El reencuentro más feliz tras 51 años

Suso Varela / Manuel F. RIBEIRA DE PIQUÍN / LA VOZ

RIBEIRA DE PIQUÍN

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La Voz junta a un vecino de Ribeira de Piquín nacido en un difícil parto y al médico que atendió a su madre

02 jul 2017 . Actualizado a las 10:58 h.

Gumersindo Rego (A Fonsagrada, 1939) fue durante 42 años médico en el Hospital General de Asturias, del que llegó a ser jefe del Servicio de Neumología Ocupacional. Pero en una trayectoria tan dilatada nunca olvidará su primer acto de servicio como doctor. Fue una noche de febrero de 1966 y apenas llevaba 24 horas en su destino, en el municipio lucense de Ribeira de Piquín, cuando recibió el aviso de que una mujer tenía un parto complicado. «O marido contoume que a súa muller levaba varios días de parto. Nunca asistira a un, como moito vira algunha práctica de lonxe na carreira», recuerda ahora medio siglo después.

«Nunca asistira a un parto, como moito vira algunha práctica de lonxe na carreira»

Subido a lomos de su caballo, cabalgó de noche por las montañas de Ribeira de Piquín para en un viaje de dos horas llegar a la aldea de A Bidueira, de una sola casa. «Cando cheguei, vin que non era un parto normal, había unha muller con convulsións e cunha forte hemorraxia. Tiven que aplicarlle un tranquilizante e comezar a traballar nun plan de evacuación ata Lugo. ¡E iso que para min foi un momento de moito estrés!».

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Rego recuerda que con la ayudas de los vecinos de la zona improvisaron una camilla para trasladar monte abajo a la mujer hasta Meira y luego llevarla en taxi a la consulta del doctor Plácido Vila, en Lugo. «Daquela, como non había camiños nin tractores, era usual poñer un xargón -colchón estreito cheo de follas de millo, sedas de cocho ou la de ovella)- e despois colocar o enfermo por enriba, atado na escada, e con dous homes que se intercambiaban ao cansar, e levaban ata onde fora a camilla de madeira», explica Rego. Este médico jubilado, que vive entre Gijón y su A Fonsagrada natal, indica que supo días después que el parto había sido satisfactorio, lo cual le alivió. A los pocos meses abandonó el puesto de Ribeira de Piquín para irse a la mili y luego ya ingresar en el hospital asturiano. Nunca más regresó a aquel lugar de su primera intervención como doctor.

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Aquella historia con final feliz volvió a recordarse con el reencuentro que La Voz de Galicia propició en la aldea de Ribeira de Piquín entre el médico primerizo y aquel bebé, hoy ya un hombre de 51 años, y conocido como Pepe da Bidueira. Ninguno de los dos se conocía, a pesar incluso de que ambos viven desde hace décadas en Gijón. «Prestoume saudar ao ‘neno’, foi algo agradable e comprobei que para el e para a súa muller tamén foi inesquecible», señala Rego.

«Contáranme de neno que o parto fora complicado, ¡e agora ver ao médico que atendeu á miña nai!»

Para Pepe da Bidueira, de profesión carpintero metálico, el encuentro «foi unha sorpresa e algo que non esquecerei». Cuando llegó a la casa de sus padres, que abandonó a los 9 años cuando emigraron a Asturias, Pepe da Bidueira estaba algo nervioso. No conocía a la persona que tenía enfrente. Cuando se le cuenta quién es, la alegría en sus ojos y en los de su mujer era evidente. «Contáranme de neno que o parto fora complicado, ¡e agora ver ao médico que atendeu á miña nai!». Una vez roto el miedo inicial y en la cocina de la casa que aún mantiene abierta Pepe da Bidueira, comenzaron a brotar las historias acerca de aquella noche de invierno y sobre cómo era la vida en 1966.

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«Hoxe parece extraño toda aquela peripecia, pero nun parto, ir ao médico era o último recurso e moitas veces xa era tarde. Antes, a vida valorábase menos, era menos segura, mandábante á guerra, non había penicilina, había atracos violentos, pelexas con navallas nas festas, podías caer dun castiñeiro que estabas a podar... a percepción do risco e da morte era maior», explica Rego con la perspectiva de los años. Su primer caso, el «bebé» Pepe da Bidueira, sí recuerda que la vida de un niño en una aldea gallega hace medio siglo «era ás veces moi difícil, e outras moi feliz. Con calquera cousa xa vivíamos contentos. Hoxe os nenos teñen de todo e non lles vale de nada». Rego y Pepe se abrazan y prometen verse en Gijón. Tras 51 años, un nuevo final feliz.