«Increíble que triunfe un domingo por la mañana»

Suso Varela Pérez
SUSO VARELA LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

ALBERTO LÓPEZ

Dr. Think, pionero pinchadiscos en Lugo, repasa su trayectoria tras 20 años dedicados a la música profesional

25 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Álvaro Pardo (Lugo, 1974), conocido artísticamente por Dr. Think, entre otros nombres, cumplió el pasado 16 de mayo 20 años en la música profesional. En dos décadas ha vivido los difíciles comienzos, los buenos momentos -con discos incluidos-, la emigración en Sudamérica y los problemas para sacar adelante sus proyectos musicales.

-¿Cómo fueron los inicios?

-Comencé pinchando con 14 años, de amateur, en un puticlub de San Miguel de Reinante. Pinchaba por el día, que era bar. De noche ya no podía (risas). Luego pinchaba en locales como No se lo digas a mamá, en la calle Galicia, o en El Arena, en San Roque, que luego fue tienda de electrodomésticos y hoy de ropa china.

-Profesionalmente fue en el Pío Pío, en Serra de Ancares.

-Sí, en 1997. Yo estaba nerviosísimo, pero era a lo que quería dedicarme. Yo, cuando salía con mis amigos, por los pubs en vez de bailar no paraba de fijarme en los pinchas.

-Fue autodidacta y pionero.

-Total. Me encerré en la casa de mi abuelo en Montirón y durante años probé todo tipo de mezclas y sonidos. Mi primera mesa de mezclas me costó 80.000 pelas. Nadie te enseñaba; tú te lo tenías que currar, investigar, escuchar mucha música, probar. No puedo decir que fuese el primer pinchadiscos en Lugo, estaba el rapero Charly J, pero es posible que sí lo fuese.

-¿Por qué estilo apostó?

-Siempre me ha interesado pinchar la música soul, el reggae, el hip hop, el funk, la música negra. Me ha parecido siempre más alegre que la house o la tecno, que la he visto más oscura.

-Acabó montando su propio local para pinchar.

-Es que a finales de los 90 no había tradición para esta música y solo se relacionaba con pastillas y drogas. Fíjate que después la música electrónica ya está en los anuncios, en los festivales, en el propio rock que lo incorporó. El Trasno estaba en la Rinconada do Miño y la acogida fue bestial, y eso que estábamos en el barrio de las prostitutas y en aquel momento pocos se atrevían a entrar en esa zona, acojonaba un poco. Llegaron muchos curiosos a ver lo que pinchábamos, de todas las edades.

-Eran los años de muchos universitarios en la ciudad.

-Se salía mucho; funcionaban los jueves, los viernes, los sábados. Funcionaban muchos locales para todo tipo de públicos. Recuerdo con cariño el Superfly, en la Rúa Nóreas. Estuvo a punto de ser mío. Luego me encargué de su programación. Fue una gran idea de local, con esa estética de club neoyorquino. Ahí conseguí traer a grandes músicos, pero aquella aventura no acabó bien.

-Y llegan los años de los primeros discos.

-Sí. Con Telémaco, con Mike Rolling. Tuvimos la suerte de contar con los estudios de Arturo Vaquero.

-¿Pero sus discos nada tenían que ver con sus sesiones de pinchadiscos?

-Nada. Me encantan las mezclas, las conversaciones de películas; doy rienda suelta a mis improvisaciones. Recuerdo que con Mike Rolling llegábamos con 30 instrumentos, y había que tocarlos todos para el disco. Se trataba de divertirse. Comenzamos a ir a desfiles de moda de David Delfín o la Fundación Granell, vamos a museos y teatros, pero eso no daba de comer (risas).

-¿Qué opina de Arturo Vaquero?

-Es el mejor, un pionero; de él aprendí mogollón. Es una persona a la que no se ha valorado en Lugo ni en Galicia.

-¿Qué otros locales de Lugo recuerda de los años 2000?

-La Bastilla, en la Rampa de Claudio López, un after en toda regla. Tengo acudido recién levantado, tras desayunar, para pinchar música. Recuerdo estar en la Charlie Max, la discoteca del Gran Hotel, un lugar pequeño, pero molón. A Valentino solo iba a ligar (risas).

-Y llegó la crisis.

-Comenzaron a cerrar los locales, se salía menos de noche, los locales que quedaban bajaron los cachés... La crisis lo mató todo, y para la cultura y los músicos fue jodido. Llegó el momento de emigrar a Sudamérica, y no me lo pensé.

-¿Y cómo está el panorama ahora en la ciudad?

-Hay pocos locales: el Ho! Gruf, el Clavi, el Street Food y La Ferretería, donde pincho los domingos por la mañana en la sesión vermú. ¡Quién me iba a decir que iba acabar tocando un domingo al mediodía! (risas). Pero está teniendo mucho éxito, porque las personas de mi generación siguen buscando dónde está la buena música.

-También se metió en la aventura de organizar Sanfroidance.

-Salió por la necesidad de tocar música negra en Lugo y de ofrecer algo a la ciudad. Si te quedas mirando a la pared... Creo que se hizo cantera de músicos, pero a veces no tengo el apoyo que creo que debería tener este proyecto.

-¿Qué le parece la política cultural que se aplica en Lugo?

-Creo que hay una necesidad de ceder espacios, porque la gente lo necesita. Mira lo que le pasa al Ho! Gruf. ¡Deja que la gente viva en la calle!

-Hubo polémica por la contratación de artistas de fuera.

-Hombre.. Apuesta por las empresas de aquí, donde hay gente de sonido, de producción, con equipos... y que necesitan trabajar. Para los músicos de fuera siempre hay dinero, pero para los de aquí no hay. Creo que los grupos y las empresas de Lugo deberían tener más eventos. Se pagaron 17.000 euros por un concierto. Yo, con ese dinero, programo dos meses en Lugo.