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«El jefe de máquinas fue el último que vio a mi marido, estaba dentro del puente»

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

SOMOS MAR

CAPOTILLO

Sandra Patricia Arias ruega a las autoridades y a la flota que faena en la zona del naufragio que intensifiquen la búsqueda de supervivientes

13 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Con una gran entereza y las lágrimas contenidas, Sandra Patricia Arias narra, en su casa del municipio pontevedrés de Barro, los escasos datos que sabe de la tragedia del Senefand 1. A la vez, ruega a las autoridades y a la flota que faena en la zona del naufragio que intensifiquen la búsqueda de supervivientes. «Esta espera es un trago muy amargo», confiesa. Rodeada de familiares, cualquier aviso de móvil alienta la débil llama de la esperanza después de tantos días sin saber el paradero de su marido, José Vicente Pazos, natural de Marín. Ella se enteró el sábado. El armador antes, pero como no se encontraba en su vivienda el viernes, no pudieron advertirla. Ha sido el fin de semana más angustioso que ha vivido, mientras poco a poco, a golpe de teléfono y Whatsapp, ha ido haciéndose una idea de lo que pudo suceder. 

En base a la última posición transmitida del buque, Sandra Patricia Arias cree que «algo tuvo que pasar» sobre las nueve de la noche del miércoles. El Senefand 1 habló esa tarde con su casa armadora y transmitió que todo estaba bien.

«En un lance de una pesca bastante voluminosa, los marineros empezaron a subir el pescado a bordo y el barco se descompensó, se desestabilizó», apunta Sandra. «Mi marido estaba en el puente, a cargo del barco, porque es el patrón», añade. Fue entonces «cuando vieron que estaba entrando agua con bastante rapidez, el momento en que me imagino que activaron el protocolo de emergencia». Algunos de los tripulantes lograron saltar al mar, «sin chaleco porque no dio tiempo a mucho, creo, y me dijeron que el barco se volcó totalmente». Dos de los que se quedaron dentro del buque lograron salir y acercarse al resto de sus compañeros. En total, ocho de los once tripulantes, que fueron rescatados en la madrugada de ayer. Faltan por localizar José Vicente Pazos y dos marineros africanos.

Sandra Patricia continúa su relato sobre los últimos instantes antes de que el buque se hundiese en el Atlántico. Son detalles que le han contado desde la casa armadora, Profand, cuyos responsables la mantienen puntualmente informada. Cuando la embarcación se estaba escorando, «el jefe de máquinas, Fernando Argibay, de Moaña, vio a mi marido dentro del puente intentando poner el barco en condiciones. Fue el último que vio a Vicente, mi marido. Ya no sé nada más».

La voz se le entrecorta. Toma aire, cobra valor y añade sin titubear: «Quiero pedir desde aquí que se pongan todos los medios posibles para la búsqueda de estas tres personas. Lo más pronto posible. Que muevan tierra, mar y aire para encontrarlos». Y enfatiza: «Que hagan todo lo que haga falta para encontrarlos y que sea lo que Dios quiera, ojalá buenas noticias». 

Gratitud por los esfuerzos

La esposa del patrón todavía tiene coraje para dar las gracias. Pide expresamente que figure en la información su gratitud por los esfuerzos que se están realizando para localizar a su marido y a los otros dos desaparecidos. «No quiero terminar sin agradecer de todo corazón a todas y cada una de las personas de Profand. A su propietario, Enrique García, a Carlos Fernández y a todos los implicados en la búsqueda». Remata con un ruego, casi una súplica: «Quisiera hablar cuanto antes con Fernando Argibay para que me ponga al tanto de lo que pasó realmente».