La Compostela: ¿Un certificado moderno?

José de la Riera

SAMOS

10 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante siglos de peregrinación, a los jacobeos se les otorgaba un certificado de confesión y comunión, independientemente de dónde hubieran comenzado su camino. No tenían, además, más que jurar por su peregrinación. Y, evidentemente, todo el mundo salía desde la puerta de su casa y ahí comenzaba a caminar. Y es exactamente eso lo que nos pide el cuerpo a la mayoría de asociaciones jacobeas: fuera distancia alguna, fuera burocracias de nuevo cuño en honor de no se sabe que estadísticas (turísticas y catedralicias) y que se lo den a todo aquel que recorra el camino con alma de peregrino. Pero fue a finales de los años ochenta del pasado siglo cuando el Cabildo de la catedral de Santiago lanzó esa nueva inventio, la realización de los últimos 100 kilómetros a pie del camino para la obtención de la Compostela, ocurrencia a todas luces de anteayer y con nula base histórica. Todo ello, que podría haber tenido su razón de ser hace 30 años, ha quedado absolutamente rebasado por las consecuencias actuales de la tal inventio: masificación en temporada alta, desesperación de los peregrinos de medio y largo recorrido, sobre todo extranjeros, locas carreras por coger cama, hostelería todo a cien, invasión descarada de touroperadores que ven en los 100 km su particular agosto y pérdida de los valores fundamentales de la peregrinación tradicional, todo en un ciego cortoplacismo capaz de desplumar cualquier gallina de los huevos de oro. Y ni siquiera se trata de una reducción del camino a Galicia (lo que ya es absurdo en un bien de raíz universal), se trata de limitarlo, con todas sus consecuencias, a una parte de Galicia. Porque sería bueno, ante la propuesta de la Fraternidad Internacional Camino de Santiago, desde luego abierta, de ampliar el kilometraje de la Compostela a 300 km, que todos aquellos buenos gallegos que han puesto el grito en el cielo cayeran en un proceso de sentido común o en una incontestable evidencia y se preguntaran si los concellos ahora excluidos, y no solo en el Camino Francés, tal cómo A Fonsagrada, Castroverde, Ribadeo, Mondoñedo, Vilalba, Triacastela, Samos, Pedrafita, Allariz, Xinzo de Limia, Verín, A Gudiña, Monforte, A Rúa y O Barco son gallegos o son marcianos.