El centro se convirtió pronto en un centro de ámbito comarcal, con alumnos de distintos concellos de Terra Chá
24 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Los años 60 fueron los de The Beatles, del gol de Marcelino a la Unión Soviética, del Concilio Vaticano II, de la llegada del hombre a la luna... Si esos acontecimientos tuvieron una repercusión presente en décadas posteriores, algo ocurrido en Vilalba en esos años puede situarse en esas mismas coordenadas: uno de los acontecimientos del 2016 en la villa es la celebración de los 50 años del IES Basanta Silva, que genera diversas actividades: una de ellas, una exposición que se inauguró anteanoche en el Auditorio y que estará abierta varias semanas.
Lo que nació como Instituto Técnico Masculino fue en realidad un parto doble. En el curso 1966-67 se puso en marcha el Instituto Técnico Masculino, pero también uno femenino, que funcionaba como sección delegada del de Lugo. La unificación no llegó hasta el curso 1969-70.
En 1975 se le dio el nombre de Basanta Silva. Llegó a proponerse el nombre de Manuel Fraga, que ya había sido ministro y desarrollado una amplia carrera en la Administración. El ministerio advirtió que no se podían usar nombres de personalidades vivas, y se optó entre Manuel Mato Vizoso (historiador y periodista, 1846-1909) y Santiago Basanta Silva (abogado del Estado con importantes puestos en la Administración y miembro de la Real Academia de Jurisprudencia, 1899-1974): el primero tuvo más votos del claustro, pero se implantó el nombre del segundo.
El edificio principal estaba ya construido en 1966; entonces había 200 alumnos. Luego se construyó un nuevo edificio y los alumnos y las alumnas quedaron separados. Entonces se cursaba un Bachillerato de seis cursos, seguido de otro antes de la Universidad. Aunque la llegada de la EGB y del BUP, más la posterior implantación de la ESO y del actual Bachillerato, cambiaron los planes de estudio, no se varió un perfil presente desde el inicio, la condición de instituto de carácter comarcal.
A los alumnos de Vilalba se les sumaron los de municipios chairegos como Muras, Xermade, Abadín, Cospeito o Guitiriz, que tardaría años en disponer de un centro de educación secundaria. Vilalba cubría así un hueco en la formación de los jóvenes que se solventaba de varias maneras: unos iban a estudiar a Lugo; otros entraban en el Seminario de Mondoñedo, y otros se preparaban por libre para examinarse en la ciudad amurallada.
Cantidad en metálico
Se recuperó además una oferta educativa instalada en la Segunda República y luego suprimida -hubo un centro de segunda enseñanza en el actual edificio de la residencia de la tercera edad-, y se ofrecieron actos culturales que organizaba el instituto o que partían de inquietudes de los alumnos: charlas de José María Castroviejo o de Álvaro Cunqueiro pero también de Xosé Manuel Beiras y conciertos de piano pero también de Fuxan os ventos mostraron que el papel de un centro docente rebasa lecciones y evaluaciones. «Foi un cambio radical», dice Carlos Gómez Osa, ex alumno, profesor y miembro del equipo directivo.