De espaldas al Miño

Antón Grande

LUGO CIUDAD

17 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay un latiguillo, empleado con frecuencia por algunos políticos y colectivos vecinales de que Lugo vive de espaldas al Miño, sirviendo ello como escusa para justificar lo poco que se han explotado las posibilidades que puede ofrecer un río como este, así como sus orillas y proximidades.

Pues que quieren que les diga. Yo también he pensado alguna vez sobre esa dejadez que hemos tenido los lugueses aunque últimamente, tras otra reflexión, casi me inclino a mostrarme favorable a que no se actuase sobre el Miño porque las pocas veces que se ha hecho, ha sido para joder el paisaje, contaminar, el abandono absoluto o la destrucción.

Prueba de lo que decimos está en esa tan esperada y deseada playa fluvial municipal, que solo ha servido en los últimos años para dirimir sus disputas los peperos de la Xunta y los sociatas del Ayuntamiento, con alguna intervención, por si faltaba algo, de los nacionalistas.

Sea como fuese, Lugo continúa sin playa fluvial municipal de ahí que muchos lucenses acudan a otros municipios cercanos, que si disponen de playa municipal, y bien cuidada por cierto, como es el caso de O Corgo, Castro de Rei o Friol, tres municipios cuya población en total no llega a un tercio de la de Lugo. Y ahí los tienes, sacando pecho y ofreciendo una alternativa veraniega a sus vecinos.

De las piscinas termales a construir en las cercanías del puente romano, olvidémonos hasta las próximas elecciones en que nos vendrán con el cuento y en cuanto a la fábrica de la luz, ese museo teórico de la electricidad, que quieren que les diga si está en un absoluto abandono.

Otros que se lucen son los de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil, que permitieron la destrucción en parte del caneiro de la Acea de Olga sin que la empresa causante del desastre lo reparase, aunque figurara así en las condiciones y sin que la Confederación, a pesar de las promesas de sus directivos, solucionase el problema.

Ahora, en el verano, sería buen momento, pero ya verán como nada. Y es que claro, vivimos de espaldas al Miño. Pero mucho.