia», asegura. Para sostener un superávit del 8,8 % en el 2015, de un 8,5 % en el 2016 y un 8,3 % en el 2017, tiene que haber forzosamente países con «déficits comparables». Ahora que la periferia los está corrigiendo, Alemania se vuelca en el exterior para seguir manteniendo la maquinaria exportadora en funcionamiento, pero nada hace por impulsar la demanda dentro de su país, lo que permitiría al resto de sus socios recuperarse con mayor facilidad.

El diario británico Financial Times fue más allá y no dudó en calificar a Alemania como «el mayor problema» para la recuperación y sugirió a Bruselas que se mostrarse más dura con Berlín. «¿Por qué debemos esperar que se reduzca el endeudamiento cuando la demanda y el crecimiento global es tan débil en la zona euro?», se preguntan los editores. No es para menos. La estrategia germana está alargando la agonía de los países endeudados y está poniendo palos en las ruedas de la recuperación. No es una apreciación sino una constatación. La Comisión Europea lo admite haciendo malabarismos retóricos en sus siempre retorcidas y timoratas recomendaciones anuales a Berlín: «Alemania experimenta desequilibrios macroeconómicos. En particular un amplio y persistente superávit que refleja un exceso de ahorro y tenue inversión. La débil demanda doméstica obstaculiza el crecimiento potencial (...) El superávit, dado su tamaño, tiene implicaciones adversas para el rendimiento económico de la zona euro». Y a pesar de todo, sus ojos siguen puestos en España y en la previsible sanción.