Tractores en defensa del sector lácteo en una ciudad sin cronista

Enrique Gómez Souto
enrique g. souto LUGO / LA VOZ

PEDRAFITA DO CEBREIRO

En Lugo, ciudad sin cronista que escriba su historia oficial, anda revuelta la cosa política y endiosada la banca, mientras se anuncia la toma de sus calles por tractores como armas contra el expolio de la leche

30 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

En Lugo, ciudad sin cronista que escriba su historia oficial, anda revuelta la cosa política y endiosada la banca, mientras se anuncia la toma de sus calles por tractores como armas contra el expolio de la leche. Llega septiembre y el horizonte de urnas pone en sus días más algarabía política. De nuevo se trazan medidas contra los manteros de octubre, esa avanzadilla de las tristes divisiones de hambrientos que toman Europa. Con el adiós de agosto, el ciudadano constata con sobresalto que el espectáculo que son el Concello de Lugo y la Diputación no fue un sueño de verano. Por tanto, no soñaron, no, los lucenses que el PSOE aseguró que de la web provincial se esfumaron las declaraciones de bienes de los diputados. A las ciudades con sueños pesados no suele gustarles que los cronistas escriban su historia. Quizá por eso Lugo no tiene cronista oficial.

El gran Ramón dejó dicho en una de sus greguería que esta es «la pregunta más inquietante de los bancos: «¿Llegó ya el cajero?». En Lugo, para el contribuyente que quiere ajustar sus cuentas con la hacienda local, el señor cajero o la señora cajera del banco están solo unas pocas horas. Al contribuyente, en algunas oficinas, se le avisa mediante cartelito o de viva voz de que los pagos son de tal a tal hora, y no toda la mañana. O se le indica el camino al otro cajero, a la maquinilla, a la pantallita donde todo son reflejos, teclas y dudas. El lucense manso vuelve mañana o se pelea con el cajero automático, ese empleado que ni cobra salario ni cotiza a la Seguridad Social; un chollo de empleado. En el Concello, que es a donde va a parar el dinero de los tributos locales, temen que algo no ande bien en el convenio con los bancos y que el pagano acabe más cabreado de lo que ya está. La concejala de Economía, Ana Prieto, asegura que, si hay desorden, pondrá orden en el concierto con los bancos. La edila quizá no ha tenido ocasión de recordar que «el capitalista es un señor que al hablar con vosotros se queda con vuestras cerillas». También lo escribió Gómez de la Serna.

Prieto, socialista de estrena, es la sonrisa reciente del PSOE municipal y minoritario. La otra sonrisa, la de la alcaldesa Lara Méndez, anda como alicaída, un punto tristona quizá de tanta minoría y tanta oposición. Méndez, alcaldesa imprevista, hace equilibrios en la cuerda floja que es un gobierno de ocho concejales en una corporación de 25. Lo que ocurre en el Concello de Lugo es una de esas singularidades democráticas que, bendecidas por la legislación vigente, hacen fruncir el ceño al votante. Lo mismo pasa en la Diputación, donde la presidenta, Elena Candia, intenta gobernar, también en minoría, el teatrillo diario que es la institución provincial. El PSOE ayuda mucho. El PSOE se esfuerza en alimentar el esperpento. Dicen que, desde más allá de Pedrafita, a algún veterano del partido, de esos que han peleado en todas las batallas políticas de las dos últimas décadas, el caso de Lugo lo hace oscilar entre la depresión y la carcajada. Y, claro, el caso de Lugo es también el de José Ramón Gómez Besteiro, secretario general del PSdeG, al que los hados traen a mal traer desde el día, quién sabe qué día, en que lo abandonó su famosa y acreditada baraka. Por si ya hubiese llovido poco, los diputados provinciales socialistas denuncian ante el Valedor do Pobo que de la web de la Diputación se ha esfumado la declaración de bienes de los miembros de la corporación. Conocida la noticia, a la vera del periodista decía un asombrado turista a su rubia acompañante: «¿Y no habría sido más normal que esos señores preguntasen directamente a la presidenta por qué no está la declaración de bienes en la web». No es ningún descubrimiento que en la política lucense hace mucho que escasean los personajes que conocen las reglas del savoir faire. Quizá no es mala idea aquella que, cuentan, expuso un día Francisco Vázquez a otro veterano de su partido a la vista de cómo está el parvulario: «¿Y si ponemos una escuela de política?».

Y mientras la web de la Diputación protagoniza la vida política provincial, los ganaderos calientan los motores de sus tractores para tomar las calles de la capital contra el expolio de la leche, el oro blanco de la provincia. ¡Qué singular país! Mientras los que viven de la tierra y del ganado son maltratados por el mercado y las leyes que lo protegen, el Concello y la Diputación fomentan esa anécdota que son los huertos urbanos. Está claro por qué Lugo lleva veinte años sin cronista que escriba su historia oficial.

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