El fuego que conocimos, tertulia en Sargadelos

SARRIA

02 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Hijo de Júpiter y Juno, esposo de Venus, Vulcano es el dios romano del fuego. Fue Prometeo, hermano de Atlas, uno de aquellos titanes que se atrevió a robar el fuego del Olimpo y dárselo a los mortales.

En nuestra mitología Celta, se rinde culto al sol y al fuego. La diosa del fuego es Brigit, que también lo es del arte, poesía y tierra. A la más grande de las diosas se le simbolizaba con una antorcha encendida. Hemos pasado su fiesta -Imbolc- pero sigue el invierno. Todavía las tinieblas son más fuertes que la luz. Oscuridad y frío invitan a reunirse en torno al animal fuego, tal como lo describe Cunqueiro, para contar historias nuestras, con esas pausas, tan gallegas, en cualquier relato tradicional.

Desgraciadamente, son malos tiempos para la tradición oral, tertulia, lectura, epistolarios y diatribas en busca de la verdad histórica. Volviendo a Cunqueiro, sus personajes, la familia de Merlín, fue procesión de ánimas entre bosques, calles y lugares como barberías, dulcerías y cantinas. Evidentemente el gran mindoniense no tuvo que luchar con esos personajillos de G-H. capaces de concitar más de cuatro millones de telespectadores cada vez que un italiano y su equipo de malandrines se lo proponen. La denominada princesa del pueblo, una garrula de la peor calaña, ha sustituido en muchos hogares a la hermosa Ginebra.

No permitir que cunda el desánimo

No vamos a permitir que cunda el desánimo por el estado de la cultura popular. Nos refugiamos en una de esas hermosas estancias que están orientadas a la fachada principal de una casa de piedra con tejado de pizarra, dónde una cocina fabricada en Sargadelos con su perenne lumbre es el centro de la vida hogareña en las parroquias de A Mariña.

Ante el fuego que consume madera de carballo, hagamos tertulia. Estamos recordando que este año -2015- será el cuarto centenario de la segunda parte del Quijote. Gracias al séptimo Conde de Lemos, Marques de Sarria, nombrado virrey de Nápoles en la Corte de Felipe III y su valido el Duque de Lerma- tío del prohombre-

Mecenas de Monforte

El joven Conde de Lemos tiene como secretario a Lope Feliz de Vega, al igual que protege a Don Luís de Góngora. Al ilustre caballero, con tan sólo 25 años de edad, se le confió La Presidencia del Consejo de Indias. Pero su mejor y más trascendente papel lo juega cuando decide socorrer de la miseria y el abatimiento a Miguel de Cervantes. Así Don Pedro Fernández de Castro nacido en 1576 en Monforte, será el mecenas capaz de permitir que Don Quijote se calce las espuelas y emprenda su tercer viaje. Lo mismo que el joven Virrey se rodea de una corte de poetas, y otros hombres de letras. Hasta Cervantes, descartado para el viaje por sus achaques, no así sus novelas ejemplares que son ajuar del Conde. Lo mismo que otro de sus protegidos -Quevedo- rechaza la invitación.

Hay quien afirma que el Conde de Lemos debe más la inmortalidad de su fama a los libros dedicados por Cervantes que a los palacios y Universidad levantadas por el ilustre gallego en Nápoles. Será una de las últimas dedicatorias de Cervantes coincidiendo con el regreso a España del Conde. Un 18 de abril de 1616 recibe la Extremaunción.

Falta Juan Queralt

En este cuarto centenario nos falta Juan Queralt. Cervantista y Aventado, artista plástico que con su obra mostraba el mensaje del «manco de Lepanto» en defensa de los derechos humanos. Antes de irse, el Instituto Cervantes de Madrid le llamó para contar con su colaboración. Al igual que su amigo Darío Villanueva, hoy Presidente de la Real Academia y gran cervantista. Prometo que en Sargadelos, a la lumbre del mesón, haremos tertulia sobre lo antes dicho y a honra y recuerdo de los caballeros citados.