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Desnudos y hambrientos en el Pacífico

Susana Luaña Louzao
susana luaña SANTIAGO / LA VOZ

SOMOS MAR

Marta Carballo

Un documental recupera la odisea de dos marineros que estuvieron veinte días perdidos en una lancha en alta mar

02 abr 2016 . Actualizado a las 10:39 h.

Franco acababa de morir y poco importaba entonces lo que pasara en el resto del mundo. Ni siquiera que en el océano Pacífico acabara de hundirse un buque cargado de mineral de hierro y que falleciesen en él 30 marineros, la mayoría españoles. Tras décadas de olvido, un documental del director tinerfeño Víctor Calero recupera aquella tragedia de la que solo sobrevivieron dos náufragos que estuvieron 20 días desnudos a la deriva y hambrientos en una pequeña lancha perdida en el mar. Habrían muerto también si no los hubiese rescatado un pesquero japonés. El silencio del Berge Istra, el trabajo de Víctor Calero, se proyectó ayer en Santiago, en el Centro Sociocultural del Ensanche, y al acto asistieron los dos supervivientes, Imeldo Barreto León y Epifanio Perdomo López, que hoy tienen 81 y 79 años, respectivamente.

Fue en diciembre de 1975. Imeldo y Epifanio mantenían a la familia con el duro trabajo en alta mar. Llevaban más de un año en el Berge Istra, un petrolero de una compañía noruega con bandera liberiana. Navegaban por el Pacífico cuando, según Epifanio, «se pusieron a soldar en cubierta al lado de los tanques de petróleo, y todo saltó por los aires». Él estaba en el castillo de proa y quiso asirse a una lancha, pero no fue posible, «en cuatro minutos, el barco se hundió». La suerte quiso que tanto él como Imeldo lograran subirse a un pequeño bote que quedó flotando, «tratamos de rescatar a los compañeros, pero no pudimos, todos se ahogaron».

Ellos se vieron muertos también, porque los días iban pasando y a su alrededor no había más que millas y millas de agua. «El frío era insoportable -recuerda Epifanio-, yo estaba desnudo porque en el naufragio me quedé sin ropa, y no comíamos más que pescado crudo». Pero evidentemente no había llegado su hora. Les faltaban pocas de vida cuando un buque japonés que faenaba por la zona los vio y los rescató. Nunca más volvieron a alta mar. Imeldo se dedicó a la pesca de bajura y Epifanio trabajó de vigilante de obra hasta que, por las secuelas de aquella tragedia, tuvo que coger la baja. Hoy vive de una mínima pensión. «Nadie se acordó de nosotros, nadie se preocupó por nuestro futuro y nadie nos indemnizó. A ver si ahora, que se está proyectando el documental, logramos que la compañía nos pague lo que nos corresponde», dice con esperanza mientras pasea por las calles de Santiago, tan distintas de su Tenerife natal.

La hemeroteca

Víctor Calero estudió Audiovisual en la Complutense y, cuando estaba haciendo un trabajo universitario, se topo por casualidad en la hemeroteca con el naufragio del Berge Istra. La tragedia había tocado de lleno a las islas Canarias, su tierra, «y empecé a preguntar y me sorprendió que ningún periodista ni nadie supiese de aquella noticia. Seguro que por el momento en el que fue quedó solapada por otros acontecimientos, o quizás no interesaba entonces que se supiese», intuye el joven director. Pero a toda tragedia le llega su recuperación histórica, aunque Imeldo y Epifanio tuviesen que esperar cuarenta años, tantos como duró la dictadura cuyo final se habrían perdido de no ser rescatados.

De la mano de Carpe Diem Galicia y la asociación Signo de Vida, el documental se proyectó por primera vez en la comunidad, pero sus protagonistas le auguran una larga singladura.