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Seis semanas sin cefalópodo

Ana Gerpe Varela
A. Gerpe RIBEIRA / LA VOZ

SOMOS MAR

CARMELA QUEIJEIRO

Profesionales de Ribeira discrepaban sobre el paro fijado, que para unos está bien y para otros es demasiado corto

21 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque la veda del pulpo empezaba oficialmente a las seis de la tarde del viernes, las nasas llegaron a tierra mucho antes. Por la mañana, barcos cargados de ellas se aproximaban al puerto de Ribeira y comenzaba el proceso de recogida. Algunos ya las fueron sacando del mar a lo largo de la semana. La campaña, reconocían unos y otros, ha sido favorable. Los datos oficiales de venta en las rulas así lo confirman. Desde enero, la cotización media se situó por encima de los seis euros, lo que permitió a los naseiros obtener unos ingresos aceptables. El patrón de alguna de las embarcaciones situadas en las rampas del muelle de Ribeira expresaba su deseo de que la próxima sea, como mínimo, igual de buena: «Non pido máis». Serán 45 jornadas, seis semanas, en las que los profesionales deberán prescindir del cefalópodo, hasta las 06.00 horas del 4 de julio.

«Peixe regalado»

Emilio Olveira, patrón de una embarcación con tres tripulantes tiene clara cual será su actividad a partir de ahora: «Ir aos aparellos». También sabe lo que le espera durante este mes y medio de veda: «Vender o peixe regalado, porque imos ir todos a este arte. Isto é o malo desta parada».

Y es que cuando se pregunta sobre la veda, difícil es encontrar dos opiniones parejas. Emilio Olveira, por ejemplo, cree que el período fijado es más que suficiente para que se recupere la especie. No le importaría que aumentara a dos meses pero, eso sí, siempre y cuando se ofreciera al sector alguna compensación: «Só o seguro dos tres que imos no barco son 600 euros ao mes». Propone que se subvencione el paro durante un mes o que, por lo menos, se les exima durante ese tiempo del pago de la seguridad social. A su lado está el patrón de otra embarcación que, como cabía esperar, discrepa. Considera que la veda es completamente innecesaria. Junto a las chabolas del puerto de Ribeira también se observa una gran actividad, los profesionales están enfrascados en poner a buen recaudo las nasas hasta que llegue el momento de devolverlas al mar. Allí, un marinero indica que, como mínimo, el paro debería ser de dos meses. En su caso no sabe todavía a qué se dedicará durante este tiempo, porque el patrón del barco en el que faena no va a dedicarse a otra arte. Él sin embargo, afirma que, «si encontro a onde ir, claro que vou».

El viernes a última hora de la tarde se subastaron en Ribeira los últimos kilogramos de pulpo de esta campaña. No había demasiada cantidad y se esperaba que los precios fuesen parejos al los del resto de la semana, en la que la cotización máxima del cefalópodo no llegó a ocho euros.