Cuba: Rebaja de precios y moneda única

Natasha Vázquez. La Habana

MERCADOS

La reducción de precios en algunos alimentos básicos deja desabastecidos supermercados en la isla caribeña, aunque no recorta la brecha sobre la capacidad de compra de la mayoría de los cubanos, cuyos solarios son de los más bajos del mundo

08 may 2016 . Actualizado a las 04:00 h.

Para los cubanos, acostumbrados en los últimos tiempos a que las novedades casi siempre signifiquen dolores de cabeza o huecos de más en el bolsillo, la reciente disminución de precio de algunos alimentos básicos ha sido una grata sorpresa.

Una rebaja que, aunque lejos de ser suficiente, es un pequeño respiro en la economía de mucha gente, sobre todo de aquellos que no les queda otra que pagar con calderilla.

Las tiendas están aún de fiesta tras bajar el importe de un grupo de productos, algunos de primera necesidad como el pollo, el aceite, los huevos o el arroz. Unos apenas cuestan unos centavos menos, otros hasta un 20 %, pero aún así se notaron las filas, se movieron los almacenes, y hasta se vaciaron no pocos estantes.

En un país con precios de Suiza y salarios medios oficiales de los más bajos del planeta, y donde se le suele aplicar el 240 % de impuestos a los artículos, esta es una medida más que imprescindible.

Con la libreta de abastecimiento casi en vías de extinción, la mayoría de estos productos no son lujos, sino muchas veces la única alternativa sobre la mesa.

Que una botella de aceite pase de 2,40 CUC a poco menos de dos, no cambia la vida del jubilado o profesional que sigue cobrando en moneda nacional, pero enciende al menos una pequeñita llama de esperanza de que se continúe así hasta la ya demasiado dilatada unificación monetaria. Tarea compleja anunciada en el 2013, que desborda incluso a economistas y otros especialistas.

Aunque parecería que los cubanos ya se habían adaptado a la existencia de dos monedas, lo cierto es que esa dualidad, aplicada hace ya 20 años en los momentos de mayor crisis del llamado período especial, afecta actualmente a todos.

Según algunos datos publicados, los salarios medios rondan los 500 pesos (unos 20 dólares). Esto incluye a los obreros y profesionales que trabajan para el Estado, a los que apenas les alcanza para artículos de primera necesidad. Otras personas relacionadas directamente con el turismo, con negocios propios o con familiares que les envían remesas, pueden disponer de una solvencia mayor.

El peso cubano o CUP, fue perdiendo su valor hasta el extremo de ser casi inoperante. Los productos o servicios subsidiados cada vez son menos y el resto hay que pagarlos en CUC o pesos convertibles, equivalentes al dólar y a uno por 25 con referencia al CUP.

«Yo gano diez veces menos que mi hermano, que es camarero de un restaurante privado», cuenta el Ariel G.director de comunicación de una importante empresa estatal.

Lo cierto es que esta pirámide social invertida repercute no solo en la economía familiar sino en la del país, con trabajadores que se ven obligados a resolver por fuera lo que no les brinda su sueldo.

Este panorama, y la necesidad de la unificación monetaria, están más que claros para todos, empezando por el propio Gobierno. El informe al recién concluido VII Congreso del Partido Comunista, reconoce que «los salarios y pensiones siguen siendo insuficientes para satisfacer las necesidades básicas de la familia cubana», razón que se cita ahora al tomar la medida del descenso de precios.

Desde hace más de un año, en la mayoría de las tiendas se puede comprar con ambas monedas. «Eso solo no arregla nada. En cuatro productos ya se me va el sueldo», cuenta Ariel. «Lo que hace falta es que sigan bajando los precios».

Tampoco la unificación monetaria solucionaría de golpe las finanzas del país, pero su aplicación es imprescindible a fin de garantizar el restablecimiento del valor del peso cubano y de sus funciones como dinero, consideran los expertos.

Pero para el cubano de a pie, lo más importante seguirá siendo el valor adquisitivo que tendrá esa moneda única y su relación adecuada con los ingresos. Para eso aún falta un largo camino que pasa por aumentar la productividad y los salarios.