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La tensión se dispara en Arousa entre camaroneros y parte del sector bateeiro

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

SOMOS MAR

MARTINA MISER

Trueleiros y vigilantes de las mejilloneras se acusan mutuamente de acoso y amenazas

23 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante años, los trueleiros y los bateeiros convivieron sin problemas en la ría de Arousa. Pero aquella sintonía se rompió hace ya tiempo, cuando un nutrido grupo de mejilloneros decidiera prohibir a los mariscadores subir a sus bateas para capturar camarón. Aquello supuso el inicio de unas hostilidades que, lejos amainar, parecen no haber hecho más que crecer con el tiempo. En las últimas semanas, de hecho, la tensión entre los camaroneros y los servicios de vigilancia contratados para evitar que se suban a buena parte de las bateas de la ría han protagonizado más de un encontronazo. Desde supuestos ataques con gas pimienta a los mariscadores, hasta presuntos intentos de abordaje de estos a las embarcaciones de vigilancia privada pagadas por los mejilloneros. «Hai moita tensión. Se non se bota man deste asunto, imos acabar mal, pero mal de verdade», señalaba ayer el patrón mayor de A Illa, Juan Manuel Rial. Su cofradía es la única en la que existe el sector del truel, sujeto a un plan experimental del que forman parte unas 60 embarcaciones, aunque solo trabajen de forma efectiva entre 12 y 18 barcos. Que sean tan pocos los afectados quizás explique la escasa atención que a este asunto se ha prestado desde la Administración, razona Rial Millán. «Levo dous anos pedíndolle a Juan Maneiro [director xeral de Pesca] que nos convoque a unha reunión cos mexilloeiros, e que medie neste asunto, pero non o fixo. Non mediou para nada», señaló, visiblemente enojado.

Los trueleiros afirman que los servicios de vigilancia contratados por los mejilloneros que no los quieren en sus bateas están abusando de su condición. Los acosan mientras trabajan, los iluminan con grandes focos y dan vueltas alrededor de las plataformas en las que faenan con ánimo intimidatorio. La otra parte también tiene quejas que formular. De hecho, ayer se presentó una denuncia ante la Guardia Civil y la Capitanía Marítima de Vilagarcía por un suceso ocurrido durante la noche en la ría. Según explica la empresa de vigilancia, una de sus patrullas encontró a dos trueleiros trabajando en mejilloneras que están fuera del plan, y los identificaron. Más tarde, hacia las tres de la mañana en el polígono Vilagarcía A, se encontraron «con tres embarcaciones que intentaron embestir a la nuestra, y hubo momentos en los que la tocaron. Todo esto, claro, entre insultos y amenazas». Los guardias lograron ver el número de folio de dos de los barcos, «pero el del tercero no se veía».

Los bateeiros que han contratado este servicio de vigilancia también reconocen estar muy preocupados por todo lo que está ocurriendo en el mar. «As principais organizacións do sector están moi preocupadas por esta escalada de violencia e os ataques que están sufrindo os viveiros». Han solicitado una reunión con Mar «para que tome cartas no asunto». Quieren que incremente las sanciones a los trueleiros y que se llegue, si es preciso, a decomisarle las embarcaciones.

«Como isto siga así, imos acabar as dúas partes arrepentíndonos», dicen desde A Illa

El conflicto del truel arrancó en el año 2011, cuando un buen grupo de bateeiros de Arousa decidió que no quería que los mariscadores que capturan camarón con truel siguiesen subiéndose a sus bateas. Alegaban entonces, y siguen haciéndolo, que la acción de estos profesionales ocasiona serios daños a la producción de mejillón. De hecho, ayer mismo insistían en que ese bivalvo «está moi frouxo, moi pouco suxeito á corda. A actividade furtiva destes trueleiros está provocando diariamente perdas moi cuantiosas aos bateeiros», según explicaban ayer desde el colectivo del mejillón. Pérdidas que han llegado hasta un tercio del producto que cuelga de las cuerdas.

Los trueleiros aseguran que esas acusaciones no son ciertas, y que los desplomes masivos de mejillón no tienen que ver con su trabajo. En cualquier caso, la cofradía lleva años planteando la posibilidad de cerrar determinadas zonas en momentos concretos para evitar problemas a los mejilloneros. «Nós non queremos prexudicar a ninguén, pero os nosos mariñeiros teñen dereito a defenderse. Queren traballar dignamente, pero están a ser tratados como se foran furtivos, como se andasen ao contrabando», exclamaba ayer Juan Rial Millán. Hoy mantendrá una reunión con los camaroneros para intentar calmar unos ánimos, que se calientan por momentos.

Rial Millán pide a los bateeiros que pagan el servicio de vigilancia «que se miren no espello». Y al resto, a los que sí permiten el trabajo con el truel, «quero darlle sinceramente as grazas».