Las crisis de la ciudad y el riesgo de generar desesperanza

Enrique Gómez Souto
Enrique G. Souto PULSO LUCENSE

LUGO CIUDAD

26 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En Lugo, empieza a cundir cierta sensación de desesperanza ante la inoperancia institucional para resolver los problemas más relevantes de la ciudad. Quizá la alcaldesa socialdemócrata Lara Méndez desconoce que fue Willy Brandt (Premio Nobel de la Paz, 1971), uno de los artífices de la socialdemocracia europea moderna, el que aseguró que «una situación se convierte en desesperada cuando empiezas a pensar que es desesperada». Pues eso empieza a ocurrir en Lugo, a medida que se va consolidando el despropósito de facturas municipales impagadas, aumenta el período medio de pago a proveedores, y van sumando años sin contrato en vigor las empresas que atienden algunas de las principales infraestructuras municipales. Mientras, en los zaguanes de algunas casas lucenses instalan su dormitorio gentes sin techo y otras okupan edificios vacíos para sobresalto diario de sus vecinos.

Lugo, ciudad siempre en guerra con su alma rural, no reniega, antes al contrario, de los problemas que la hacen sentirse ciudad. Recuerda el cronista a Alfredo Mosteirín, controvertido y eficaz concejal, celebrando al grito de «¡ya somos ciudad, ya tenemos atascos!», un notable colapso del tráfico en la Ronda da Muralla. Pero eso es una cosa y otra la complicada situación a la que, innecesariamente, está siendo conducida la economía municipal. Es motivo para la desesperanza que, pese a las saneadas cuentas de que disfruta el Concello, figure a la cabeza de las capitales que más tardan en pagar a sus proveedores. Y de esos polvos vienen los lodos, por vía legal, de las limitaciones a la inversión, tan necesaria para la economía local, y pueden derivarse muy serias complicaciones para recibir ingresos procedentes del Estado. Ocurre todo esto cuando el mandato municipal se acerca a su ecuador, con el presupuesto anual sin aprobar y con el partido del gobierno viviendo el sinvivir de una crisis a vida a muerte.

Sí, hay cierta sensación de desesperanza. Y no ayuda a vencerla el estado de la presunta alternativa política en el ámbito local. Al PSOE y al PP parece dirigido el aviso de Brandt: «El futuro no va a ser dominado por aquellos que están atrapados en el pasado». Es fácil de entender el mensaje, ¿o no?.