Un padre va al cole para dar las gracias a los 32 niños que han cambiado la vida de su hijo autista

Dolores Cela Castro
dolores cela LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

Óscar Cela

Un pequeño lucense pasó de estar aislado en un banco del patio a acudir a todos los cumpleaños y a tener una pandilla

05 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Javier Luaces Maira y María José Martínez Sánchez, padres de Hugo, un adolescente al que le diagnosticaron autismo con tres años y medio, agradecieron personalmente el pasado viernes a los compañeros de clase de su hijo los cinco años que compartieron con Hugo. Creen que en el colegio de As Mercedes de Lugo cambiaron su vida drásticamente. Pasó de estar solo en el patio, que nadie le hablara y que no lo invitaran a ningún cumpleaños a tener un amplio grupo de amigos, con los que irá a finales de mes a Cantabria, en la excursión de fin de curso. El chaval empezará secundaria el próximo curso e irá a un instituto.

Después de una experiencia poco gratificante y cuando Hugo estaba a punto de cumplir los nueve años, sus padres decidieron cambiarlo de colegio, en busca de un centro más integrador. As Mercedes, en el que hay al menos otros cuatro niños con diversidad funcional, dio un giro a la vida del menor. «Atopámonos -señaló Javier Luaces- cuns profesionais con ilusión no seu traballo e, ao mellor, con menos medios materiais, pero con moitas ganas de facer ben as cousas».

El cambio experimentado lo explica con claridad su hermano Jairo, de 10 años, al que Hugo considera su mejor amigo. «El primer día estaba solo, sentado en el patio, y los otros niños jugaban al fútbol. Lo invitaron a tirar un penalti y empezaron a hablar con él. Ha cambiado mucho. Mi hermano es feliz».

Lo primero que hizo esta familia fue acudir al nuevo centro con la terapeuta de Raiolas, la asociación de padres con niños con autismo, la persona que trató al ahora adolescente en los últimos siete años.

Según Javier Luaces, aparte del apoyo recibido por el profesorado desde el primer momento, cree que también tuvo que ver en la respuesta de los niños que la terapeuta les explicara cómo era Hugo y a qué obedecía su comportamiento. «Os nenos empezaron a entendelo e xa sabían que cando necesita expresar algo apreta as mans e aletea. É a mesma sensación de alegría, pero expresada dunha maneira diferente». «Aprenderon o significado do aleteo e que quería expresar cando tapaba os oídos e se encollía cos ruídos».

«Hugo tiña problemas de comunicación -explicó su padre- porque non entendía o que lle dicían os outros nenos, nin sabía explicarse, salvo na casa». La solución la encontraron en lo que denominaron el «cuaderno viajero», mediante el que la profesora se relacionaba con el niño a través de pictogramas, al mismo tiempo que se comunicaba con los padres.

Javier Luaces, que también agradeció a la comunidad docente y a los padres de los otros niños cómo lo arroparon en estos años, se emocionó cuando habló ante los 32 compañeros de Hugo. «Este ano é a despedida e quixemos agradecerlles o cariño e o respecto co que trataron ó noso fillo nese tempo, sen pedir nada a cambio».

«A Hugo agora chámano para quedar na praza de Augas Férreas, para ir ao San Froilán e non perde un aniversario e iso non hai quen o pague. Vai ó cine, ten pandilla e procuramos que leve a vida máis normal posible, o que non sería fácil sen apoio».

El mensaje caló. Los niños comentaron la experiencia en sus familias y los teléfonos de Luaces Maira y de Martínez Sánchez no pararon de recibir muestras de apoyo y también de agradecimiento por la lección de vida que recibieron sus hijos en estos años.

Los padres y los profesionales de Raiolas miran con esperanza a la nueva etapa que se avecina y ya están preparando al adolescente para el momento en el que se produzca el cambio de centro. «Preocúpame máis a recepción de Hugo no novo centro que a alteración das súas hormonas», aseguró su padre.