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La mala campaña anterior y los pelágicos reducen la presencia gallega en la pesquería del bonito del norte

s. serantes VIVEIRO / LA VOZ

SOMOS MAR

GUSTAVO RIVAS

Cuatrocientos barcos españoles están autorizados por la Secretaría General de Pesca a cambiar temporalmente su actividad

01 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuatrocientos barcos españoles están autorizados por la Secretaría General de Pesca a cambiar temporalmente su actividad para capturar bonito del norte. Pueden participar en una pesquería estacional que ya han iniciado barcos vascos y asturianos, pero, como el permiso oficial no conlleva obligación, en principio este verano acudirán menos barcos gallegos, al menos al comienzo de una campaña que solían empezar por estas fechas.

Imposible concretar el número de barcos con base en Galicia que zarparán para rastrear el Atlántico en busca del Thunnus alalunga. Sí se sabe por qué disminuye la presencia gallega. Primero, porque a la campaña regular del 2015 le siguió el año pasado una realmente mala para la flota de cacea, la gallega, que, al contrario que la vasca de cebo vivo, obtuvo menos capturas que nunca, hasta el punto de que muchos gallegos abandonaron en agosto una campaña que acostumbra a prolongarse hasta octubre. 

La cuota se agotó el año pasado

Pescar bonito a la cacea supone un considerable gasto de combustible, porque los barcos navegan todo el día, rastreando el Atlántico, de las Azores hacia arriba, en pos de los bancos del atún blanco. Y en la cara y complicada búsqueda de los cardúmenes, y, sobre todo, en lo que sucede después, está otra de las razones que retrae a la flota gallega: cuando los encuentran, de su hallazgo se aprovechan pelágicos franceses e irlandeses, que de noche, cuando ellos descansan, rodean los bancos con sus redes y cogen el pescado o lo ahuyentan.

Tampoco anima a los gallegos a dedicarse al bonito lo que sucedió el año pasado, cuando, por primera vez en la historia, España cerró la pesquería a finales de septiembre porque se había agotado la cuota nacional. Y no saben cuánto durará este verano.

Desde Burela, el puerto bonitero gallego por excelencia, Miguel Neira, gerente de la sociedad de armadores que gestiona la lonja local, resume las impresiones que le trasladan armadores y tripulantes en unas fechas en las que en ese puerto había más barcos preparándose para la campaña bonitera. Neira confirma que algunos palangreros de superficie han desistido y otros dudan, y que también irán menos palangreros de fondo, pero queda por ver qué harán los barcos de más tamaño de artes varias.

De junio a octubre discurre la que el año pasado volvió a ser costera del bonito, porque los bancos se acercaron otra vez a la costa, adentrándose en el golfo de Vizcaya, después de varios años alejándose en su migración anual hasta aguas irlandesas.