Las leiras lucenses pierden el hongo de las alucionaciones al quedar sin centeno

OUTEIRO DE REI

Manuel

El «dentón» o «grao de corvo» producido en Lugo llegó a medio mundo

02 ago 2015 . Actualizado a las 08:58 h.

«Enchiamos os petos deles e logo pagábannos un peso. Daquela eran moitos cartos», cuenta el fonsagradino Tino Monjardín que en los años cincuenta recogió, al igual que hicieron cientos de personas en la provincia, el «dentón», «grao de corvo» o cornezuelo en castellano. Se trata de un hongo que creció en las espigas del centeno y que tiene, nunca mejor dicho, una historia alucinante. Contiene numerosos compuestos, al menos cuatro tipo de alcaloides, entre ellos la ergotamina de la que sale el LSD. 

La mayoría de quienes se dedicaron todos los veranos a sacar de las espigas del centeno el pequeño hongo, con forma de espolón de gallo, no tenían ni idea de que fuera alucinógeo. «Sabíamos que era medicinable e que o pagaban moi ben laboratorios de Barcelona», contó un vecino de Outeiro de Rei. La recogida se prolongó hasta los años setenta, como mínimo. Sin embargo hoy las leiras lucenses no tienen el «grao de corvo» porque la producción de centeno quedó drásticamente reducida. El poco que se siembra ya no suele producir el hongo. En algunas plantaciones revisadas la pasada semana en las proximidades de Lugo, no había ni una sola muestra. 

«Facían falta moitos cornos para un kilo, pero pagábano ben. Viñan de fóra por el. O que o compraba tamén se dedicaba a mercar trapos e ferralla», recordó el fonsagradino Tino Monjardín. A finales del siglo XIX boticarios de Lugo ya compraban el cornezuelo para poder elaborar un preparado del que echaban mano médicos y comadronas cuando se producían hemorragias en los partos. 

Pero el alucinante «dentón» tenía detrás otra espectacular historia. Durante miles de años había provocado intoxicaciones masivas en la población porque el espolón negro fue directamente  molido con el grano y después transformado en pan. El resultado era el ergotismo, intoxicación provocada por el ergot, como así se llama en francés e inglés a este hongo. Las consecuencias de ese mal eran alucinaciones, delirios, convulsiones e inclusos¡ en muchos casos gangrena.

Con todo este historial no es de extrañar que el cornezuelo o dentón tenga una historia alucinante mezclada por veces con brujas. La enfermedad, se cuenta en numerosas publicaciones, llegó a ser epidémica en la Edad Media porque el centeno era consumido por la gente pobre y especialmente en las hambrunas.

Para combatir ese mal que, al principio resultaba misterioso, llegó incluso a crearse la orden religiosa de los Antonianos, que consiguió descubrir el origen de la enfermedad, muchos años antes de que lo hubiese hecho la ciencia, según la opinión de algunos expertos. Incluso descubrió la manera de curar la enfermedad usando una serie de plantas. Tanto guardó el secreto la orden que llegó a desaparecer sin que se supiese cuáles eran los ingredientes de la medicinas.

«De todos os misterios, ninguén dos que recollíamos o dentón tiñamos a máis remota idea. Só co paso do tempo fomos sabendo que era o que colliamos», apuntó el fonsagradino Tino Monjardín.