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«Los británicos no se comen su pesca, ¿se la van a vender a los chinos?»

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

CESAR QUIAN

El «brexit» tiene mucho de oportunidad para la pesca gallega, pero habrá que saber negociar

28 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El director del Instituto Universitario de Estudios Europeos Salvador de Madariaga no se pasó agosto al sol. En julio pasado, la Consellería do Mar llamó a la puerta de la institución, única de estudios europeos en Galicia, pidiendo ayuda para interpretar -jurídicamente, claro- qué puede suponer el brexit y, sobre todo, el postbrexit para la pesca gallega. Y así es que al calor del verano se coció un informe que augura que este sector económico tiene por delante una «oportunidad muy grande». Que se concrete, depende de unas negociaciones que prevé largas.

-¿Volverá a ser la pesca moneda de cambio?

-En la primera parte de las negociaciones va a ocupar un lugar secundario, porque hay aspectos económicos más trascendentales, por volumen de dinero, infraestructuras... Léase por ejemplo, el sistema bancario o financiero. En una segunda fase sí va a cobrar mayor protagonismo, sobre todo en aquellas regiones que muestran una alta dependencia de la pesca, como es Escocia, donde ya han avisado de que el brexit o el postbrexit les supone un perjuicio y van a exigir un nuevo referendo. Probablemente ocurra que, en el acuerdo internacional que regule las relaciones entre el Reino Unido y la UE, las cuestiones pesqueras, se aborden desde la perspectiva de mercado interior. Así, el acceso a los recursos, los totales admisibles de capturas (TAC) y cuotas y otros regímenes, quizá se aparquen para abordar un acuerdo pesquero posterior. Entre el Reino Unido y la Unión Europea posiblemente se haga algo parecido a lo que ya se ha hecho con Noruega, que ha suscrito un pacto bilateral. Y serán varios acuerdos, porque en aguas cercanas a ellos están Noruega, Islandia y las islas Feroe. 

-¿Qué modelo de pacto le conviene a Galicia?

-Quizá uno ad hoc. Pero son interesantes los que están firmados con Noruega e Islandia, que tienen una contraprestación de mercado a cambio. Los británicos no pueden comerse todo su pescado, ¿dónde lo van a vender?. ¿Le van a vender todo a los chinos? Es imposible. Si quiere operar en nuestro mercado, el Reino Unido tendrá que dar algo a cambio, y eso será el acceso a los recursos. Con Groenlandia, incluso hay una cláusula que estipula que si los Estados miembros no encuentran satisfactorio el acceso a los recursos pueden utilizar medidas contra los productos groenlandeses.

-¿Y con el Reino Unido quién tomaría la decisión?

-Eso es ya la tercera fase. Se establecería un control técnico, como una comisión mixta, y lo más problemático sería el control judicial. Cuando a un armador le apresan el buque, le decomisan la carga o tiene un incidente, ahora puede iniciar un procedimiento en el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE). Tras el brexit, este dejará de ser competente en incidentes con el Reino Unido.

-¿Cómo se resuelven con otros países extracomunitarios?

-En general, son procedimientos que se dirimen en la corte internacional. El Derecho del Mar está pensado más para Estados que para particulares y un particular no puede permitirse esperar meses y años.

-Su informe plantea solucionarlo con la incorporación de un juez británico al TJUE.

-Pero eso no lo van a aceptar nunca. Es una solución que aporto, pero poco viable. Quizá por la vía que se aplica en el Espacio Económico Europeo (EEE), que, cuando hay un problema con una connotación de derecho europeo puede tratarse como una cuestión prejudicial en el TJUE, porque en esa materia sí tiene competencias. Pero judicial, no va a haber, con lo que se va a complicar el día a día. A todos, no solo a la pesca.

-¿Qué ventajas traerá el «brexit» y qué inconvenientes?

-Es una incógnita. Perdemos a la segunda economía de la UE y a la quinta del mundo, con todas sus relaciones y alianzas, y eso va a tener un impacto económico. Entre las ventajas está que nos permite replantear qué modelo de Europa queremos. Y en ese sentido, para la pesca es una oportunidad muy grande, porque es una ocasión muy grande para replantear los grandes criterios que regulan el acceso a los recursos y modificar la estabilidad relativa. Es el momento, porque el derecho lo permitiría.

-El famoso acervo comunitario.

-Pero el acervo ha explotado. Ya no estará el que ha sido el máximo beneficiario de esos criterios establecidos en los años setenta y eso hace replantearse la situación. También es interesante para la flota española porque tendrá mejores condiciones con terceros países, dado que puede optar a coger las licencias que dejan los británicos y el mercado es el mismo. Galicia, a fecha de hoy -porque esto puede durar una década y se verá cómo avanza-, tiene que verlo como una oportunidad más que como un perjuicio, pero tiene que haber un compromiso político gallego y nacional para hacer un seguimiento de las negociaciones y para lograr que la pesca esté en la mesa de los debates. Es una oportunidad para intentar que Galicia sea reconocida como comunidad altamente dependiente de la pesca, que esos criterios se actualicen en una buena negociación, con argumentos.

-Es decir, que todo dependerá de la capacidad negociadora, como cuando se ingresó en la UE...

-Lo decidirán los políticos. Lo cierto es que esta es una de las escasas veces en las que tenemos la oportunidad de actuar preventivamente, no reactivamente. Es casi un milagro.

-¿En qué apartado habrá más problemas?

-Es que en cada apartado hay algún problema. En los recursos habrá que pelear mucho las posibilidades de acceso a aguas británicas de buques europeos. A los que tienen pabellón británico se les pueden endurecer las condiciones de registro. En cuanto a los armadores, el peligro es que ya no exista libertad de establecimiento de empresas y se endurezcan las condiciones. Para los trabajadores del mar, que se introduzcan preferencias para los nacionales... Con la participación de la UE en las organizaciones regionales de pesca, que el Reino Unido se alinee con intereses que no son los mismos que los europeos...

«Ahora sí que no hay justificación para que nos cojan desprevenidos»

Que las negociaciones van a ser largas, Sobrino lo da por descontado. «Si una salida como la de Groenlandia llevó siete años», qué no llevará la del Reino Unido. Y no hay que descartar, además, que se establezcan períodos transitorios que aún dilaten más la descomunitarización de la pesca británica.

-¿Se puede esperar una huida de barcos hacia pabellón británico antes de la separación?

-No se puede descartar nada. Sería pretencioso por nuestra parte descartar algo en un proceso que durará años. Tendrá sus picos, momentos de decepción y de euforia según vayan las negociaciones, pero ahora no se puede aventurar qué va a ocurrir. Hay que hacer un seguimiento, estar presentes cuando haya debates, dotarse de argumentos, fomentar el estudio de estos temas en lo económico, biológico, jurídico, social... que no nos coja desprevenidos. Ahora sí que no hay justificación para que nos coja desprevenidos, digo yo.

-¿Y aprecia buena disposición?

-Sí, ahora hay más sensibilidad. El sector en general está muy bien preparado y organizado. Y pienso que la Administración autonómica de Galicia tiene voluntad de intervenir en la búsqueda de un buen acuerdo.

-¿Lo mismo en Madrid?

-El problema es que Pesca está con Agricultura, Alimentación, Medio Ambiente... Muchos asuntos y al final ¿la pesca que supone? ¿El 1 % del PIB? Pero hay otras zonas interesadas, no pescamos nosotros solos allí. Así que habrá que estar pendientes y azuzar.

-¿Quién se juega más?

-El riesgo es general. Excepto para la flota nacional sin interés en los recursos británicos. Y los que faenan en el marco de acuerdos con terceros países pueden ocupar el hueco que deja el Reino Unido. Ahora bien, los armadores que tienen barcos faenando en las islas Malvinas pasarán a trabajar en territorio de ultramar de un tercer Estado y podrían tener problemas para comercializar en la UE los productos pesqueros si no se llega a un acuerdo. Probablemente al Reino Unido le interese mucho introducir un apartado para dar preferencia a sus territorios de ultramar, porque, si a las islas Malvinas les quitas sus intereses pesqueros, de nuevo tiene que ser el Reino Unido el que subvencione a ese territorio insular. Eso sin olvidar que los buques gallegos disponen de licencias de larga duración y son derechos adquiridos que ningún tratado posterior puede eliminar sin compensación.