¿Y los 200 mojones de la Diputación?

Xosé Ramón Penoucos Blanco
x. r. penoucos LUGO / LA VOZ

SARRIA

Retiraron los antiguos indicadores que marcaban los kilómetros hasta Santiago y nadie sabe dónde están

22 ene 2016 . Actualizado a las 11:26 h.

La Diputación de Lugo fue pionera en 1986, poco después de que Elías Valiña pintara las flechas amarillas que hoy son el principal símbolo del Camino de Santiago, en colocar señales en la ruta jacobea para que los peregrinos no se perdieran y supieran los kilómetros que les faltaban hasta Santiago.

Los 90 kilómetros de ruta jacobea que transcurren por la provincia de Lugo cuentan con un mojón cada 500 metros, por lo que hay casi 200. Los propietarios de las piezas son la Diputación y el autor del diseño, Antonio González Trigo. El encargado de esculpirlos fue el escultor lucense Manuel Mallo, que participó activamente en la obra de la Sagrada Familia.

Piedra granítica

El modelo de monolito, realizado en piedra granítica, tiene forma trapezoidal con el emblema de la concha de vieira labrada y la cifra en la que se marcan los kilómetros que separan el lugar en el que se encuentra de Compostela. Tienen una altura de 1,10 metros.

Los mojones se convirtieron, al igual que las flechas amarillas y la concha de vieira, en un icono del camino para los peregrinos, sobre todo algunos tan significativos como el que marcaba el kilómetro 100 en la zona entre A Brea y Morgade, o el del 111 a la altura del campo de la feria de Sarria y desde el que se divisa toda la villa.

El modelo que instauró la Diputación lucense fue seguido por otros organismos provinciales como el de A Coruña, así como los que colocó el gobierno del Principado de Asturias en el Camino Norte.

En las últimas semanas, la Xunta ha comenzado a colocar unos nuevos indicadores, aprovechando también que está señalizando nuevas rutas consideradas históricas, al mismo tiempo que está retirando los que ya existían.

Malestar de peregrinos

La desaparición de los antiguos mojones del camino ha provocado un notable malestar entre peregrinos y asociaciones, que lamentan que se hayan retirado del camino sin previo aviso unos indicadores que habían adquirido un gran valor sentimental, a la par que patrimonial, durante las tres décadas que supusieron el gran despegue de las distintas rutas jacobeas.

La única ventaja que romeros y asociaciones encuentran en la nueva señalización es que son más numerosos que los anteriores y están colocados en muchos puntos en los que antes no existía una señalización clara y era bastante habitual que se perdieran los peregrinos. Ahora, por lo menos, los indicadores son más claros.

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