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Pescando sardina: «Hoxe aínda houbo sorte»

Iago García
iago garcía REDACCIÓN / LA VOZ

PESCA Y MARISQUEO

IAGO GARCÍA / CÉSAR DOMÍNGUEZ

A dos días para la noche de San Xoán y con escasez de sardina, el patrón del cerquero «Cruceiro de Pazos» y sus ocho tripulantes se preparan para una jornada de faena

22 jun 2016 . Actualizado a las 14:07 h.

Seis de la tarde. Muelle pesquero de Sada. El cerquero Cruceiro de Pazos hace acopio de hielo. A dos días para la noche de San Xoán y con escasez de sardina, el patrón, Antón Pérez, y sus ocho tripulantes, se preparan para una jornada de faena. «Imos gastar gasoil», es la metáfora que emplea el patrón, antes de salir en busca de la especie más preciada en la lonja esta semana. Tiene su propia teoría para explicar que la reina de la parrilla no quede cercada por las redes estos días. Además del clima, que aún no ha traído calor continuado, mira a Francia: «Eles alí cóllena case sen cupos, e aquí xa non chega». El tope semanal de sardina que tiene el barco es de 6.000 kilos. Capturar hoy 1.500 sería todo un logro y les permitiría tener un remanente por si tienen suerte la víspera. Antón sonríe al recordar que el año pasado colocaron 20 cajas (cada una pesa aproximadamente 15 kilos) a 190 euros cada una en la lonja de A Coruña. Echen la cuenta.

Tras dos horas de travesía con rumbo norte, y a unas tres millas mar adentro del cabo Prior, reducimos la marcha. El patrón clava su mirada en las pantallas del sónar y la sonda. Ambos aparatos ayudan a localizar bancos de peces en longitud y profundidad.

Ves esta mancha? [Un área roja próxima al barco en la pantalla del sónar] Iso é peixe».

E onde está?».

-«Está na pedra [en el fondo]. Vai ser xurelo, hoxe non nos interesa», dice analizando la profundidad en la sonda.

Continuamos.

Abandonamos el puente para charlar con la tripulación y amenizar la espera. Tonecho y Camacho son dos viejos lobos de mar que están viendo de reojo el Eslovaquia-Inglaterra de la Eurocopa en el camarote (reciben señal de TDT aunque a veces se entrecorta). El empate a cero de un encuentro aburrido favorece la conversación. «Hai 20 anos era impensable non saír ao mar sen coller miles de quilos», nos dice Tonecho. Camacho levanta la mirada del libro que está leyendo (La herencia, de John Grisham) y apostilla: «Antes a sardiña ía a granel, para fariñas e pensos; había case 30 cerqueiros no porto de Sada». Hoy apenas quedan diez. Y la mitad, para cubrir gastos, se apuntan a la costera de la anchoa: de abril a junio se desplazan al País Vasco. «Agora polo menos volvemos a casa todos os días, alí podemos pasar dous días no mar ata que vemos porto», comenta Tonecho.

La plata de la sardina

A las diez y media de la noche, un bocinazo interrumpe la tertulia. El patrón para los motores. Algo ha llamado su atención. Dibuja un círculo mientras la red se va desplegando en popa. Ahora los 8 tripulantes tienen su papel en una obra coral propia de un musical de Broadway. Un sistema de poleas estrecha la red a babor mientras los marineros la recogen con mimo. Los focos del barco permiten ver los reflejos plateados de las sardinas. Cuando el área se reduce, y ayudados por una grúa, van sacando la captura con una red circular. Antes de entrar en la bodega, se refresca con hielo, y a través de un conducto metálico ya se va repartiendo en las cajas.

Pasa de la medianoche y el operativo ha terminado. En total, 1.100 kilos de sardina, mezclada con medianillo (de menor tamaño). El Cruceiro de Pazos se dirige a la lonja de A Coruña. Dos horas después termina la travesía. Colocan el kilo a algo más de cuatro euros. «Hoxe aínda houbo sorte», concluye el patrón. El cerquero vuelve a aprovisionarse de hielo. Nosotros quedamos en tierra. Ellos lo intentarán de nuevo.