«En Hugo no vemos a un autista, vemos a una persona muy divertida y especial»

Dolores Cela Castro
dolores cela LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

Daniel R. Portela

Los compañeros del adolescente con autismo de Lugo explican cómo el niño los cautivó al conocerlo

07 abr 2017 . Actualizado a las 08:50 h.

Los compañeros de Hugo, el adolescente lucense con autismo a los que su padre, Javier Luaces Maira, agradeció personalmente los esfuerzos realizados por su integración en los años que lleva en el colegio As Mercedes, lo arroparon ayer a la salida de clase. «Hugo -señaló uno de ellos- nos ha dado muchas más cosas a nosotros que nosotros a él». «Es uno más. En él no vemos a un autista, vemos a una persona muy divertida y muy especial», comentó otro. A lo largo de media hora, los chicos, con una media de doce años, explicaron lo que ha significado para ellos el haber compartido aula y ocio con él.

Niños de los dos grupos de sexto curso en el que está matriculado el adolescente, que el próximo año irá al instituto, recordaron cómo conocieron a Hugo, cómo se adaptaron a él y cómo enseguida los cautivó. «Se incorporó -señaló una de las compañeras- en segundo a nuestra clase. Su padre nos contó que era autista y nos explicó sus comportamientos y por qué los hacía», relataron. «Cuando lo vimos solo en el patio le dijimos que se viniera a jugar al fútbol con nosotros y aceptó», añadieron.

El primer penalti

Después de tirar su primer penalti, vinieron el pilla-pilla, el escondite, el baloncesto, las invitaciones a los cumpleaños, las salidas de los sábados por la tarde en pandilla a la plaza de Augas Férreas y al cine y, a finales de mes, irán todos juntos de excursión de fin de curso a Cabárceno, en Cantabria. Será la primera vez en sus catorce años que Hugo se desplace sin sus padres, que se ofrecieron al colegio a acompañarlo. El profesor que se encargará del grupo, muy implicado en la integración, les dijo que no lo veía necesario.

Después de este viaje cada alumno tomará su camino. Hugo coincidirá en el instituto con algunos de sus actuales compañeros, pero no con todos.

La información que los escolares recibieron de Javier Luaces y de María José Martínez, los padres, al igual que de la terapeuta de la asociación Raiolas, de la que forma parte familias con hijos con autismo, contribuyó decisivamente a la integración del adolescente en el grupo. Luaces explicó a los compañeros de su hijo en su momento, y de una forma que todos los entendieron, a qué obedecía el aleteo de Hugo, un movimiento que se debía a su autismo, y cuáles eran sus formas que tenía de manifestar alegría, miedo o tristeza, entre otros comportamientos diferenciadores.

«Nosotros no vemos a un niño autista -comentó una compañera - su discapacidad es invisible. Lo valoramos por lo que es: una buena persona».

«Mi vida también cambió»

La clase de Hugo se caracteriza por la diversidad. En su grupo hay niños que proceden de diferentes países. Uno de ellos, de origen africano, reconoció que personalmente le estaba muy agradecido a Hugo. «Desde que está aquí mi vida también cambió», dijo.

Al adolescente lo definen como una persona divertida y muy simpática, además de un excelente compañero: «Se preocupa por todos. Cuando nos ponemos tristes o nos hacemos daño, enseguida te pregunta qué te pasa y si te puede ayudar». «Aunque algunos no puedan creerlo, es uno de los que más se relaciona de la clase», señaló otro.

Otros alumnos valoran de Hugo «su gran inteligencia y su memoria». «Recuerda muchas cosas que pasamos juntos de las que nosotros ni nos acordamos. Es impresionante», indicaron.

El grupo -16 niños en cada clase- está muy unido. «A medida que lo íbamos conociendo mejor -señaló otra amiga- sentíamos más afecto y la conexión con él era mayor. En parte es porque tiene unos padres muy grandes y una familia muy bonita. Gracias a eso se puede cambiar y pensar de otra manera».

Una muralla para protegerlo

Cuando se le pregunta al grupo qué pasará cuando llegue el final de curso y los compañeros tengan que separarse, la respuesta es unánime: «No va a cambiar nada. Lo que sentimos por él seguirá siendo muy especial». Esa piña que forman entre ellos se traduce también en un sentimiento de amparo. «Nosotros lo defendemos, -confesó una compañera- estamos ahí y nos preocupamos de que nadie se meta con él. Somos como una muralla y lo protegemos». Janina, Pablo, David, Lola, Xacobe, Candela... Son sus referencias. Ellos y algunos más, -es imposible mencionarlos a todos hasta una lista de veinte que fueron los que acudieron a la convocatoria de ayer- no se cortaron a la hora de valorar su relación con el adolescente, bajo la atenta y emocionada mirada de padres y abuelos.