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Sirenas en peligro de extinción

Atahualpa Amerise / Efe

SOMOS MAR

JEON HEON-KYUN | Efe

En la isla surcoreana de Jeju, 4.500 mujeres bucean para recolectar algas y moluscos; la mayoría son mayores de 60 años y no hallan sucesoras

30 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

En la isla surcoreana de Jeju, las sirenas están en peligro de extinción. Las haenyeo o mujeres del mar, que desde hace cuatro siglos desafían al océano armadas con un cuchillo y la fuerza de sus pulmones, no encuentran reemplazo en las nuevas generaciones.

Estas buceadoras, que se sumergen a más de diez metros de profundidad para recolectar moluscos y algas, se contaban por decenas de miles hace medio siglo, pero a día de hoy suman unas 4.500 en activo, casi todas mayores de 60 años y algunas incluso cerca de los 90.

«Espero seguir buceando al menos veinte años más, hasta que el cuerpo me diga basta», comenta tras salir de una inmersión Hong Sun-oh, de 62 años, y con más de cuatro décadas de experiencia como haenyeo en esta isla volcánica de casi 600.000 habitantes al sur del país.

Hong, que heredó la profesión de su madre, celebra que ninguna de sus cuatro hijas haya decidido seguir la tradición familiar ya que bucear a pulmón desde las nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde «es un trabajo agotador, peligroso y que daña la piel y la salud», explica.

Al igual que sus compañeras, ella es capaz de aguantar la respiración durante más de un minuto para extraer de las profundidades algas y moluscos -entre ellos, los cotizados abulones- que luego distribuye a través de la cooperativa de su aldea.

Esta veterana se embolsa entre 1 y 2 millones de wones mensuales (de 780 a 1.560 euros) a cambio de enfrentarse a los peligros del mar, como el síndrome de descompresión que dejó sorda a una de sus mejores amigas o las ocasionales visitas de tiburones. Aunque ninguno de estos dos es el peor enemigo de las haenyeo.

«Lo más peligroso, sin duda, son las redes de pesca», asegura Hong, que recuerda con tristeza cómo una de sus compañeras quedó enganchada a varios metros de profundidad y no pudo regresar a la superficie.

En todo caso, la sexagenaria se lanza al agua sin miedo. «Cuando era joven me asustaba mucho, ya que a diez o quince metros de profundidad está todo oscuro y no podía ver los peligros, pero ahora estoy acostumbrada y me da igual», asegura.

«Gana en la próxima vida y gasta en esta» es el lema ancestral de las haenyeo, su peculiar carpe diem que les recuerda la letal crueldad del mar y las invita a disfrutar cada día como si fuera el último.

Además, confían su destino a la Abuela del Rey Dragón, su propia diosa del océano a la que cada primavera piden protección y abundancia en un antiguo ritual chamán.

Una profesión centenaria

Aunque en Jeju se bucea desde hace más de 2.000 años, las primeras haenyeo aparecieron en el siglo XVII, cuando los excesivos impuestos y las guerras obligaron a buena parte de los hombres a emigrar y ellas tomaron las riendas de la economía doméstica. Desde entonces, Jeju es popularmente conocida como la isla de las mujeres y se le atribuye la expresión sam-da referida a las tres cosas que más abundan en su territorio: rocas, viento y mujeres.

Las haenyeo, que se sumergen entre 10 y 15 días al mes a cientos de metros de la costa, incluso durante el frío invierno, utilizan hoy aletas, máscaras, cinturones de plomo y trajes de neopreno, comodidades de las que carecían en el pasado. «Antes no teníamos trajes de neopreno ni plomos y las gafas eran muy pequeñas pero aun así salíamos a bucear, incluso en invierno, porque había que ganarse la vida», recuerda Hong. En los meses más fríos, con temperaturas cercanas a los cero grados, las buceadoras se reúnen entre inmersiones en torno a una hoguera en el centro de una defensa de rocas a la que llaman chimenea.

Las haenyeo han estado siempre relegadas al eslabón más bajo de la sociedad, pero desde la pasada década su labor comenzó a ganar reconocimiento y hoy son candidatas a formar parte de la lista del patrimonio cultural inmaterial de la Unesco, además de recibir una creciente atención mediática e incentivos del Gobierno.

Las «haenyeo» son candidatas a ser patrimonio cultural inmaterial de la Unesco