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Toxinas emergentes y bivalvos gallegos

luis m. botana

SOMOS MAR

MARTINA MISER

El paquete de higiene de la UE incorpora análisis de sustancias que se han revelado como no peligrosas y faltan otras que lo son

01 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El bioensayo con ratón es un método universal que permite detectar cualquier compuesto tóxico. Sin embargo, ese sistema analítico detecta también compuestos que no son toxinas, como las pectenotoxinas, que son mortales para el ratón y que se incluyeron en la legislación sustentándose en datos científicos que resultaron ser erróneos. Un bioensayo con cafeína causaría la muerte del ratón, y nadie duda de que el café no es tóxico. ¿Por qué está, pues, incluida la pectenotoxina en la legislación? Pues porque los cuerpos técnicos encargados de tomar esa decisión no reciben el asesoramiento debido, y porque la inercia de los reglamentos es, a veces, sorprendentemente larga.

Hace poco se unieron los editores de varias revistas de toxicología para publicar, simultáneamente en cada revista, el mismo comentario referido a los compuestos modificadores endocrinos, cuyo mensaje se resume bien en el título que pusieron: La precaución sin base científica de las recomendaciones de la Comisión Europea desafía el sentido común, la ciencia bien establecida y los principios de la evaluación de riesgos. Este documento demoledor se refería a que se proponía que un compuesto se considerase tóxico salvo que se demostrase que no lo es. Desde un punto de vista científico, tal vez filosófico, no es posible demostrar la no toxicidad, aunque es fácil demostrar la toxicidad. Por esta razón similar, la pectenotoxina sigue en la legislación.

Cuando formo parte de los grupos de trabajo en distintos foros europeos, siempre me sorprende la cantidad de gente que está representando a las instituciones, sin ser expertos, y los pocos expertos reales que suele haber. Esta dinámica nos lleva a la situación actual.

Método químico

Desde que se implantó la nueva legislación de control de toxinas, que es la detección analítica mediante espectrometría de masas -el método químico-, se incorporó una herramienta muy poderosa para cuantificar y definir el perfil de toxinas de un producto comercial, pero se creó un vacío peligroso, que se refiere a la naturaleza predefinida del análisis, de modo que solo se detecta lo que se busca.

Se puede argumentar que hay algunos recursos metodológicos para analizar cualquier compuesto, pero técnicamente hoy esto no es posible, más si se tiene en cuenta que algunas moléculas como la palitoxina pueden tener 264 variantes. Por tanto, la implantación de un control analítico requiere que se pueda cambiar la legislación con rapidez, de modo que el sistema se adapte a los resultados. Si algunos países de aguas cálidas, como Grecia, tienen tetrodotoxina o palitoxina en sus mejillones, el sistema debe poder afrontar estos riesgos, de modo que el producto sea seguro, y no obligar a todos los países a analizarlo todo.

Las aguas gallegas son frías y de bajo riesgo (salvo los ya conocidos), pero los distintos entornos ecológicos en Europa crean situaciones muy diversas. Por tanto, tiene sentido que se desregule la pectenotoxina, y que se pida la detección de tetrodotoxina (TTX) o de ostreocinas en zonas de riesgo. Sin embargo, ese peligro debe ser evaluado adecuadamente, ya que la toxicidad de la TTX es similar a la de la saxitoxina, y si el límite de esta última es de 800 microgramos por kilo, el de la tetrodoxina tendría que ser similar.

Plantear la no presencia de tetrodotoxina, según se dice que propone un Estado miembro es un disparate. Es un compuesto de origen bacteriano que, aunque asociado a dinoflagelados, no se relaciona directamente con las mareas rojas, por lo que sería necesario su control rutinario constante, sin poder recurrir a marcadores ambientales como lo son ahora los cómputos de microalgas en el agua.

Un problema similar lo plantean las iminas cíclicas, que se absorben y llegan al sistema nervioso para generar enlaces casi permanentes en los receptores nicotínicos, lo cual produce cierta inquietud en zonas de riesgo -no es el caso de Galicia-, debido a que cada vez son más abundantes, posiblemente debido al cambio climático.

Protección gallega

Todo esto es bastante técnico, pero se resume fácilmente: los productos gallegos son seguros, por que el Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño (Intecmar) lo hace muy bien, y porque las aguas gallegas son frías, lo cual es una barrera ecológica y la causa de que los moluscos gallegos sean tan sabrosos. Sin embargo, la legislación europea sobre toxinas marinas es muy mejorable.

La única empresa europea de patrones certificados está en Galicia, básicamente porque Galicia es no solo una potencia productora, sino también investigadora. Quizás sea el momento de que Europa empiece a escucharnos un poco más.